domingo, 6 de agosto de 2017

JAZZ Y FLAMENCO

Poema, ya publicado, recordando aquellas noches, ya lejanas, en las que cuando el sobre llegaba, no sabía decidir entre el  flamenco profundo del Villa Rosa o el lamento negro de las notas del jazz en el Whisky Jazz Club.

El poema y el video, quiero dedicarlo a Tracy, buena catadora de lo autentico y con la sensibilidad suficiente para aprovechar esos casi quince minutos de quinteto de Pedro Iturralde, que además cuenta con la guitarra de un joven Paco de Lucía.


UNA NOCHE EN EL WHISKY JAZZ CLUB




Pedro Iturralde regalaba sonidos de ceniza.
La noche llenaba de densos presagios negros
y al fondo brillante de las copas,
le nacían amargos posos de tristeza,
encharcados en alcohol y humo de cigarros.

Las desorbitadas miradas de los ases del jazz,
junto a sus callados instrumentos,
adornaban las paredes de ladrillos y recuerdos
y viejos camareros, hacían mover la noria
con cangilones de fuego etiquetado.

Había una triste soledad en los silencios
y solo el brillante sonido del saxofón,
con su ternura viva,
presta olor a las marchitas flores de papel
que lloran su impostura en los viejos veladores.

Entre ella y yo,
atravesando las barreras del humo y la razón,
se inicia un inconcluso dialogo de miradas furtivas,
de palabras no pronunciadas,
de presagios de caricias torpemente diseñadas
de besos sin camino de ida y vuelta,

Salimos a la noche
con el swing pegado en los talones
y un coro de barrenderos
consume una triste danza de bienvenida
y brillantes arcos de lluvia dirigida
hacen de puente, en el colorista dialogo
de parpadeos, suelos mojados y estrellas.

Cogidos de la mano,
olvidamos nuestro pulso entrecortado
que no llega al peligro del incendio.

Se ha roto el hechizo.
Acalladas las notas que aceleraron los pulsos,
nos vamos perdiendo por calles sin sentido
que nos van llevando al desapego.
Y aquella pasión, apenas iniciada,
se disuelve en la noche
como leve pavesa de desamor y tristeza.

En el Whisky Jazz Club,
le han puesto a los sentimientos los cerrojos.
El saxo de Iturralde ya no sabe de caricias
y lo mismo que nosotros,
va perdiendo en la noche el brillo y los deseos.