HABLEMOS DE LA UTOPIA
Ya
tenía decidido la publicación de esta entrada que escribí hace un tiempo,
cuando al levantarme esta mañana, me encuentro con la desagradable noticia de
la muerte de Nelson Mandela.
He
pensado que sería pertinente escribir, un panegírico sobre este mito de la
libertad, que ha visto, como sus sueños, tan difíciles de realizar, se
convertían en realidades.
Pero
he llegado a la conclusión de que estas pobres palabras mías, también son un homenaje
a su memoria.
He leído unas bellas palabras de Ernesto
Sábato, que han sido las que me han empujado a pergeñar el escrito que hoy os
ofrezco.
Decían así: “La vida de todo ser humano oscila entre esa ilusión del ideal y la
pesadumbre de lo fáctico, esa chatura que llamamos realidad. La existencia
reducida a lo material cae en un fascismo opaco que aborta lo mejor de la
existencia en aras de este absolutismo de la realidad que hoy adoramos,
estúpidamente”.
Hemos abandonado el humanismo
enriquecedor y nos hemos puesto en manos de un mundo, en el que más que las
ideas, tienen valor las mercancías.
Estamos tan embebidos en el día a día
que no tenemos ni tiempo ni meninges para pensar en el mañana. No hay tiempo
para la utopía.
Ese “fuera de lugar” que significa esa
palabra griega que Tomás Moro ideó para un lugar imaginario, nos lo hemos
tomado tan al pie de la letra, que hemos sido capaces de dejarla fuera de nuestras
conciencias, como un bulto inútil y fuera
de lugar, que nos lastra para el vivir que nos hemos impuesto.
Hemos elegido una vida repetida, hueca y
oscura, a la que le falta la chispa fulgurante de lo imprevisto.
Deberíamos ser capaces de hacer cambiar todo
aquello que nunca sucede, por lo que puede suceder, si empujamos con la fuerza
de nuestros sueños.
Es posible que no seamos capaces de
lograrlo hoy, pero. ¿por qué no mañana?.
Y si no somos capaces de conseguirlo
nosotros, enseñemos a los que nos siguen que los sueños, la mayoría de las
veces, son posibles si perseveramos en ellos.
Para mi abuelo Isidro, seguro que
pasearse por la luna era una utopía, aunque ni siquiera supiera del significado
de esa palabra.
Dice Juan Manuel Serrat, “que sin utopía la vida sería un ensayo para
la muerte” y como siempre, acierta este bardo decidor de grandes verdades.
Despreciar la utopía de las personas que
sienten, es lo mismo que cercenar los sueños de los niños, vendarles los ojos
para que no vean el futuro, ponerles zancadillas para que no encuentres su
camino. Borrarles la ilusión y la sonrisa.
Mientras exista la pobreza en el mundo,
la opresión de los fuertes sobre los débiles, el trabajo indigno y mal pagado,
la falta de dignidad para con los demás, la vida sin presente y sin futuro, el
hambre que parece irremediable, la muerte lenta, pero segura, de la naturaleza,
la fuerza incuestionable de los que mas tienen, la debilidad silenciosa y
sumisa de los parias, mientras todo eso exista yo seguiré buscando la Utopía,
con mayúsculas, esa isla que ideó Tomas Moro, donde todos eran iguales.
Ya sé que no lo conseguiré, pero al
menos daré fe de ello. Como dijo el destacado escritor uruguayo Eduardo
Galeano, abriré una ventana a la utopía:
“Ella está en el horizonte. Me acerco dos
pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez
pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la
utopía? Para eso sirve: para caminar”.
Yo estoy además convencido, que si se lucha
con pasión y limpieza, al final, algunos obtendrán el premio de tocar el
horizonte con sus dedos y muchos mas serán capaces de seguir la senda que esos
iluminados iniciaron.
No quiero abominar de la utopía, porque
necesito seguir creyendo en la esperanza.
Las palabras de Galeano, las cuales ya conocía, es la mejor definición de utopía que he leído.
