Escribo frente a un mar gris,
en esta mañana sin sol y sin historia.
Espero que las olas me traigan
las musas necesarias
cubiertas de algas,
o como nereidas brillantes de espumas.
Un coro de palmeras
juegan al corro con la brisa
y los cansados ojos
se llenan de horizonte.
Quisiera escribir un poema
con aquellas palabras que nunca dije.
Utilizar los verbos abortados
en la fría oquedad de los silencios.
Edificar las metáforas
apuntalando con besos su estructura
y levantar el faro de un soneto
en un solar apartado
de mi corta antología.
Escribirte un verso que brille
como el primer arco iris.
Que tiemble,
como el suave aleteo de una golondrina.
El definitivo poema
que acalle las memorias
El día avanza
frunciendo el entrecejo.
Las palmeras se sueltan de las manos
empujadas por el viento
y las olas ensucian sus banderas.
El mar envía su recado de lluvia
y las sirenas del cielo
inician un ronco canto,
mientras las nubes se hablan
con su idioma de lumbre.
Me quedo sin mi verso.
Son el mar y el cielo
los que dictan su poema.
Un poema escrito con el alma, en ese mar de versos...
ResponderEliminarSaludos muchos, Juan. Que tengas linda semana.
Saludos de una amiga de la coctelera que también acabó mudándose. Me gusta más esta casa. Si quieres pasarte por mi nuevo blog sigo siendo la misma http://anabel-nanasparahombresgrises.blogspot.com/
ResponderEliminarYa de regreso es un placer encontrarme con tu poesía, todo lo que te rodea dicta tus versos.
ResponderEliminarUn beso querido Juan
Que perfecto describes como el día frunce el entrecejo, casi lo puedo ver, a veces mis días lo fruncen igual.
ResponderEliminarBeso.
Cuán inspiradores pueden llegar a ser los días grises, el viento, las tormentas... Aunque no trajesen "esos" versos, pero te regalaron otros igualmente evocadores.
ResponderEliminarUn abrazo
Las palmeras se sueltan de las manos, Juan, lo describes de tal manera que es como si las estuviese viendo mecidas por el viento, los poemas son del mar, del cielo y tuyos.
ResponderEliminarUn abrazo Juan