jueves, 24 de junio de 2021

CURA DE MAR


 

Lo siento, pero debo reconocer que soy reincidente. He vuelto a caer en la tentación, que en mi caso no vive arriba, la tengo aquí al lado, al alcance de mi mano y de mi piel.

Cuando el cielo se viste con  las ropas propias de la estación, cuando el sol, con guiños de colores, nos enseña el lugar donde los milagros son posibles, cuando uno es capaz de olvidar las predicciones y cada mañana el mapa del tiempo es azul y con regalo de espumas, hay que estar muy preparado para no asumir las consecuencias del pecado de cada año.

Debo reconocerlo: soy reincidente y me confieso solo a vosotros, amigos.

Como cada año, os dejo por esa mar celestina y seductora, que me tiene atrapado “hasta las cachas”.

Espero tener las fuerzas para dejarla, cuando las isobaras lo ordenen.

Hasta tanto os dejo este poema que escribí hace algún tiempo.

 

 

 

   CURA DE MAR

 

Me siento frente al mar y respiro cielo.

Noto que la brisa me tiembla por las venas

y un sol de claridades se deshace en luces,

que iluminan tristezas

y hoscos panoramas.

Mojo mis pies

y junto con la espuma

nerviosos peces de plata recorren mis entrañas

y noto como el tiempo

se hace caracola,

cantándome al oído la canción alegre

de una vida nueva.

Llegué a ti, ¡oh mar de los milagros!

como el resto de un trágico naufragio.

Pero ahora

tras un tratamiento de salitre y brisa,

una calma maternal y caliente

me enseña la ruta de nuevas singladuras.

 

Te pido ¡amigo mar!,

tú que sabes tanto de muertes y fracasos,

no permitas

que cuando viejo,

me amarren al socaire de tu nervio

y vaya enmoheciendo de tristeza

!!Llámame!!

¡Mándame recados con cantos y gaviotas!

¡Que una fresca mano

de azul, brisa y espuma

me empuje hasta tu orilla!

  

 


martes, 22 de junio de 2021

VERANO EN EL GRAN TEATRO


 

En el Gran Teatro,  mientras un tramoyista, preparaba toda la parafernalia del Verano, al actor que lo iba a representar le avisaron para que se preparara.

Sabía perfectamente su papel, (no en vano lo repetía cada año en su gira), pero le costaba  desprenderse de algunos tics de su anterior trabajo, (irrelevante y no protagonista), en la acabada representación de Primavera.

Ahora la exigencia era, el no poder esconder su cara tras una mascarilla, por lo que sus dotes de actor tendrían que multiplicarse, para dar veracidad  al color y las alegrías de esa estación que siempre nos trae el recuerdo de laxitud, juego y felicidad.

Intentó buscar esas sensaciones  ensayando muecas y caras delante del espejo, pero no acababa de convencerse de la credibilidad de su personaje.

La obligatoria tela de defensa para el virus lo tapaba todo, pero a cara descubierta, no era capaz de quitarse la triste uniformidad de los días pasados, el dolor de los que se habían ido, sin posibilidad de retorno, la tristeza de los niños, que no habían tenido la oportunidad de aprender a jugar, las descoloridas flores que en las macetas y los parterres, habían perdido sus perfumes, sin que nadie reparara en ello.

.- En cinco minutos, a escena.

 

Apagó las luces del espejo y al hacerlo volvió a mirar la vieja fotografía que siempre le acompañaba, de cuando era niño jugando junto al mar.

Y pensando en la inmensidad de ese azul y su milagro, supo que ya nada le sería imposible.

Cuando vio las sonrisas sin tapujos, las ganas del aplauso y la agradable sensación de que la vida debería volver, supo que terminaría por hacer el papel de su vida.


domingo, 20 de junio de 2021

DE DOMINGO A DOMINGO... (XLII)


 

CÁDIZ (Romance lento)

(Vicente Carrasco)

 

Despacio... en el horizonte

un jirón azul y blanco...

Cádiz levanta hasta el sol

su blanco y su azul... despacio...

Indiferente y tranquila

la ciudad vive despacio...,

y un mar redondo y caliente

la ciñe con lento abrazo.

 

Lengua de cal, por sus calles

la cola del sol... despacio...,

despacio... doblando esquinas

sus vientos medio sonámbulos...,

despacio... sus pies y ruedas....,

su vino andando... despacio,

despacio... el dulce dejillo

de su andaluz, y despacio

las aventuras de plata

de sus últimos románticos...

 

¡Con dejos largos... los días...,

las noches... con lentos pasos,

y en el oro interminable

de los crepúsculos largos

despacio... y remotamente

Cádiz se aleja... despacio...

 

¡Cádiz: punta de una nave

que se hunde en el mar... despacio!

¡Cádiz: pereza oriental

y meridiano sonámbulo!...

 


jueves, 17 de junio de 2021

VERANO


 

                                    

Las manos, como mariposas,

tienen querencia,

de cabellos rubios perfumados.

Los labios se abren al deseo

de un beso fresco de luz sobre las cosas.

La piel, ahíta de sudores,

añora vestirse con ropajes de algas salobres

y recuerda caricias de deseo y espuma.

Hay un pregón de luz cegadora

serpenteando entre la playa y los campos.

Un sopor ronco de zumbidos,

es la banda sonora

de la fosa oscura y sin fondo de la siesta.

La luz se suicida a trozos en la persiana

y la tristeza se arrumba

en el rincón más triste de la casa.

 

Y todos queremos ser corcel de brisa,

agridulce limón pulposo para los besos.

Remeros en un mar fresco y luminoso.


martes, 15 de junio de 2021

"PENULTIMA" ORACIÓN A JUAN ALCAIDE.


 

Vuelvo a  ser yo. Tu discípulo de letras hondas, al que le enseñabas día a día con densos borbotones de lirismo, a querer un poco más a esta tierra nuestra.

Vuelvo a ser yo, el que sentía en su espinazo un escalofrío de poesía cuando bendecías con tus versos-yeso y vino- una bodega que acababa de nacer.

El mismo que llevó de Valdepeñas a Sevilla, el agradable encargo de tirar un barco de papel, que tú habías hecho, al Guadalquivir.

Al que le  pediste que te acercara un poco la Giralda, para saber de su perfume.  Soy uno de tus discípulos del tuétano del ansia. A los que nos pedías que rompiéramos tus versos con nuestras manos.

Que difícil, maestro: ¿no comprendes que nuestras torpes manos no pueden atreverse a  tocar tus versos?¿No comprendes que el romperlos, se nos puede quedar sin latido este alma nueva de manchegos que tú nos alumbraste?

¡Que iba a ser de esta tierra nuestra, si le quitásemos esos versos tuyos que la iluminaron de una belleza nueva y extraña, como de ánfora recién desenterrada!

Podías haberte enamorado de la Galicia verde y azul que conociste o podías haber puesto a tus versos esa luz y ese aroma de tu propia sangre sevillana.

Pero no, Alcaide, eso era lo fácil. El canto a los fértiles campos y a los bulliciosos ríos, te pareció sencillo.

Tocaste con la maravillosa varita mágica de tu lirismo esta Mancha nuestra que te dolía y cambiaste por completo tu total anatomía.

Y con ello conseguiste que en los tristes “legíos” del alma manchega, se instalara la alegre vivencia de flores distintas.

¿No sabes, poeta, que la cardencha presume al pie de los caminos, desde que tú supiste encontrar la flor que se esconde entre sus espinas?

¿No sabes, maestro, que también hay poesía en el fondo triste de los chilancos, desde que tú los comparaste con tu pecho?

¿No sabes, amigo, que los empotros crujen ahora de distinta manera al llevar prendidos, como alfileres de luz, la suave armonía de tus versos?

Seguro que escribes desde el cielo los versos necesarios para hacer resucitar con cascadas de plata las aguas muertas de nuestras norias.

