No quiero dejar pasar este día, sin
poner mi pobre grano de arena en defensa de la mujer.
Me suena raro que nadie, a estas
alturas, tenga que defender a la parte más importante de la humanidad y sean
necesarios días, meses y años para recordárnoslo.
Como mis viejas neuronas andan algo
dispersas, he rescatado un poema que publiqué en otra bitácora, (ya
desaparecida), el día 11 de marzo de 2008.
Para mi vergüenza, para la vergüenza
de todos, sigue vigente. Nada ha cambiado.
HERMANA MUJER
Que
nadie diga que ella tuvo la culpa,
aunque
quien lo diga
vista
de negro con puñetas
o
con estola de armiño con olor a sacristía.
No
gastéis palabras huecas
ni
busquéis estériles argumentos,
para
justificar esa cómoda sensación de siglos
que
le hacen al macho sentirse satisfecho.
No
busquéis asideros donde colgar la cobardía
y
así presentaros como seres cabales
que
disfrutan satisfechos del rol que les han dado.
Dios,
Ala, Confucio y otros viejos hacedores conocidos,
idearon
intérpretes, minutaron la obra,
esculpieron
en tosca piedra ordenanzas, prohibiciones, ventajas
y
ellas, las mujeres, sólo tuvieron papeles de comparsa.
Y
ahora,
cuando
un viento nuevo
esparce
las cenizas de los viejos mandamientos,
cuando
las tablas de la ley
bajan
de un Sinaí de entendimientos.
Ahora,
cuando
la libertad logra hacerse un hueco
entre
la lúgubre tramoya de viejas prohibiciones.
Ahora,
ese
hombre se aferra al papel que le enseñaron
para
recitar, monocorde, su condición de dueño,
sin
haber aprendido que la escena necesita
la
réplica certera, de una mujer que interprete
de
frente y a su altura.
Si
no somos capaces de gritar nuestra rabia.
Si
no entendemos que ya no existen vasallos.
Si
no entendemos
que
solo somos el barro primero
que
se cuece en el vientre de la mujer que ama,
este
mundo estará por siempre, falto de ternura.
Mientras
haya hombres
que
asesinan las caricias de una madre,
los
besos de una esposa,
las
risas de una hija,
porque
creen ser sus dueños,
yo
apostato de mi condición de macho.
Mucho ha de cambiar la sociedad actual para que la igualdad entre hombre y mujer se manifieste, el macho dominante no quiere que nada cambie.
ResponderEliminarSaludos
Has hecho que se me salten las lágrimas: ¡Qué sentido, qué real, qué necesario, qué bonito!
ResponderEliminarMe alegro que lo hayas republicado, ojalá no tengas que hacerlo más veces porque todo haya cambiado, pero aún así debe ser guardado como testimonio de un hombre, que como muchos otros, luchan codo con codo con nosotras.
Un abrazo muy, muy, pero que muy fuerte, compañero.
Gracias, Juan, por ser lo que yo llamo "un hombre de verdad". Y de verdades.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Son palabras de una buena persona que fue nacido varón. Solo quien disponga de un gran corazón puede escribir así. Siempre ha preponderado el valor de las personas como tal, de su corazón.
ResponderEliminarHola amigo Juan: no voy ni puedo replicar nada. Me has emocionado. Estoy orgulllosa de poder escribirte y llamarte: AMIGO.
ResponderEliminarYo también apostato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Juan. Das fe de que existen hombres justos que proclaman LA IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES.Como bien dice tu poema, la relegación de la mujer ha sido una constante a lo largo de la historia y cambiar esa mentalidad de dominio masculino, es muy difícil porque está arraigada en la sociedad, incluso entre algunas mujeres.
ResponderEliminarNo basta un "día internacional de la mujer". Hoy se dan golpes de pecho quienes perpetúan con sus políticas la discriminación.
Un abrazo.
Puedes apostatar de tu condición de macho pero defiende tu condición de hombre porque las mujeres os necesitamos, sin vosotros nunca llegaremos y si llegamos nos sentiremos solas. Gracias, gracias de corazón.
ResponderEliminarHay muchos hombres que caminan a la par que la mujer, y eso es todo un logro, siempre los hubo pero hoy tienen más voz, Unidos se conseguira la igualdad de género.
ResponderEliminarBello poema Juan
Digno homenaje. Un fuerte abrazo que una a todos los seres humanos de buena voluntad.
ResponderEliminarPrecioso y sentido texto, Juan. Lo suscribo desde el que hasta el macho. Un abrazazo.
ResponderEliminarGracias por cada una de tus palabras y espero que llegue el día en que no haya que hablar de esto. La solución también está en manos de las mujeres que educamos a los hijos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Juan, vengo del blog de Ester, AUTODIDACTA, (eso ya era una pista), han sido tus comentarios los que me han traido hasta tu casa. Me alegro enormemente de encontrarte.
ResponderEliminarTu entrada es emotiva y preciosa, ojalá tuviéramos muchos hombres de tu talla humana, así que decido quedarme aquí.
Gusto en conocerte.
Amistosamente.