El día que aprendamos
que la vida es una constante compañía.
El día que sepamos
que convencen más los sentimientos que las
consignas.
El día que amanezca el mundo
irisando la poesía de las cosas
y la suave fortaleza del abrazo.
El día que el sol
y los latidos se acompasen para todos.
Ese día.
las sonrisas y las flores,
las fuentes y las olas
y todo corazón desenmordazado,
nos harán sentir la música posible
de la libertad y la vida.
Y ese día, seguro,
las urnas se llenarán de “síes” y claveles,
sobrarán todas las banderas
y es muy posible
que se borren las líneas de los mapas.
Y todas las diagonales confluirán
en un necesario mañana de libertad y concordia.
Precioso me ha encantado; ese canto a la libertad, a la paz, al amor y a ese mundo sin fronteras, ni límites ni guerras. Algo difícil de conseguir, pero con la buena voluntad de los mandatarios el mundo mejoraría mucho; pero ellos que tienen el poder y los medios, no están por la labor.
ResponderEliminarAbrazo Juan.
Pa mi que falta un rato todavía :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego ese día nos lo merecemos pero parece que no nos dejan, y es que muchos prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. Un abrazo
ResponderEliminarMuy idealista te veo. Mejor para ti!!
ResponderEliminarMe has emocionado porque pienso igual que tú, pero más burdamente: Las banderas? trapos, ¿las fronteras pa qué?
ResponderEliminarQue se llenen las urnas de "sies" o "noes" es lo de menos, lo importante es que exista libertad y concordia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cómo me gustaría ver estos días todas las calles de este país cubiertas de pancartas con estos textos tuyos, Juan... Un abrazo apretao.
ResponderEliminarEstoy en tu linea, Juan. No se me ocurre nada más expresivo.
ResponderEliminarUn beso.
Tu poema es para aprendérselo de memoria, para que no se olvide, para grabarlo en mármol más que en efímeras pancartas pero...desgraciadamente demasiada gente ni sabe leer esta clase de canto ni tiene ganas de aprender... y eso es lo peor :(
ResponderEliminarUn abrazote grandegrande, Juan, amigo en las letras.
¡Ojalá llegue ese día, Juan! Mientras tanto no llega, aprendamos al menos a no dejarnos pisar por quienes no consienten la simple existencia del vecino. Y no necesariamente la existencia física (que desgraciadamente, también), sino aquellas normas básicas de convivencia (las leyes) que, hoy por hoy y hasta que la Arcadia de tu magnífico poema se concrete, evitan que esto sea la Selva.
ResponderEliminarY otro abrazo de nuestra parte!!!