Leonardo Padura, con
su “Viento de Cuaresma”, Lorenzo Silva, con “Lejos del Corazón” y María Oruña, con “Donde fuimos invencibles”, han sido las novelas “estrenadas” este verano y las califico
así, ya que ha habido una reposición, que tenía prevista desde hace seis o siete
años.
Se trata de “La elegancia del erizo” y es acerca de ella de la que pretendo hablar.
La novela de esta
escritora y filosofa francesa, me ha vuelto a emocionar, quizás ahora más que
cuando la leí por vez primera.
Debo anticipar a
aquellos que leen “por pasar el rato”,
que se abstengan, ya que este libro, aunque no exento de belleza, también necesita una dosis de sensibilidad,
sosiego y reflexión.
Sobre tres personajes
que habitan en la misma casa “de ricos”
en París, se cimienta el andamiaje de esta singular novela: una portera que lee
a Carlos Marx y Tolstoi, oye música de Mahler y algún inquilino le recuerda al
Legrandin de “En busca del tiempo
perdido” de Proust.
Una niña de trece
años, superdotada, que lee haikus en “La
antología de poesía japonesa clásica” de la biblioteca de su padre. O que
está aprendiendo japonés para poder leer los “mangas” originales de Taniguchi.
Y un japonés jubilado,
que desentraña el nudo de las apariencias y pone en las vidas de ambas el
sosiego y la serenidad de la cultura “zen”.
Recuerdo que lo
primero que me vino a la mente, la primera vez que leí el libro, fue la certeza
de que las apariencias engañan.
Profundizando más me
ha enseñado que hay que sacarle sentido a la vida, cuando alrededor todo o casi
todo se desvanece, y nada mejor para ello que apoyarnos en la cultura en todas
sus acepciones, el humor, el arte y sobre todo en la propia vida.
Esta novela es también
un bello, humorístico y claro alegato contra la superficialidad.
Seguro que muchos de
mis lectores amigos, ya la habréis leído, para los que no, os dejo unas cuantas
perlas de esta singular novela:
“Así vive la vida un
hombre, en nuestro universo: tiene que reconstruir sin cesar su identidad de
adulto, ese ensamblaje inestable y efímero, tan frágil, que reviste la
desesperanza y a cada uno ante el espejo, cuenta la mentira que necesitamos
creer”
“Para eso sirve el
futuro: para construir el presente con verdaderos proyectos de seres vivos.”
“El Arte es la vida,
pero con otro ritmo.”
“Quizás estar vivo sea
esto: perseguir instantes que mueren.”
“De vez en cuando
rebobino la cinta, gracias a ese rosario laico llamado mando a distancia.”
“Para qué sirve la
inteligencia si no es para servir.”
“Los más fuertes entre
los hombres no hacen nada, hablan y hablan sin parar.”
Y este bello
panegírico sobre el té, que vendría pintiparado como introito, para las
entradas de los martes de la amiga Trazy.
“El ritual del té,
tiene la extraordinaria virtud de introducir en el absurdo de nuestras vidas
una brecha de armonía serena, Sí, el universo conspira a la vacuidad, las lamas
perdidas lloran la belleza, la insignificancia nos rodea. Entonces tomamos una
taza de té. Se hace el silencio, fuera se oye el soplar del viento, crujen las
hojas de otoño y levantan el vuelo, el gato duerme, bañado en una cálida luz.
Y, en cada sorbo, el tiempo se sublima.”
Si en verdad queremos
seguir viviendo, a pesar de que a veces
no entendemos esta vida, os recomiendo que atendáis a la lección de
esperanza, sosiego y cultura que nos ofrece este libro.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDe los libros de Padura, Lorenzo Silva y de Maria Oruña creo que he leido mucho de ellos, especialmente de Lorenzo que me he leido toda su zaga, el libro de Muriel Barbery creo haberlo leido hace unos años en el club de lectura.
ResponderEliminarUn saludo.
Una de mis novelas preferidas. La he releído unas cuantas veces y cada vez aprendo algo nuevo. Muchas citas tengo anotadas. En el blog tengo unas cuantas entradas sobre este libro. Reneé, me fascina esta mujer. Has explicado muy bien lo que significa esta novela para mí. Y sí, el ritual del té...
ResponderEliminarBesosssssss
“La elegancia del erizo” es la única que he leído, la de Lorenzo Silva está en mantillas, creo que ocupa el tercer lugar. Este verano he leído menos que otros, no elegí bien, Tiempo de silencio de Luis Martin Santos, Mazurca para dos muertos de Cela, El comprador de horas de Deval, un libro de historias varias que me regalado dedicado y un poemario que ha escrito el hijo de una amiga. En verano releo a los clásicos, este año opte por escoger contemporáneos. Un abrazo
ResponderEliminarJUAN ya veo que has aprovechado bien el verano, con lecturas de sumo interés. Yo ya no puedo leer lo que quisiera, por problemas de cervicales; si fijo mucho la vista me dan mareos, bueno y con el ordenador me pasa lo mismo. Las citas son admirables.
ResponderEliminarAbrazo JUAN.
Ahora que te leía me pasé a buscarlo, empezaré a leerlo el fin de semana, gracias
ResponderEliminarUn beso
Esa novela en concreto no la he leído, por lo que leer tu reseña hará que la busque, porque son duda te ha dejado un regusto a lectura con impronta.
ResponderEliminarHay libros que se han de releer, cuando la mente esté preparada para aprovechar la lectura. Un abrazo
Una entrada apasionante y rica en contenidos. Insuperables las citas. La reseña es completísima, ya sólo me resta darte la enhorabuena por lo bien que has aprovechado las vacaciones en el capítulo de lecturas.
ResponderEliminarBesos.
¿Y ya te ha dado tiempo a hacer otras cosas?
ResponderEliminar:-)
Un abrazo.
¡Madremía… cómo te ha cundido!
ResponderEliminarHola Juan, con la magnifica reseña que nos dejas y esas perlas me han entrado muchas ganas de leerla, voy a buscarla, gracias por darla a conocer.
ResponderEliminarBesos.
Las tres primeras que has nombrado no las conocía; pero La elegancia del erizo, sí. No la he leído, pero es una que tengo pendiente, porque me han hablado de ella muy bien. Y más ahora que también lo has dicho tú.
ResponderEliminarUn beso muy grande, Juan.