 

¿Conque plumas de auroras sigues escribiendo el musical poema de esta nueva llanura?

¿Qué liricas abejas han picoteado en la colmena de tu pecho, para ofrecernos ahora la dulce miel de esta tierra nueva?

¿Con qué mimbres de luz-que no de pena- entretejes tu poesía, para que nos enseñes a querer a nuestra Mancha, ganando el pan?

¿En qué jaraíz de nubes elaboras la lírica cosecha de tus versos?

¿Le has hablado a García Lorca de nuestra Mancha? ¿Verdad que él ya tiene otro cariño, además de  Granada?

¿Y Machado? Seguro que ahora comprende mejor la belleza de su Soria.

¿Y Gabriel Miró? ¿No presiente en esta llanura de pámpanas y mieses el rizo tranquilo de su Mediterráneo?

 

Yo si llevo tu recuerdo, como un extraño cáncer por mi vida, aunque no pueda deshacer tus versos con mi mano.

Pero escucha, alcaide de mi endeble fortaleza de lirismo: te prometo que ni yo ni los manchegos de bien, podremos olvidar nunca la asombrosa y fecunda labor de tu poesía.

La Mancha, ese lázaro olvidado, que despertó con tu palabra, sigue latiendo con pulsaciones de ensueños.

 

Y seguro que desde arriba, mientras haces poesías para dar más luz a las estrellas, más ternura a la luna y más azul a los cielos, seguirás rimando con los ángeles los poemas necesarios para seguir ofreciendo belleza a esta tierra que amamos tanto.

 

 

 


domingo, 13 de junio de 2021

DE DOMINGO A DOMINGO... (XLI)


 

GRANADA

                           (Rafael Alberti)

 

Tu elegía, Granada, la dicen las estrellas

que horadan desde el cielo tu negro corazón.

La dice el horizonte perdido de tu vega,

la repite solemne la yedra que se entrega

a la muda caricia del viejo torreón.

Tu elegía, Granada, es silencio herrumbroso,

un silencio ya muerto a fuerza de soñar.

Al quebrarse el encanto, tus venas desangraron

el aroma inmortal que los ríos llevaron

en burbujas de llanto hacia el sonoro mar.

El sonido del agua es como un polvo viejo

que cubre tus almenas, tus bosques, tus jardines,

agua muerta que es sangre de tus torres heridas,

agua que es toda el alma de mil nieblas fundidas

que convierte a las piedras en lirios y jazmines.


martes, 8 de junio de 2021

HABLANDO DE LORCA


 

HABLANDO DE LORCA

 

En estos días se están conmemorando el 123 aniversario del nacimiento del poeta Federico García Lorca.

Este ha sido un motivo más que suficiente para retomar  las ya ajadas OBRAS COMPLETAS del poeta granadino, editadas en el año 1.960 por Aguilar, en su colección “Tolle, Lege”.

He releído algún poema,  la obra de teatro “El maleficio de la mariposa”, (que he usado para algún comentario de una dilecta escritora amiga de estos lares), y el prólogo de Jorge Guillén y el epilogo de Vicente Aleixandre.

Me ha costado, que ni el papel del libro ni el tamaño de la letra, son propicios para mis actuales posibilidades, pero siempre es alimenticio y sano ese (Federico, encantador, disipador de tristezas, hechicero de la alegría, conjurador del gozo de la vida, dueño de las sombras, a las que él desterraba con su presencia. <<Aleixandre, dixi>>)

En su largo prólogo, (67 páginas), Jorge Guillén, hace una detallada semblanza del poeta, durante toda su trayectoria vital y empieza diciendo que “Federico fue una criatura  extraordinaria, “criatura” esta vez significa más que hombre, porque nos pone más cerca de la creación, es como el arranque fresquísimo de un manantial. Junto al poeta-y no solo en su poesía- se respiraba un aura que él iluminaba con su propia luz, entonces no hacía frio de invierno o calor de verano: hacía… Federico).

