Soy
un convencido de que el flamenco, como cualquier modalidad de arte del
sentimiento, no puede explicarse, se siente o no, te alegra o te tortura como
un primer amor, no nos deja indiferentes.
Como
bien dijo Manuel Machado, “es el saber popular,/que
encierra todo el saber:/ que es saber sufrir, amar,/morirse y aborrecer.
Por
tanto solo daré unos pequeños datos sobre este “palo” del flamenco.
Me
atrevo a decir y coincido con bastantes
estudiosos que la “solea” es la piedra fundamental del flamenco.
Son
cantes de tres o cuatros versos. Los de tres versos se conocen por “soleá chica”, con rima consonante o
asonante, entre la primera y la tercera estrofa.
Yo sembré en una
maceta
la semilla del encanto
y me salió la violeta.
Los
de cuatro versos, (“soleá grande”),
con rima entres las estrofas pares.
Que salga el sol o que
no salga
¿Eso que me importa a
mí?
si la luz que a mí me
alumbra
es cuando te veo a ti.
Hay
bastantes variantes de la soleá, tantas
como lugares y cantaores, pero hay una línea inequívoca sobre el nacimiento y
crecimiento de este cante, que se inicia en Cádiz, para seguir por Jerez y
terminar en Triana.
La
de Cádiz, llamadas en principio “jaleos”,
tienen sabor a sal y a gracia, mientras que las de Jerez y Triana se hacen
mayores con el tiempo y terminan por aceptar un serio compromiso que atiende a
lo melódico y tonal.
Esa
soleá ya está hecha con mimbres de
dolor, desesperado sacrificio y ronco sentimiento.
Muchos
han sido los poetas que han querido y logrado escribir “soleares”. Hasta yo mismo que apenas sé juntar palabras con
sentido, lo he intentado. Craso error: las letras flamencas no les pertenecen a
nadie, están en el aire, están en el hondo decir de los que no saben gramática
y si saben de padeceres.
Corre y dile a tu
maestro
el que te enseñó a
querer
que te devuelva el
dinero
que no te ha enseñado
bien.
La soleá, no sería posible sin el
acompañamiento, unas veces claro y otras sombrío que vibra y nos hace vibrar
con los arpegios de una guitarra.
La
guitarra, esa guapa moza que nos acompaña, mientras el “cantaor” intenta domar su pena.
Con
su falseta el guitarrista comenta y
enaltece lo que el cantaor añora o sufre.
Pero
basta de palabras, os quería dejar un video y buscando he encontrado el que os
ofrezco. Y os contaré una cosa: ese vídeo me ha hecho llorar.
Os
doy la explicación, buscaba una “solea” que en su poesía dijera todo lo que el
sentimiento ordena y encontré esta de Pastora Pavón “La Niña de los Peines”. Unas “soleares”
que yo había oído cantar muchas veces a mí padre.
Esta
“solea”, que forma parte del
repertorio de la emoción y el recuerdo, ha podido con el sosiego y no he sido
capaz de domeñar los entresijos del sentimiento y mis lágrimas han sido también
arpegios de guitarra, acompañando a la verdad del cante.
Estupenda lección para neófitos. Gracias :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Toda una lección magistral sobre la solea y los sentimientos vívidos que despierta. Imagino que para ti especialmente tiene que haber sido muy grande traer a la memoria esas soleares que cantaba tu padre. Un abrazo
ResponderEliminarEsa soleá seguro que el alma te la alegra, aún en la ausencia dolorosa. Con este poema me has traído el recuerdo de mi madre que nos dejó en enero del 2017, y me niego ha guardar sus recuerdos, la quiero tener siempre presente.Me ha tocado el corazón está soleá.
ResponderEliminarFeliz noche.
¡BRAVO, BRAVO Y BRAVO! Muy buen post, ¡SÍ SEÑOR!
ResponderEliminarAbrazote de nuestra parte para vos y familia!!!
Enhorabuena, Dº Juan L. Trujillo. Hay que tener arte.
ResponderEliminarMe encanta...
ResponderEliminarSon letras que tocan el alma...
Es precioso este post, la música, todo.
Muchos besos, Juan.
"Enseñar al que no sabe". Me encantan estas lecciones de flamenco tan amenas que estoy recibiendo de tu pluma fácil. Gracias.
ResponderEliminarTe felicito por estas entradas que van in crescendo.
ResponderEliminarLa soleá es uno de los palos que más me gustan del flamenco y sus letras como bien dices están en poder del pueblo que las creó, las guardó y las ha sabido conservar.
Comprendo que te hayas emocionado oyendo a La niña los Peines, yo también lo he hecho y no conocí a tu padre, así es que me puedo imaginar lo que representa para ti.
Un abrazo por soleares.
¿Como podías tener todo eso dentro y no compartirlo? lo haces precioso, a quienes nos gusta lo disfrutamos, a los que solo tenemos una idea ligerita nos empapamos de sabiduría y para aquellos que no saben que detrás de la palabra flamenco hay otra que aquí se escribe con mayúscula y es Arte. Llorar al recordar a tu padre te ha acercado mas a el, seguro que te habrá secado alguna lágrima. Muchas gracias por estos regalos.
ResponderEliminarBuena muy buena lección de flamenco; palmas y enhorabuena. No cabe la menor duda, de que este arte lo tienes muy mamado.
ResponderEliminarAbrazo JUAN.
Mi blog es Gaudí y Más. http://amf2010blog.blogspot.com.es/
ResponderEliminarSaludos.
Hola Juán L. Trujillo. Yo no entiendo nada de flamenco, pero agradezco esta lección de las soleás, y he escuchado con toda atención a la NIña de los Peines. Hay que acostumbrarse.
ResponderEliminarla gente que hemos nacido en el norte somos más dados a otras músicas, que no son peores ni mejores, sinó diferentes. Gracias amigo, por compartir. Estaré atenta por si te decides a publicar mas sobre flamenco
Vengo directa del blog de nuestra querida amiga en común “Ester”, y por su recomendación en visitarte.
ResponderEliminarDecirte que ha sido un placer pasearme por aquí, por el arte y la belleza que he podido sentir, porque como muy bien dices, todo aquello que transmiten los sentimientos en cualquiera de sus expresiones, se sienten o no, así que felicidades por este post, así como por el blog que, sin duda, destila un sentir de los de verdad, intenso y profundo; toca la fibra.
Bsoss, y feliz día.
Juan, esto es impagable. El "duende" es ante todo sentimiento profundo, de él arranca su grandeza.
ResponderEliminarTengo una entrada a la gran Niña de los Peines, ella fue única. Al flamenco en general y a las mujeres guitarristas y cantaoras. No sabía que sintieras este arte de esta forma tan sublime...Si me lo permites, te sugiero el libro de José Blas Vega: Silverio: "El rey de los Cantaores", Ediciones Posadas, Córdoba, 1995.(Creo que su mejor biografo). No sé si lo encontrarás por ahí, en Sevilla está agotado desde hace mucho. Quizás por internet?
SOLEARES DE SILVERIO:
Aunque toquen a arrebato
las campanas der sentío
no s'ha de apagar er fuego
que esta serrana ha ensendio
Cuando te encuentro en la calle
er sentio se me quita,
y m'agarro a las paeres
jasta perderte de vista...
Cuando se ven en la calle
personas que s'han querío
se le múa la coló
y se les quita er sentio
Mar doló te mande Dios
como con otro te vayas
que t'has llevaíto mío
sangre mía en tus entrañas...
Te agradezco infinito estas entradas, tanto como te las valoro, aprendo mucho contigo. estoy espectante a la próxima.
Una caja grande de abrazetes, ea.