Hace
apenas unas horas, hemos despedido el viejo año y con las fanfarrias, fastos e
ilusiones repetidos, hemos jaleado la llegada del nuevo.
Todavía
hoy y en próximos días nos equivocaremos al escribir los dígitos del año que
empieza, como si nos costara desprendernos del recuerdo del pasado, pero
tratamos de asirnos a los designios del nuevo calendario, como si esas páginas
pudieran enseñarnos la solución de los problemas que vienen de lejos.
Recibimos
alegres un tiempo nuevo, para tratar de ejecutar aquello que no supimos hacer
en el pasado y dejamos arrinconado en el desván de las cosas inútiles a ese viejo ya inservible, pero que también
nació con las mismas ilusiones y propósitos que el nuevo.
Dentro
de pocos días, quizás hoy mismo, desaparecerá ese árbol de navidad que tan
pretencioso lucía con sus bolas de colores, sus paquetes de regalos y sus luces
brillantes y todos los adornos, todas las figuras, toda la luminosa
arquitectura de la felicidad, pasaran al trastero de las cosas olvidadas.
Se
juntarán en un extraño revoltijo, con todos los deseos que no fueron, con todas
las metas sin llegada, con todo lo que propusimos y no fuimos capaces de
solucionar.
No
debíamos permitirlo: el amor, la ternura, la solidaridad, la felicidad, la paz
y todas esa palabras que todavía suenan
con brillos de espumillón y alegría rediviva, deberían carecer de fecha de
caducidad y tener vigencia todo el año.
El
tiempo se nos escurre entre los deseos, los relojes, imperturbables giran sus
manecillas sin entretenerse en justificaciones y nosotros gastamos en
precalentamientos lo que debería ser la definitiva etapa reina.
Y
mientras, un dios paciente pero inflexible, va tachando va los días perdidos,
las promesas incumplidas, los abrazos que no existieron, la felicidad no dada.
Nuestro
tiempo se acaba sin remedio, mientras lo gastamos alegremente en intentos
fallidos y nos engañamos cada año con hipotéticas promesas que solo son la
triste repetición de nuestra propia impotencia.
¿Tan
difícil es lograra que el espíritu de la Navidad sea realmente sincero y dure
todo el año?.
Todos
deberíamos confabularnos:
¡!!
DE ESTE AÑO NO PASA!!!
Una vez, siendo yo estudiante de primer curso de Física, un profe la mar de cachondo nos preguntó..."Sres, alumnos, ¿qué es el tiempo?". Huelga decir que nosotros, tocados por la inefable frescura de la adolescencia, aventuramos (y apresuramos) un montón de respuestas, a cada cual más "tontamente académica", ahhhh, éramos jóvenes...pero el profe las cortó más bien en seco: "Sres, déjense de historias...el tiempo es lo que mide un reloj" (cara de pasmo, la nuestra, claro. Y de burla, la suya, obvio)
ResponderEliminarReloj, no marques las horas...
Y luego resulta que nuestro desorden, y el de todo, sigue una flecha temporal, siempre hacia adelante. La famosa entropía condena nuestros vuelos inmortales.
...Porque sin ti no soy nada
¿Propósitos? Deja que conteste con una canción:
http://www.youtube.com/watch?v=B2G4FQby7bM
Salud, que se quiebren las garras que destrozan a buena parte de la humanidad, sí, todo eso...
pero sobre todo y ante todo, que pueda nadar, cada mañana, y cada noche, y cada mediodía...en la luz caoba de sus ojos, más profundos que el mismo origen del tiempo.
Un fuerte abrazo y buen arranque de año
Es una lástima, pero todo esto es una rutina más y la verdad es que preferimos esto porque nos resulta familiar y cómodo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, es triste pero es así, toca espíritu navideño, pues todos en amor, felicidad y buenos deseos hasta que se quita el árbol, como bien dices, luego cada uno a lo suyo y si te he visto no me acuerdo...
ResponderEliminarPero me uno a tu propósito y que de este año no pase...
Mis mejores deseos, de corazón, para este 2014.
Un beso!
Tienes toda la razón del mundo, Juan: lo que se da a llamar "espíritu navideño" debería ser de todo el año pero no de palabras sino de actos.
ResponderEliminarY renovar y aplicar los buenos propósitos cada mañana no una vez al año.
No siempre lo podemos hacer a gran escala pero sí a la medida de nuestras posibilidades.
Un gran abrazo
Es que son muchas las cosas que nos lo impiden.
ResponderEliminarMe siento muy identificada con tus palabras, es verdad que al comenzar el año uno lo hace con el brío de promesas a cumplir, objetivos que quizás después queden atrás, metas nuevas. Es que todo lo que es a estrenar tienta a hacer esas cosas. Por lo menos que nos sirva para crecer, por dentro como mejores personas e ir dejando atrás los errores que pudimos haber cometido.
ResponderEliminarUn abrazo y muy feliz 2014!!!
creo que finalmente es el mismo ser humano el que se bloquea a si mismo. Es el consabido temor a crecer o el miedo a recorrer nuevos paraísos que se encuentran esperándonos amigo Juan.... importante tu reflexión y adecuadamente expresada....
ResponderEliminarEs como rutinario que llegue solo en estas fechas y cuesta menos mantenerlo solo un breve tiempo que todo el año, error tras error vamos cometiendo, tropezando con la misma piedra.
ResponderEliminarBesos Juan, un texto profundo el tuyo.