Decía Juan Ramón
Jiménez, que si te dan un papel pautado, es mejor escribir por detrás.
Viene esto a cuento a
que una vez pasado el 14 de febrero y habiendo leído lo que en esta bitácora se
ha escrito sobre la fecha, he dejado que el calendario siga su curso y me he
puesto a pensar en nuestra felicidad compartida, en mis cincuenta y muchos años
que han dado para poder conocer y sentir el amor, de mil y unas distintas y
hermosas maneras.
No soy muy aficionado
a los “días de”. Casi todos tienen trampa.
Quiero decir con esto,
que de haberme afanado un poco más, esta entrada podría haberla publicado ayer,
pero como mis sentimientos no varían por indicación de ninguna fecha, he preferido
que sea hoy. Un día que sigo queriendo igual a la protagonista de la historia.
Corrían los años 50
del pasado siglo y se hizo el milagro.
Conocí su piel gracias
a que nuestra media de altura, era un poco superior a la normal de los jóvenes
en aquellos años y sobre todo a Fred Zinnermann.
Yo tendría entonces 17
años y ella rondaría los 15. Nuestra altura y porte, debieron convencer al
portero, para no poner pegas a la hora de acceder al viejo cine Proyecciones, a
ver la película “De aquí a la eternidad”. 3R.- Mayores con reparos.
Eso, o la bondad
congénita de Armando el portero y el hecho de que no merodeara por las
taquillas un cabo de aquella Guardia Civil tan distinta a la de ahora.
Lo demás lo pusieron
Deborah Kerr y Burt Lancaster.
No es que menosprecie
las brillantes dotes artísticas, (algunas merecedoras de Oscar), de Montgomery
Clift, de Frank Sinatra, de Donna Reed o de Emest Borgnine.
Nada de eso. Pero esa
brillante lección de pasión, ese abrazo rodeado de espumas y algas, esa
demostración de que el amor, aunque sea adultero, también es amor, fueron los
resortes que hicieron buscar la piel de la persona a la que amaba.
Todavía hoy, el
recuerdo de aquella ceniza que aún queda en mis dedos de aquella tarde, es como
una golondrina directa a aquella piel donde crecían las violetas.
Mientras Montgomery
Clift, sacaba notas tristes a su trompeta, espejos de luz brillaban en los ojos
y ramilletes de orquídeas se ofrecían a los dioses del amor y el deseo.
Mientras Frank Sinatra
moría, un manantial de caricias, como alas de palomas, buscaron abrigo en la
esperanza de un mañana dispuesto a estallar en plenitudes.
Salimos a la noche,
empapados de estrellas y soñando eternidades.
Ahora que recuerdo
aquella tarde de cine, le doy gracias a James Jones por idear esta historia,
que nos supo acercar al amor, con el palpitar sediento de palomas que llegan a
una fuente en medio del desierto.
Permitidme que hoy al
recordar las emociones de aquella lejana sesión de cine, de las gracias con una
oración que pasado el tiempo, me enseñó Pilar Miró:
“Gary Cooper
que estás en los cielos…”
Un aplauso por el argumento de las fechas y tu retraso intencionado en la publicacion, un aplauso por la presentacion de tu historia de amor, otro por el desenlace que dura hasta hoy. Me voy de tu blog muy feliz. Abrazos
ResponderEliminarHabra que rezar a Gary Cooper, para que nos ayude a seguir haciendo hIstoria en la familia. Ninguna pareja anterior a mi marido y yo, habia llegado tan lejos en el tiempo conviviendo en paz y armonia. la Película De aquí a la Eternidad, no pudimos verla, porqué era 3/R. Ahora nuestras nietas ven a diaro cosas mucho mas fuertes. y en casa!!!
ResponderEliminarSalud!!!
A mí tampoco me gustan mucho "los días de", porque todos deberían ser días especiales, lo único que viene bien recordar algunos días que se olvidan.
ResponderEliminarPor cierto, qué grandes actores has mencionado.
Un beso.
Grandes recuerdos de aquellas buenas películas. Hoy el cine es diferente.
ResponderEliminarBonita historia.
Besos.
Me uno a esa oración de Pilar Miró.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡A LAS MUY BUENAS NOCHES, Juan! La historia de vuestro amor me parece pre-cio-sa. Un canto a ese amor que nace siendo todavía unos niños y se profundiza con el paso de los años. Ese amor que es un amor de veras y que baña la vida entera de la pareja como si una hermosa banda sonora se tratara. Dicho de otro modo: CHAPEAU!!!!
ResponderEliminarAbrazote bien grande para vos y esposa de nuestra parte!!!
Fantástico Juan, con tu relato me has traído recuerdos de historias similares aunque más de los años 60.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermoso, hermoso recuerdo. Seguro que a la destinataria de este post se le erizará otra vez la piel, como en aquel entonces.
ResponderEliminarUn abrazo
Me dáis sana envidia los que habeis sabido mantener el mismo amor tantos años. Yo no supe. Pero tampoco está nada mal enamorarse varias veces en la vida :) Un abrazo, Juan.
ResponderEliminarJuan Luis, ¿cómo estás? Solo quería mandarte un saludo e invitarte a la presentación de mi primer libro el próximo miércoles 22 de febrero. Es en Castellón en la libraría BABEL (a las 19:00) Me encantaría saludarte personalmente. En cualquier caso recibe un abrazo. Alfredo
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