Ya me lo temía, pero el
informe PISA, sobre la educación, viene a corrobora lo que ya empezaba a
columbrar a la vista del escaso interés de una gran parte de los jóvenes por la
lectura.
Ya es sintomático ese
extraño y nocivo lenguaje inventado para que la tarjeta del móvil dure lo más
posible. Aunque lo que viene a decir el mentado informe es que lo muchachos
actuales no suelen entender lo que leen. Y claro está, si no lo entienden malamente
pueden aficionarse a la lectura de algo que le resulta intrincado y aburrido.
Prometo ante el María
Moliner, que en mi largo bachillerato de 7 años y Examen de Estado, nunca oí
hablar de morfemas, sintagmas, lexemas y otras extrañas variedades del léxico y
las oraciones.
Pero pongo a Salgari por
testigo de que ya con 6 o 7 años, ya supe sobre el colonialismo gracias a
Sandokan, el llamado tigre de Malasia.
No puedo asegurarlo,
aunque es más que probable, (la memoria suele ser selectiva), que me
suspendieran en algún curso de Gramática y Literatura, pero yo ya volaba solo.
Me creaba mis propios mundos con la ayuda de Dumas, Víctor Hugo, Julio
Verne, Zane Grey, Dickens y otros creadores de sueños.
Y puedo asegurar, que
sin ser muy ducho en oraciones sustantivas o adverbiales y en otros menesteres
gramaticales, mis recias convicciones de niño recién salido de la catequesis,
se vieron profundamente conmovidas tras leer a hurtadillas “El retrato
de Dorian Grey” de Oscar Wilde.
Y ya un poco mayor,
cuando el bozo aparecía tímido sobre mi labio superior, alguien supo poner en
mis manos las lecturas necesarias, para que el mito y la publicidad sectaria de
una época plena de indignidades, se viniera estrepitosamente abajo, empujada
por la sabia, elocuente y libertaria voz de los poetas.
No soy un virtuoso en
gramática castellana, pero yo también pienso, al igual que Vargas Llosa, que
aprender a leer ,(y entender, añado yo), es lo mejor que me ha pasado en mi
vida.
Agradeceré mientras
viva, los dictados de Don Abilio, las sugeridas lecturas de Dña. Consuelo
Otero, los poéticamente interesados préstamos de Juan Alcaide, las sabias enseñanzas de Cecilio Muñoz, los subrepticios y peligrosos, pero enriquecedores
consejos de Don Juan Fernandez Donado Mazarrón.
Todos y cada uno de
ellos me fueron empujando a esa agradable pasión de la lectura
Ahora, cuando ninguno de
ellos existe y yo ando próximo a emular su inexistencia, quiero agradecerles de
corazón lo que hicieron por mí.
Me enseñaron a vivir
otra vida, cuando la mía me resultaba pequeña y aburrida. Me enseñaron a soñar
otros mundos, cuando este en el que habito me resulta insoportable. Me llevaron
de la mano a paisajes y países que de otra manera nunca hubiese conocido.
Gracias a esa noble
pasión a la que ellos coadyuvaron, hoy tengo la facultad de pensar sin que
nadie me influya, tengo la libertad de decir lo que siento, porque si algo se
aprende en los libros es a usar la libertad, a aclarar la mirada, a vivir con
dignidad, a encontrar la verdad, a agavillar ilusiones.
El libro debe ser rampa
de lanzamiento para el conocimiento de otros mundos, yunque con el que moldear
personalidades, molino para molturar sueños y bastón donde apoyarse cuando la
vida nos muestra la peor cara.
Tengo una nieta con 10
años, que el regalo que más admira y pide es un libro. (su abuelo empezó
regalándoselos cada vez que traía una buena nota del parvulario y sigue
haciéndolo ahora), se los lee con verdadera fruición.
Pues bien, como no
quiero que me la maleen con plúmbeas clases de estructura de oraciones, a
partir de ahora a cada libro que lea, le exigiré que me escriba un pequeño
compendio de lo que le ha sugerido la lectura de ese libro.
Tal vez algún día, esta
nieta mía sepa agradecer que esa pasión por la lectura que supo inculcarle, fue
la mejor herencia que le dejó su abuelo.
La pasión por los libros se ha erradicado, amigo. Han conseguido lo que pretendía, una masa de analfabetos funcionales.
ResponderEliminarVas a la universidad y hay salas de ordenadores, aulas virtuales, bibliotecas con cientos de películas, teatro, tiendas, cuatro cantinas... todo ello repleto de gente. Las aulas vacías. Los profesores missing. Los libros impolutos en los estantes. Esas generaciones son las que nos van a curar, a educar a los pequeños, a construir edificios, a gobernar... Miedo da, eh? Buen relato para Haloween...