Definir a Federico es difícil, sobre todo para este pobre escritor al que le faltan cada vez más las palabras.

Lo siento libre, sencillo en su paso por la vida y en su escritura apasionada, plena de inspiración, dolor y gozo.

Cuando lo leo se acaban los pesares y la gracia aletea entre sus verso.

Pero también para él existe la tristeza y su alma la siente al comprobar que el amor tiene recovecos que no entiende.

Él, tan proclive a la libertad al gozo de la vida, tiene que soportar, en muchas ocasiones, el dolor punzante de la soledad, dejando en el poético sentir de su verso toda la pasión que atesora en sus entrañas.

Siempre que leo este soneto, me extasío con la hondura apasionada del poeta:

 

EL POETA DICE LA VERDAD

 

Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores

en un anochecer de ruiseñores

con un puñal, con besos y contigo.

 

Quiero matar al único testigo

para el asesinato de mis flores

y convertir mi llanto y mis sudores

en eterno montón de duro trigo.

 

Que no se acabe nunca la madeja

del te quiero me quieres, siempre ardida

con decrépito sol y luna vieja.

 

Que lo que no me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida.

 

Poeta alegre, ¡sí!, pero apasionado,  triste y sufriente. Alguien que supo que en el indisoluble camino que hay entre la vida y la poesía es inevitable la soledad y la tristeza y que la cesta en la que guardamos las vivencias, está hecha con mimbres de pena.


domingo, 6 de junio de 2021

DE DOMINGO A DOMINGO... (XL)


 

A CÓRDOBA

                                (Juan Tena)

 

Córdoba, qué ancho tu río,

qué brava y muda tu sierra,

qué fino tu verbo estoque,

qué altiva y honda tu pena;

tu llano qué equidistante,

tus calles qué enredadera,

qué rosario de alarifes

entre tus flores en vela

–sobre los yunques, llorando,

tu plata de luna nueva–.

¿Dónde contigo quedarme,

en las losas o en las piedras?

¿En el barro del ladrillo

–tierra de tu misma tierra–

o en el capitel marmóreo

que sostiene tu grandeza?

¿En la sombra del naranjo

o en la desierta plazuela?

¿En tu Cristo o en El Potro

–el retablo de tus hembras–?

¿En el Caño del Olivo

o en la cal de tu ribera?

Minotauro entre columnas

o ermitaño en alta sierra?

Si un alfanje me clavara

en tu talle de palmera…

Si mi sangre –ya tú sangre–

con mi sombra te cubriera…

¡Córdoba y yo siempre juntos!

Palmera, siempre palmera.

martes, 1 de junio de 2021

COPIAR Y PEGAR, O ALGO PARECIDO.


 

CORTAR Y PEGAR, O ALGO PARECIDO.

 

Dado que este martes ando algo ocupado en cosas de casa y estoy más liado que el testamento de una loca con un tutorial de photoshop, me vais a permitir que en vez de mi entrada de los martes os invite a leer una parte sustancial del artículo de Ana Santos Sainz, publicado en InfoLibre el viernes pasado, llamado Elogio de la Vejez.

Por lo que a mí respecta, no tiene desperdicio. Aunque naturalmente, juego con ventaja: me siento concernido y halagado.

 

- Que no se enteran de nada… Se enteran de lo que quieren y les interesa. Son selectivos. Tienen una mirada inteligente de la que deberíamos aprender.

 

- Que lo tecnológico no va con ellos… Porque no les interesa. Y no me extraña. Perder el tiempo durante horas con el móvil o con las redes sociales, a mí tampoco me interesaría. A raíz de la pandemia muchas personas mayores han usado la tecnología para conectarse con sus familias. Cuando quieren bien que aprenden a usar los móviles y los ordenadores.

 

- Que se cansan… En realidad, la mayoría de ellos tienen más energía y vitalidad que muchos jóvenes. Mi madre, de 79 años, se levanta cada día a las 7 de la mañana y no para de hacer cosas durante toda la jornada. Tiene más energía que yo.

