Fotografía de felo
Aunque suene a frase hecha, en
esta ocasión estaría justificado decir que era una paloma de altos vuelos.
Llevaba muchos años en la
porticada plaza de aquel noble pueblo castellano y siempre se reconocía o en
los tejados, contrafuertes y gárgolas de la iglesia catedralicia o posando
altanera sobre el monumento dedicado al prócer local que lucía majestuoso en el
centro de la plaza.
El inexorable paso del tiempo,
el sucio trafago de sus volátiles congénere y la desidia de los responsables
del lógico mantenimiento, habían terminado por ajar sus dos habituales hogares.
Iglesia y Ayuntamiento,
tuvieron que mover sus siempre eficaces capacidades de recaudación para poder
sufragar los elevados gastos que la remodelación, limpieza y acondicionamiento
de ambos monumentos, conlleva.
La plaza había perdido su
pasado esplendor. La iglesia, cubría la tristeza de sus añosas piedras con
lonas grises, mientras un mecano de hierros de colores, empaquetaba lo que
quedaba al descubierto, dejando sola,
aterida y a la intemperie una pequeña puerta que se había abierto para
hacer posible el culto.
De la majestuosidad del
monumento al prócer, solo quedaba visible el mustio jardincillo que lo rodeaba.
Ahora la paloma, que había
bajado a la plaza, veía pasar la vida, con todas sus faltas, penurias y
sordideces, a una altura que le era desconocida, al lado de un pordiosero, que
le regalaba algunas migajas de un trozo de pan que algún vecino dejaba cada
mañana, junto unas monedas. Aprendió de cómo era la vida de los seres comunes,
que tenían que inventarse cada día su subsistencia sin poder acceder a
subvenciones ni privilegios.
Las obras se acabaron. La plaza
volvió a tener su pasada belleza, pero la paloma no volvió donde solía.
Estaba mas a gusto junto a la
vida. Junto a los que jamás tendrían estatuas ni prebendas.
Estaba mejor al lado de
aquellos que sin apenas tener nada, eran capaces de repartir, sin pedir nada a
cambio.
El tiempo que le quedaba, lo
quería vivir a ras de suelo, a la cabal altura de los que, con razón, se llaman hermanos y demuestran con hechos que la
solidaridad existe.
No quería sentir ese mal de
altura de los que solo saben volar cuando les empuja la avaricia.
Ve donde el amigo ALFREDO, para seguir volando
Ve donde el amigo ALFREDO, para seguir volando
Sabia paloma, donde se ponga estar a ras de vida...
ResponderEliminarNo, si es que te terminas encariñando con todo :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Toda una metáfora!
ResponderEliminar=)
Me encanta el símil. Amigo mío, así es: con los pies firmes en el suelo y el corazón bien alto, así es como se vuela de verdad. Repito, tu metáfora es perfecta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
La paloma aprendió algo muy valioso, la solidaridad y eso solo lo hacen quienes menos tienen.
ResponderEliminarLo demás es toda migajas.
Un abrazo :)
Mi lado "pajaróloga empedernida" se sonríe dubitativa ;) ... pero me ha gustado esta imagen de una paloma ejemplar que rehuye de dos piedras altas y frías (donde tantos se complacen) para sentir el verdadero calor, el calor del mundo de a pie, siempre generoso.
ResponderEliminarComo siempre, un placer leerte, Juan.
Un gran abrazo y una sonrisa. :)
...
Nos das un mensaje dicho con altura y desde la ALTURA Juan; con excelente consejo final....
ResponderEliminarUn buen mensaje para la clase alta, que si es alta es porque jamás compartió nada a no ser con los de su propia "raza"...
ResponderEliminarUn abrazo.
Una bonita metáfora, a la altura de los acontecimientos que por desgracia nos rodean. Alguien debía de tomar nota; pero seguro que el que tiene que oír se hará el sordo, como si no fuera con él, y todo continuará igual.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustan las metáforas, tristes, pero originales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vinieron bien las obras para hacerla aterrizar. Son muchos los que viven en sus hornacinas, por encima del bien y del mal. pontificando sobre cosas y situaciones que ni conocen ni padecen,
ResponderEliminarHermosa entrada, Juan L.
Un fuerte abrazo.
La experiencia de esta paloma encierra mucho. Toparse con la realidad le sirvió para darse cuenta de muchas cosas. Muy buena metáfora. Un beso.
ResponderEliminarLa paloma alcanzó a probar lugares diversos y pudo finalmente escoger donde quedarse.
ResponderEliminarTu relato, muy bien narrado, carga su mensaje, y ciertamente, creo que de optar, me quedaría picoteando las miguitas afectuosamente entregadas, en un acogedor lugar de sol y solidaridad.
Besos al vuelo!
Gaby*
Al bajar a la realidad de la cotidianidad encontró un mundo más natural, más simple donde posarse. Y quizás con más candor que el que recibía de las alturas.
ResponderEliminarUna hermosa historia, con un final que deja mucha enseñanza.
Un abrazo.
Lástima que no todas las palomas viven a ras de suelo.
ResponderEliminarEs muy difícil, cuando siempre has vivido en las alturas, bajar a la tierra y preferir quedarse en ella.
Buenísima enseñanza.
Feliz fin de semana.
Un abrazo Juan.
De no ser por esas obras, esta paloma no aprende a caminar a ras de suelo, al menos esta fue consciente de lo bueno de la vida. De las otras ya se hablará.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
Pero vamos a ver, Don Juan Luis Trujillo, ¿usted sabe lo que vale?, ¿sabe la humanidad que destilan sus poemas, reflexiones, relatos?, ¿sabe acaso cuanto me gusta venir a aprender y degustar de sus escritos?
ResponderEliminarEs hora de que se vaya enterando¡¡
Besos muy muy fuertes ♥♥
Esta paloma es un ejemplo. Lo penoso es que raras veces los grandes caen y, si lo hacen, inventarán todo tipo de artimañas para volver a subir.
ResponderEliminarUn abrazo, querido Juan L.
Y es que por el interés te quiero Andrés, dice el refranero español. Un relato muy rico y bien escrito.
ResponderEliminarGracias por participar en mi primera convocatoria.
Saludos.
Un buen ejemplo el de la paloma que deberían seguir muchos "pájaros" hoy e día, porque desde arriba se ven las cosas muy diferentes.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso
Juan, en mi lateral sales con una especie de señal de prohibido. Una vez en tu página, todas tus imágenes, incluida la de cabecera del blog, están en ese plan: señales de prohibido. Ignoro si al resto de tus lectores les pasa lo mismo, o si tú lo ves también así.
ResponderEliminarUn abrazo
:(( A mí, me pasa lo mismo que a Valaf... ¡¡¡ Juan !!! ¿Dónde estás?
ResponderEliminarUn abrazo
Ahora ya se ve perfecto!!!
ResponderEliminarOjalá más de una obra hiciera bajar a las palomas de altos vuelos de sus aéreas cornisas. Con una más que tomara la misma decisión, todos saldríamos ganando.
ResponderEliminarMucho dice este relato. En primer lugar, la remodelación de la plaza me llevó a la del Pilar, de Zaragoza, que no siendo muy bonita, la remataron. No es el único caso. Por otro y principal, me gusta como describes el sentimiento de la paloma que cuentas, esa sabiduría.
ResponderEliminarUn abrazo.