martes, 18 de octubre de 2022

PÁJARO HERIDO




 

Los versos, cada vez se hacían más difíciles al viejo poeta.

Un día que su nieto comprobó que ya no nacían espontáneos con la misma asiduidad de siempre y tratando de animarme a seguir “escondiéndome en las palabras, como la luna se esconde entre las nubes”, me conminó a la publicación de un poemario, con todos aquellos versos que había publicado.

Debió a cogerme en la hora tonta y le prometí que haría un expurgue de todo lo escrito y cuando acabara veríamos de la posibilidad de la publicación.

Me puse a ello buscando “palabras con sombra y luz, libertad y presagio, palabras capaces de dar vida a los sueños”.

Tratando de olvidar que sigue habiendo manos “teñidas por el negro destino del dominio y el luto”.

Olvidando lo que nos pasa, mientras “reniego del puñal de escalofríos, que busca el meollo de los huesos, de labios que se niegan a los besos y de vientos que ensucian el rocío.

Yo que era de los que “heredamos el mandato de los sueños”, de los que “supimos olvidar todas las afrentas, de los que usamos la palabra, solo para contar certezas”.

Yo, “que me trasiego en vino, para que podamos bebernos sorbo a sorbo”

Yo que “me esforcé buscando claridades y me perdí en la rosa de los vientos” mientras “pretendía fabricar un mundo de verdades, donde solo cotizara la poesía”.

Yo, “que siempre busqué la amistad en la palabra”  no entiendo “esta resaca de improperios”, “esta asonancia estruendosa de gritos”.

“Por eso no entiendo  las que nacen con filo de puñales, como ladridos de perros rabiosos, no entiendo a los que sortean verdades y edifican discursos con cimientos de mentiras.

No entiendo este desasosiego de palabras, yo “que me aferro a ella, la mezclo con mi sangre para que salga a borbotones al sentirme herido de poesía”.

Pero cada día me cuesta más trabajo “construir casas con palabras, en las que no entra el frío ni la usura, y me invento canciones para que la gente se abrace entre estribillos”.

Y por si esto fuera poco, un malnacido “maestro de cenizas y ataúdes, asesino de azules y eficaz con la hoz, de espigas y de vidas, decidió que las noches fueran sombrías, los latidos desolados y los llantos como truenos de tormenta”.

A pesar de tratar de ser “la llama que grita ante tanta ceniza y tanta flor decapitada, sigo siendo el que recuenta niños, huyendo como hormigas asustadas”.

 

Es triste decirlo, pero mis pobres versos, patéticos y sin brillo, no han servido para nada, “he perdido mi apuesta con los pájaros”, “ahora que estoy en un triste tiempo de cenizas”, “no me sale a cuenta lo vivido, si repaso a ley mi biografía, eran muchas las cosas que quería: crear, vivir, cambiar… y no he sabido”.

No merece la pena publicar mis versos. Mejor un libro de auto-ayuda.

 

 

 


1 comentario:

  1. Aclaración para "puristas":
    Soy consciente de que inicio mi entrada con un personaje ficticio. Bien saben los que me conocen que no tengo ningún nieto varón. Al tener que "picotear" entre mis versos para trasladar el mensaje de mi escrito, comprobé que ya hablaba en primera persona.
    Hubiese sido fácil arreglarlo, pero consideré que dejarlo como estaba, le daba mas verosimilitud a mi mensaje, ya que ello suponía que me implicaba totalmente con lo escrito sin pasarle la responsabilidad a alguien inventado.
    Espero que lo entendáis. Gracias.

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