Un abrazo y tu cafelito. No nos pengamos negativos que se nos dispara la bilirrubina :))
¿Pues qué te voy a decir? Pues que tienes toda la razón del mundo. Y ahora nos vienen con otra vuelta de tuerca, de esas que... En fin...
ResponderEliminarUn abrazo.
Aquello de que la poesía es un arma cargada de futuro, cualidad que se puede ampliar a la literatura en general, hace tiempo que si está cargada es con balas de fogueo, dado el alejamiento de los jóvenes de cualquier manifestación literaria. Todo está en los libros pero entontecidos como estamos, creo que vamos a ritmo galopante hacia la total ignorancia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y el colmo son aquellos que pretenden reducir el currículum del estudiante a las asignaturas "instrumentales"
ResponderEliminar(Lo curioso del asunto es que sus hijos, y es lo más probable por no decir seguro, irán a centros en los cuales la lectura, empezando por los clásicos, es exigida y además con fruición. Normal, son los destinados a pensar, lo cual no quiere decir, necesariamente, a pensar cosas edificantes)
Por otro lado, no todo es así de negro: tu nieta representa a una parte, cierto que no muy grande, de niños y adolescentes. Los hay, y no tan pocos, que sienten pasión por aprender y disfrutan con la lectura, cierto que mayormente en soportes digitales, aunque eso es otra cuestión (y te lo digo yo, que adoro el olor de la tinta y el tacto de un buen libro).
Un abrazo
Hombre este es mi terreno. Me remango para contestarte como profesora de literatura esta vez.
ResponderEliminarLos planes de estudios son infames y desconectados de la realidad y sus intereses. No les conviene a los programadores que salga juventud lectora y los amargan con estúpida sintaxis repetitiva haciendo que odien para siempre la literatura. Aún así cada año se produce el pequeño milagro de una niñas de apoyo que lee las Rimas de Bécquer en una esquina mientras la profesora de educación especial le hace copiar las reglas de ortografía, de niños que leen a su ritmo en casa y suspenden el examen de lectura con una obra obligatoria que no les llena. Un precioso reto diario del que cada día gano una pequeña batallita. Si tuviese solamente alumnos ideales a lo mejor yo no lo valoraría del todo. UN BESO
¡¡¡Ole, ole y ole, tú!!!
ResponderEliminarEsa es la mejor enseñanza que nos han podido dar y la mejor herencia que le podemos dejar a nuestros nietos.
Si, Juan sigue de esa manera, a mi me la dejo mi padre y yo deseo dejarla a mis hijos y nietos.
ResponderEliminarBesos muchos ♥☻
Lo que tu nieta te agradecerá es lo mismo que yo a mi padre. Me ha gustado y he degustado tu escritura porque me ha resultado muy sabrosa en excelentes contenidos que reflejan una experiencia bien fundamentada. Agradezco profundamente los honestos comentarios que me has aportado durante tu valiosa visita a mis relatos.......
ResponderEliminarSeguro que tu nieta te lo agradece, Juan. Yo tuve varias personas que me abrieron este mundo maravilloso de la lectura y me acuerdo de ellos muy a menudo.
ResponderEliminarPero te veo un poco pesimista... hablan las cifras es cierto pero conozco muchos jóvenes y niños a los que les gusta perderse en un libro.
Me ha hecho mucha gracia tu despotricar contra tantos términos gramaticales y comparto tu sentir: leer extractos escogidos de buenos autores es el medio más efectivo de promover este gusto por la lectura, por su doble camino: su estilo que enseña y la curiosidad que despierta en el lector de ahondar más en su obra e ideas.
Como siempre, un placer leerte.
Un abrazo
Si hay algo que me hace sentir orgullosa es haber sabido transmitir a mi hijo la pasión por la lectura. Es cierto que hay una edad (un poco más mayores que tu nieta) en la que tienen la cabeza más centrada en el móvil y los mensajes y... otras cosas, pero yo creo que hay más jóvenes lectores de los que expresan las estadísticas. O a lo mejor es lo que quiero creer.
ResponderEliminarBesos
Te leí Zane Grey y ya me inspiré recordando todas las novelas que tenía mi madre de él y que las fui devorando una a una. Incluso hace un par de meses las restauré y volví a leer alguna (El bosque en llamas, creo que era una)
ResponderEliminarFui una lectora voarz y es lo que siempre traté de inculcar en mis alumnos.
Un fuerte abrazo, querido JL. Gracias por tu visita y tu comentario a través del email.
Estimado Juan: te puedes comunicar conmigo a elbalcondecas@gmail.com?
ResponderEliminargracias y saludos
La afición por la lectura no se enseña o transmite solo desde la familia. En mi caso fue una profesora de literatura en 3º BUP, la responsable de insuflar las ganas y el deseo de conocer más, vivir otras vidas y descubrir otros mundos. Está claro que habría que enseñar con cierto cariño por lo que se hace... sobre todo para transferir pasión por lo que se tiene entre las manos.
ResponderEliminarun abrazo