ResponderEliminarSaludos
Nada que añadir, Juan. Lo has dicho todo.
ResponderEliminarYo sigo creyendo en la utopía, con esperanza, aunque cada día nos lo ponen más difícil.
Un abrazo.
Excelente esta entrada con la que me identifico.
ResponderEliminarSin sueños, la vida es un monótono caminar hacia el final.
Sin una utopía por la que luchar, las ilusiones por vivir se quiebran con frecuencia y ante cualquier contratiempo.
Saludos.
Te felicito Juan por las palabras que has escrito y que son una ayuda eficaz para seguir caminando.
ResponderEliminarNo quiero abominar de la utopía, porque necesito seguir creyendo en la esperanza.
ResponderEliminarLo recalcó, es un placer oir esta palabra tan en desuso, es una emoción tus palabras que destaco, realmente Juan L. ERES MAGNIFICO¡¡
¡Y en nuestra memoria por supuesto siempre Mandela¡
Besos cálidos ♥♥♥
Necesitamos de las utopías para tener horizonte hacia dónde dirigirnos. No importa que no lo alcancemos, lo que vale es la intención de lograrlo.
ResponderEliminarMuy buen artículo.
Saludos!
"No quiero abominar de la utopía, porque necesito seguir creyendo en la esperanza."
ResponderEliminarMe voy a quedar Juan con esta frase. Por que la esperanza nunca falte.
Un abrazo.
Así es, sumida en la desesperanza que proporcionan los pequeños móviles utilitarios; amarrados los sueños por quienes buscan perpetuar la esclavitud, la utopía es el faro que guía a la humanidad hacia el futuro. Sin sueños la humanidad está muerta.
ResponderEliminarAbsolutismo de la realidad. ¿Qué realidad? La realidad ha demostrado tener tantas caras como el cristal de amaria. Rendida la imaginación al tedio de la materia, la utopía nos eleva como especie y rompe esa cúpula invisible que asfixia a los pobres y sufridos mortales en una atmósfera de cuentas y resultados, reduciéndolos a hormigas obreras. A pesar de quienes lo niegan, la humanidad cabalga a lomos de utopías que son fantásticas hoy y reales mañana.
Excelente post, Juan.
Un abrazo
Siempre es muy instructivo leerte. Entre las muchas citas que encontré de N. Mandela, la que más me gustó y subí al wasap del grupo de trabajo fue: "siempre parece imposible hasta que se hace". Y me resulta increíble porque está señalando que no hay nada imposible ni tampoco irrealizable, al final todo lo que te propongas se puede conseguir. Gran lección por parte de un gran hombre y tu homenaje es insuperable.
ResponderEliminarun abrazo
Y aunque al acercar los dedos al horizonte, la utopía nos muestre otro, avanzamos, a pesar de todo, empecemos por diminutas utopías de cada día, no las traicionemos, están a la vuelta de la esquina ¿parece fácil?
ResponderEliminarUn beso y gracias por estas reflexiones imprescindibles e inaplazables.
Me parece que Nelson empezó así, paso a paso.
Juan esta entrada es impecable, maravillosa, me dejo sin palabras para poder decirte lo que concluí al leerte.
ResponderEliminarLa utopía justamente es eso, pero quien sabe todas las cosas que podemos hacer en el camino que iniciamos para alcanzarla. Sin sueños la vida no tiene sentido, nada es imposible.
Un canto de esperanza y una inyección de energía a continuar siempre por más.
Gracias por compartir esto.
Un abrazo.
Yo sigo siendo uno de aquellos que pensaba que debajo del asfalto está la playa. Sólo hay que trabajar para conseguir llegar a ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una persona como Mandela nos reconcilia con la humanidad, un hombre fuera de lo normal, es la pena, que hay pocos así...¡qué generosidad tan infinita!
ResponderEliminarExcelente homenaje a Mandela y si lo has escrito antes y pensando en otras cosas seguro que llegado el momento, también es parte de ello.
ResponderEliminarQue tengas una bonita semana.