Fotografía: Miguel Saligó
Tras una larga y solitaria caminata,
aquel sendero me concedió el premio del más maravilloso paisaje que nunca había
visto o soñado.
El sendero se detenía abruptamente,
sin duda asustado por el enorme desfiladero que se iniciaba a sus pies.
Instintivamente retrocedí unos pasos
y evite mirar hacia el vació. No quería ofrecer mi inestabilidad al sugerente
imán de las profundidades.
Sentado en un mullido montículo
verde, me di a contemplar toda la belleza que tenía enfrente de mí.
Una cascada rompía con su rumor de
espumas el quieto silencio de la tarde.
Hipnotizado, como desprendido de
todo lo que me ataba a lo prosaico y normal, al poco rato me encontraba
hablando con la gran masa de agua que se desbocaba encabritada hasta las
profundidades.
.-<< Me gustaría ser como tú , que le roba el brillo al
sol. Que tiñe de verde las tristes y desconocidas oquedades que
negrean tras de
ti. Me gustaría
ser como tú
y cantar una alegre canción
de vida, antes de perderme en un infinito de ondas, espumas y profundidades.
Lo que no puedo entender es por qué ese afán de constante suicidio, estando rodeada como estás, amiga cascada, de tanta
belleza. >>
La cascada siguió con su constante y
saltarina monotonía. Solo cambió el sonido rumoroso de su eterna canción.
Y cambió, para que yo pudiera oír
con nitidez sus palabras:
.-<< Amigo, es que mi vida es un fracaso. No puedo soportar tanta
verticalidad suicida y estas estrechuras que coartan mi libertad. !!!Yo lo que
verdaderamente quería, es haber sido mar!!!.>>
Las miríadas de gotas que nacían al
estrellarse el agua en el fondo del desfiladero, parecían velas blancas que
surcaban rumbo al sol que empezaba a esconderse por el horizonte.
Yo, regresé a mi camino, pensando
que ni siquiera aquella belleza contrastada, estaba de acuerdo con el papel que
el destino le había otorgado en el reparto del gran teatro del mundo.
Me hice adicta atus entradas.
ResponderEliminarFASTUOSA , MAGISTRAL. Estuve contigo sentada en la almohada de céped mullida viendo caer esa magnífica cascada. Escuché cada una de las palabras que le dirijías.
Me has dejado sin palabras. Escribes como los dioses.
"Una cascada rompía con su rumor de espumas el quieto silencio de la tarde " ¿cómo superar esta metáfora ?
¡FELICITACIONES !! :)
Sujetas el imán entre tus alas y al sacudirlo siento la atracción poderosa de venir y leerte, sé que encontraré un mundo de sensibilidad y un infinito de sorpresas que me ofrece tu imaginación, es precioso, como todo lo que brota de tu pluma, esa que lleva tinta del alma y recipiente fabrica directa del corazón.
ResponderEliminarUn beso Juan, te cuidas
Siempre se ponen pegas a lo que se tiene, somos inconformistas por naturaleza.
ResponderEliminarLo que no sabía la cascada es que algun día cada gota suya llegaría al mar, cargada de vivencias y sonidos... ;)
ResponderEliminarUn abrazo, poeta, y una sonrisa :)
El sonido y la visión de una cascada no tienen... nada que ver con otra cosa que puedas imaginar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Soberbio¡¡¡¡
ResponderEliminarJuan Luis, ya no el mensaje el cual es completamente cierto, es tu imaginación, es tu sensibilidad de ese diálogo con tanta exquisitez de palabras bien muy bien conseguidas en su unión, ¡mi admiración¡
Besos muchos ♥♥
tRamos
Las cascadas no son blancas por su espuma, sino porque al ir más rápido las de abajo (moléculas de agua) que las de arriba, rompen muchos de sus enlaces de hidrógeno y forman una especie de vapor (~nubes). Parte de esa Energía Cinética (se frena) se transforma en Térmica (calienta el (generalmente) remanso). Un chorro tan sólo se hace más "delgado" según va cayendo.
ResponderEliminarNo es por ir de listo, sino que primero he visualizado en el último párrafo tuyo, la para mí tu respuesta.
Tras escuchar el ruido que hace una cascada o el rumor de un río, siempre te dan energías para continuar el camino por el sendero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahhh, my friend, leyéndote me he acordado, precisamente y ya que anda la Taberna con el asunto del Penyagolosa, una cascada muy cercana a Villahermosa del río, en el paraje conocido como "El Carbo", pues no hemos hecho el camino que va desde el Penya hasta allí, es precioso. Además, sacada de la red, te pongo el enlace de la misma, y en esas aguas nos hemos bañado bastantes veces:
ResponderEliminarhttp://1.bp.blogspot.com/-nWNlaE9qjzY/TsJcAtt6h-I/AAAAAAAABH0/1Xm3xZzdmpM/s1600/RioCarbo_2011_11_13_073+copia.jpg
Por lo demás, ¿qué tendrá el sonido del agua rompiendo que nos trae ecos de voces inaudibles? Por otra parte, la moraleja de tu texto es más que pertinente: quien no valora lo que tiene está condenado a vagar sin rumbo y a ser un infeliz de por vida.
Un fuerte abrazo
Un texto del que se aprende, nadie está conforme con su destino, incluso lo que a simple vista puede parecer hermoso, esconde en su interior algún que otro fracaso o deseo incumplido.
ResponderEliminarFue un gusto leerte como siempre.
Un abrazo enorme.
Puedes tener aspiraciones y tratar de logralas, pero eso no significa no estar conforme con lo que se es... que me guste ser más fuerte no quiere decir que trate de convertirme en campeona de levantamiento de pesas.
ResponderEliminarUn abrazo. Las cascadas me hipnotizan.
Es lo que somos, apreciado JL, un continuo deseo sin satisfacer, una cascada de contradicciones.
ResponderEliminarUn besote
Así somos, como la cascada. Nunca estamos conforme con lo que somos o tenemos.
ResponderEliminarUna forma muy hermosa de presentarnos esta reflexión.
Besos
Con el paso de los años y mis experiencias vitales, he aprendido a valorar lo que tengo, es mas, a no desear lo que no tengo. Pero sobre todo a dejar la puerta abierta al futuro.
ResponderEliminarBesos querido amigo.
Nos dejas una intersante reflexión, querido Juan, con una exctraordinaria prosa poética.
ResponderEliminarNunca estamos conformes con lo que somos o tenemos y eso nos hace sentirnos desgraciados en muchas ocasiones, incapces de apreciar nuestros propios valores.
Un abrazo