viernes, 1 de abril de 2022

ERA UNA MAÑANA Y ABRIL NO SONREÍA.

 



Perdón por la irreverencia de adueñarme y cambiar el sentido del verso de Don Antonio Machado, para dar título a esta entrada.

 

Hoy abril empieza en los calendarios. Empieza tan descontrolado como estos tiempos convulsos que estamos obligados a vivir.

Y no sé vosotros, pero yo no me conformo con esta frialdad que me acosa los huesos y me descalienta los latidos.

No quiero conformarme con la diaria letanía de desgracias ocurridas.

Quiero sentir, carne adentro, el tibio escozor del abrazo, el perfume caliente de una mirada, la acogedora luz de una sonrisa, el perdido placer de latir al compás exacto de la música.

Vamos a abolir las soledades, a olvidarnos de las penas y por el tiempo que dure un bolero, vamos a buscar el viejo sentir del amor primerizo, del beso robado, del temblor sudoroso y acuciante.

Ya que hasta la primavera nos es huidiza y casquivana, busquémosla  en el salón de nuestra casa, junto a la persona que queremos, que recordamos o que soñamos.

Que cada uno escoja la música que le guste y si no queréis molestaros, os dejo este bolero de Ibrahim Ferrer que seguro “os anima”.


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