sábado, 13 de diciembre de 2014

EL OFICIO DE MENTIR


Imagen de Internet

Hay otra capa de ozono que lentamente va restando claridades al cada vez más feo panorama de la existencia.

Se va adueñando poco a poco de la realidad y sin ningún Kyoto que lo remedie, ensucia la escasa claridad que nos rodea. Me refiero a la mentira, esa mancha gris  e insidiosa que con insistencia febril se instala entre nosotros.

La primera acepción del D.R.A.E, es bien conocida por todos: “decir lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa”.

Pero hay una 2ª acepción que dice: “Inducir a error. Mentir a alguien los indicios, las esperanzas”.

¡Mentir las esperanzas!. Dar brochazos de zafiedad y luto a la alegre esperanza de cada uno. Reírse de los deseos que siempre deben ser verdes y risueños.

Paso por alto, esa mentira prácticamente aceptada por todos, enmarcada en lo que se ha dado en llamar “publicidad engañosa”, que se inventa términos, retorcidas y desconocidas pócimas, pretendidas ventajas, que son lisa y llanamente: mentiras.

Me refiero a los mendaces que trapaceramente,  le dan la vuelta al diccionario, para decir hoy una cosa y al día siguiente la contraria, sin que se les mueva de vergüenza un solo musculo de la cara.


Y muchas otras facetas del vivir diario, que ocultan sus felonías, tras el multicolor telón de la mentira.

Pero yo quiero referirme a la mentira de los hombres que debían dar ejemplo de mesura, verdad  y rigor. Me refiero a los políticos y a los que viven al agradable calor de su proximidad.

Decía Apolonio, “que a los siervos les correspondía mentir y a los hombres libres decir la verdad”.  

Hoy todos somos hombres libres, afortunadamente, pero todos entendemos esa distinción que hacia el filósofo de Tiana.

Me refiero a esos embusteros, barajadores, chapuceros, echacuervos, y fuleros, que son capaces de intentar hacernos creer que el sol los ilumina, aunque sea noche cerrada.

Esos pitofleros, falsarios, rollistas, invencioneros y sofistas,  que creen que el resto de los humanos somos imbéciles y ellos tienen la única llave que permite saber la verdad que les interesa.

En un estudio publicado en el “The British Journal of Psiquiatry” se asegura que los mentirosos compulsivos tienen un 14% menos de materia gris, lo que significa que se preocupan menos por los aspectos morales.

Hagan un repaso de personajes, que acaparan los telediarios y las ondas y saquen consecuencias de la catadura moral de algunos de los que  intentan mandarnos y su coro de aduladores.

En países de los que se dice que su “pedigrí” democrático es superior al nuestro, a un político se le puede perdonar cualquier error o pecado, lo que no perdonan nunca es que les mientan.

Aquí por el contrario, parecen tener barra libre e incluso algunos lenguaraces blasonan de sus propias felonías.

Pienso para mí, que nosotros hemos llegado un poco  tarde a la democracia y por tanto nuestro historial es menos brillante, pero que no se crean a salvo esos mentirosos compulsivos, a nosotros lo que nos sobra es memoria.



13 comentarios:

  1. Debe tratarse de una pandemia. Por aquí estamos "empestados" de esos tipejos
    =(

    ResponderEliminar
  2. Cierto, a muchos nos sobra memoria y edad.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Bueno... democracia... democracia... se está demostrando que no es precisamente lo que tenemos.
    Hay un par de siglos culturales que tenemos que superar si queremos ser realmente democráticos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hola Juan ! Lamento coincidir contigo. Me gustaría pensar lo contrario. Pero nosotros también estamos afectados por las cosas tan feas que mencionaste. Yo siempre pienso que conmigo ya está, estoy transitando el último tramo del camino pero ... ¿ y las nievas generaciones ?... ¿qué les estamos heredando ?...
    Un abrazo gigante.

    ResponderEliminar
  5. Tu claridad y tu trato hacia los viles mentirosos quizás sea hasta educado...me vas a permitir que ponga en mayúsculas PENDEJOS¡¡¡

    Besos muy fuertes,

    tRamos

    ResponderEliminar
  6. -Es mentira que cuando comienza a llover, huela a ozono.
    -Vivo en México DF y es mentira que cuando hay niveles altos de ozono, algunos lo huelen; raspa la garganta.
    -Es mentira que la capa de ozono dependa (tanto) del calentamiento global.
    -Es mentira que una molécula de CFC disocie tantas moléculas de ozono... o los pedos de las vacas.

    Las mentiras de los políticos son ciertas.

    ResponderEliminar
  7. Además, parece que la condición de mentiroso es requisito imprescindible para sobrepasar cierto escalón en la pirámide de poder. Es como una especie de axioma: para que te dejen mandar debes comprometerte en la ocultación de los hechos y si algo nos dice la memoria...es que hay cosas que no cambian en esa parcela. Quizá por eso, y si hablamos de esa gentuza, no me fío de nadie, ni de los que están y mienten ni de los que quieren llegar, mintiendo.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Lo triste de nuestros políticos es que ni siquiera tienen arte para mentir. Lo hacen como bellacos prepotentes. Y entre mentira y mentira, verso y verso, me acerco de tarde en tarde a beber de tu sabiduría, amigo Juan. Y a desearte felices fiestas.

    ResponderEliminar
  9. Pero ahí están, y unos le ceden el puesto a los otros y de cara a la galería cada uno defiende una mentira pero en cuanto a sus intereses particulares todos se ponen de acuerdo en contarnos la misma mentira.
    Y lo que más me indigna es que nos supongan idiotas perdidos, pero por desgracia llegado el momento consiguen perpetuarse en la mentira.

    Besos

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  11. Para ruborizarse un poquito hay que tener vergüenza, cosa que la mayoría de los politicos no saben qué es, Y lo del 14%, creo que se queda corto para la masa gris que algunos tienen en la cabeza (o sea cero pelado).

    Buena crítica
    bss.

    ResponderEliminar
  12. Creo que nunca se llega tarde a la democracia, Juan. De lo que no estoy tan segura es que todos tengamos memoria para evitar caer en las trampas de las mentiras.
    Esperanza (de la buena jeje, no la madrileña) y textos como los tuyos ayudan y mucho.
    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar