Marina Nereida Gutierrez, lo decidió una tarde de finales de agosto, cuando la piscina comunitaria de la que era socorrista, se había quedado vacía.
Era consciente de que no sería capaz de aguantar la humedad y mucho menos los grandes esfuerzos de los viajes transoceánicos.
Tenía la certeza absoluta de que saldría malparada ante cualquier pretendido Orfeo concursante en Operación Triunfo.
Sabe que nunca se sentirá cómoda, sentada mirando al horizonte en las piedras visitadas por las olas.
Tiene por seguro que nunca podrá encontrar un último y perdido verso de Alfonsina Storni, cubierto de corales y madreperlas.
Ignora que ya son pocos los que se atreven con viajes de dudosa escala y que los modernos odiseos tienen asegurado su retorno a Ítaca, en cómodos viajes a bajo costo.
Aún sabiendo todo esto, Marina Nereida Gutierrez, envió su currículo para ocupar un puesto de sirena.
Lo depositó en un buzón que tenía forma de boca de Neptuno.
¿Sería una premonición?
Sé que algo se me escapa de lo leído, algún trasfondo que no alcanzo a comprender, pero sé de mis carencias intelectuales y me doy por satisfecho a pesar de todo me gusta, no conozco a Marina, seguramente si no le dan el puesto de sirena podrá ser guía turística enseñando los magníficos fondos marinos que hay en la costa brava, aunque creo que hay overbooking submarino, ya ni los pocos meros que quedan pueden nadar tranquilos.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
Dónde puedo encontrar esa solicitud...? ;) Estar siempre en el mar no es mala idea si pudiera contener tanto la respiración...
ResponderEliminarPero de momento me quedo con que me la corte la simple contemplación de las olas contra las rocas, o el mar calmo desde las arenas de una playa...
Un abrazo, amigo
Todo lo hermoso del mar la espera, su nombre la lleva a él. Nereida.
ResponderEliminarMuy bello relato, fantástico como las ninfas.
Saludos enormes, Juan. Que tengas linda semana.
Hola Juan. Espero pases un bello Día del Amigo. Desde mi Salta te mando un saludo enorme.
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