 

- Que su ritmo es lento… No lo es. Es pausado y reflexivo. ¿Para qué agitarse y correr todo el día, si puedes hacer lo mismo con un espíritu tranquilo y armónico?

 

- Que no se mueven mucho, que son personas sedentarias… No he visto un grupo de edad que camine más que las personas mayores. En distintas versiones. Solos, en pareja o en grupos de amigos. Pero siempre hay gente mayor caminando por la calle, en los parques… No paran.

 

- Que son conservadores y antiguos… Son más abiertos y tolerantes que muchos jóvenes. Su dilatada experiencia vital les ha aportado comprensión y apertura mental.

 

- Que no se adaptan, que no cambian... Pero lo cierto es que después de todo lo que han pasado, se adaptan a todo. Son todoterreno. Se amoldan a lo nuevo y se apropian de ello. Por ejemplo, en los puntos de reciclaje que hay por la ciudad, es muy habitual ver a personas mayores reciclando el vidrio, el plástico y el papel. Y yo en mi casa tengo que ir detrás de mis hijos adolescentes para que reciclen adecuadamente cada material en su sitio.

 

- Que son cerrados…Todo lo contrario, son muy abiertos y cercanos. Siempre están dispuestos a dialogar. Cuando dan un paseo con amigos no paran de tener conversaciones fluidas. Se paran, debaten, discuten, siguen caminando. Cuando van a hacer la compra, en cualquier lugar siempre están dispuestos a hablar y comunicarse con los otros. ¿Cuántas veces hemos conversado con la señora mayor que espera con su carro de la compra a que la atiendan en la frutería? Humanidad y cercanía no les falta.

 

- Que ya no son productivos… ¿Improductividad?… Es una de las etapas más productivas. Pero más a nivel personal que social (como se entiende hoy la productividad social, que es el trabajo…). Tienen todo el tiempo libre a su disposición. No paran de hacer cosas. Su cabeza y su cuerpo siguen en acción. Energía y vitalidad tienen de sobra, ganas de hacer… siempre.

 

Además, están ejerciendo un papel fundamental de contención, apoyo y sustentación de sus familias. Mantienen a jóvenes que no han podido emanciparse por no encontrar trabajo, o tener uno con un salario imposible de compatibilizar con un alquiler o la compra de una vivienda. Acogen a sus hijos, que han tenido que volver a la casa de sus padres porque se han quedado en paro y no consiguen encontrar otro empleo. Cuidan a sus nietos porque sus progenitores no pueden conciliar. Sacan a pasear a los perros porque sus hijos tienen unas jornadas laborales asiáticas.

 

Siempre están ahí, dispuestos a ayudar y apoyar a los suyos. En definitiva, un colchón de amortiguación y sujeción familiar ante los problemas actuales de paro, de precariedad laboral y de conciliación que el Estado no logra paliar.

 

Queda claro que habría que revocar la imagen negativa estereotipada de este colectivo. Carece de veracidad y es perjudicial para su autoestima. Muchos la acaban interiorizando.

 

Se trata de reconocer, valorar y ensalzar su labor. De desactivar los clichés sobre las personas mayores y positivizar la imagen que gira en torno a la vejez. E ir más allá. Darles voz, mayor protagonismo activo en la sociedad. No expulsarles de la rueda dinámica social. Creando espacios de participación y protagonismo.

 

Terminaré con una cita de Marco Tulio Cicerón, el gran filósofo y jurista latino. Teniendo 62 años, escribió De Senectute, un sentido elogio de la vejez. En ese libro nos muestra a Catón el Viejo, un vigoroso anciano de 84 años, conversando con dos jóvenes admiradores suyos. En un pasaje el viejo Catón atribuye los defectos achacados comúnmente a la edad al propio individuo y no a la vejez en sí misma. Los jóvenes se admiran de la intensa actividad desplegada por el octogenario y este da sus razones para no renegar de la vejez y aceptarla como una etapa más de la vida, rica en dones y placeres.