Le falta a la tristeza de este cementerio, un ciprés triste y ennegrecido por la polución.
La técnica está de luto, en este rincón de hierros retorcidos y al revés que en otros cementerios, ni siquiera late el pequeño hálito de vida de unas flores secas y una dedicatoria.
El orgullo de la maquina inicial, ha perdido su
soberbia de luces parpadeantes, cristales coloristas y relucientes botones y
ahora es el tétrico esqueleto sin sentido de la chatarra.
Es como una verdadera y trágica lección de humildad
a la suficiencia presuntuosa de la técnica... y al hombre, que se hace su
esclavo y valedor.
Ya queda lejos el fulgor pretenciosa del
escaparate, el luminoso, casi lascivo, parpadeo del anuncio, los argumentos
falaces a nuestra propia conciencia, justificando necesidades nunca existentes,
los sacrificios y costos de nuestro infantil deseo.
Queda lejos el primer y
casi amoroso tacto del inicio y el temblor casi místico del estreno.
Y al poco tiempo, siempre al muy poco tiempo, el
inicio casi inexorable, de una muerte presentida, cuando en un nuevo
escaparate, real o catódico, los renovados guiños de otro anuncio, nos anuncian
el nacimiento de otra nueva maquinaria que, irremediablemente, empieza a hacer vieja y no deseada, a la que ahora, olvidada de herrumbre y silencio, se mezcla con otras tan olvidadas
como ella.
El deseo y cariño iniciales, se van trocando en
inventados defectos, latentes prejuicios y disimulados odios.
Otra nueva máquina, mas brillante y tentadora que
la anterior, con guiños mas excitantes, con un tacto mas suave y con una
tecnología mas joven y novedosa, empieza a llenar de arrugas y achaques,
ciertos o inventados, al primigenio objeto del deseo, ya definitivamente
desahuciado.
Y vuelta a empezar en la búsqueda de justificaciones,
utilización de trampas contra la propia conciencia, hueros argumentos y
onerosos desembolsos, aún mas sangrantes que los anteriores.
¡La decisión ya está tomada!. ¡No hay que ser el
último en la loca carrera de la apariencia!. Hay que sacrificarse con tal de
ser la envidia de los demás.
Y mientras la técnica inventa otros imanes para
atraer conciencias, los libros de siempre se amontonan en antiguos anaqueles,
en espera de que alguien descubra lo verdadero, autentico y eterno.
Los
senderos, vírgenes de pisadas, enseñando caminos que llevan a la autentica
belleza.
Los horizontes, ávidos de miradas siempre agradecidas y las estrellas,
pugnando por brillar, rompiendo una telaraña de orín y niebla, esa zafia
materia necesaria para que el deseo continúe.
En este cementerio de chatarra, además del oxido y
la herrumbre, están también, a la intemperie, los sueños que solo fueron un
fogonazo de deseo y posesión.
Lo triste es, que nadie ha querido enterrar sus
sueños. Ni siquiera han merecido que a la vera de tanto deseo trasnochado, nazca
una pequeña y colorista flor que al menos los hagan parecer mas humanos.
Un texto descriptivo MAGISTRAL. IMPECABLE. con el agregado de los sentimientos a flor de piel. Lo has bordado Juan. ¡Te felicito ! Por momentos, mientras te leía me contagié de la tristeza del lugar.
ResponderEliminarbesos.
¡lindo inicio de semana !!:)
Es curioso: cualquier cosa puede ser describa con bellas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y el mejor ejemplo, al menos le pasaba a mi padre, a mi suegro y a nosotros...los coches. Hay que ver el cariño que llegas a tomarle a un coche, seguramente por la cantidad de vivencias familiares que se asocian con la vida de un cuatro ruedas. Vamos, como para imaginarlo en un desguace, es que te entra de todo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Todos los cementerios son tristes pero hay algunos que tienen alma encerrada en los sentimientos que los vivos ponemos en los recuerdos, pero cuando el cementerio es de cosas sin alma, de caprichos, sólo queda el objeto que los ha reemplazado, es decir NADA.
ResponderEliminarBello texto.
ResponderEliminarAsí somos casi todos nosotros... Un reflejo de esta sociedad de consumo en la que nos han entronizado para no salir jamás.
ResponderEliminarQué poco valoramos lo que realmente importa y cuánto las apariencias.
Sabias palabras.
Feliz semana.
Besos.
Al final, todos nos convertimos en chatarra, solo que puede ser mostrada de forma armoniosa o como simple basura.
ResponderEliminarSaludos
En todos los cementerios se marchitan las flores. Todos nos convertiremos en desecho orgánico. Así que vamos a salir de toda esa basura y al aire puro plantemos un árbol para producir savia nueva.
ResponderEliminarSaludos.
Y a mí lo que más me entristece es cuando veo la cantidad de gente y niños que viven de buscar en la basura, por cosas ínfimas que nosotros ni nos agacharíamos.
ResponderEliminarUn abrazo, apreciado JL
Se me erizó la sangre al ver la imagen y comenzar a leer, porque yo enseguida asocie con otros derrumbes, pues, como seguramente sabes, aquí se les sigue peleando por saber el porque. De cualquier modo, se le parece bastante a las chatarras abandonadas, por quienes no les importa de sueños.
ResponderEliminarUn abrazo :)
A esto le llamo yo "chatarra digital". Cada año generamos desechos no porque ya sean inutiles sino porque, como dices, nos deslumbramos ante los nuevos dispositivos y no nos paramos a pensar si realmente necesitamos lo nuevo o aún podemos arreglarnos con el que tenemos. Es para reflexionar.
ResponderEliminarBss.
No acabo de entender el ansia que parece dominarnos (aunque creo que tengo esa compulsión bajo control) por estar a la última en tecnología. Me admira esa facilidad para desechar aparatos simplemente porque hay un nuevo modelo con más "prestaciones". Yo intento agotar la vida útil de cualquiera de ellos y sinceramente mi nivel de autoestima no depende de la posesión del último modelo de ipod, tablet, pda, portatil o cualquier otro aparatito. Los valoro en la medida en que me son útiles pero intento que no me generen nuevas necesidades.
ResponderEliminarSigo prefiriendo la belleza primaria de la naturaleza al brillo de una pantalla, pero creo que no tienen por qué ser excluyentes, bastaría con ser capaces de discernir la importancia y el valor de lo uno y lo otro.
Interesante reflexión Juan.
Besos
En esta sociedad de prisas y necesidades que no son innecesárías, solo alguien con tu sensibilidad, podía describir tan clara la frialdad de este cementerio...y lo bobos que podemos llegar a ser los humanos, olvidando lo que realmente importa.
ResponderEliminarAbrazos cálidos amigo.
ResponderEliminarY a mi que se me dá por comprar antiguedades!!! Voy al revés...
Viste la peli Wall-E?
Estoy de acuerdo contigo, tenemos tal interés en aparentar y representar lo que no somos que compramos y compramos sin parar, llenando nuestra vida de objetos inútiles que al poco tiempo desechamos. Tu sensatez siempre es bien hallada.
ResponderEliminarun abrazo