Estos
ojos, con el paso de los años
no
alcanzan a saber cuándo,
al
gris maltrecho de la tarde,
una
formación de estrellas renovadas
les
empuja al macilento negro de la noche
y
se hace oscuro el desaliento.
Aquellas
palabras que dije,
para
aliviar el peso
de
una mochila cargada de ilusiones,
se
hacen insomnios de dudas
mientras
se descabalan los relojes
y
un trasiego de lágrimas
cubren
de sal las almohadas.
Me
acerco al brocal de los sueños
y
un vértigo de silencios
me
trasporta a las orillas del olvido.
Y
la memoria, derrotada
solo
se atreve a mal contar las campanadas
que
son como puntos suspensivos
en
una noche de suspiros y silencios.
Mal vamos cuando la memoria olvida y solo quedan los silencios.
ResponderEliminarUn abrazo.
En el momento en que te leía, las campanadas sonaban en el pueblo. Como dice Emilio. Acudiremos a los rabos de pasa, amigo.
ResponderEliminarUn cafelito y feliz finde a la orilla del mar.
Qué belleza Juan ! yo también he oído las campanadas y he sentido el dolor de tus maravillosos versos. Son los años Juan , los sentimientos se acrecientan , se hacen más profundos y las cosas duelen más. Lo digo con conocimiento de causa.
ResponderEliminarQue pases un fin de semana susurrándole nanas a la bebé que ha llegado a tu vida.
Besos del alma.
Juan, vamos a aferrarnos a la vida, a lo que tenemos, con lo que contamos. Vamos a mirar hacia delante y dejar los pesares más allá de los recuerdos.
ResponderEliminarSiempre es hora de vivir.
Gracias por acercarte a mi orilla.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Juan, es triste llegar a sentir la memoria derrotada, será mejor sentir que esta es sabia y recuerda solamente lo importante.
ResponderEliminarY para ser una memoria derrotada ha hecho un buen trabajo de conjugación en este post.
Saludos.
Lo encuentro maravilloso, Juan L. , entiendo tu sentir y no sabía ponerle palabras, fascinante te felicito de corazón.
ResponderEliminarBesos muchos ♥♥
¿Cuántas vueltas alrededor del Sol da un ser humano a lo largo de su vida?
ResponderEliminarSiendo corta, pocas. Siendo larga, muy larga, unas pocas más otras pocas. Así pues, nadie está más cerca que otro del final de su carrusel particular. ¿Y entonces qué? ¿Oscuridad y abatimiento o la alegría de amar y pasar un testigo luminoso? Vivir, vaya. Yo siempre apuesto por lo segundo: lo primero es demasiado fácil como para que sirva de casi nada. Surrender is not an option, my friend.
Llevo 5 años y pico en esto de la blogosfera y no he leído, en ese tiempo, a un poeta con tu profundidad y sensibilidad. YO ME QUITO EL SOMBRERO.
Un fuerte abrazo
Yo también me lo quito, amigo. Y gran persona.
EliminarEstos ojos tuyos, Juan, con el paso-peso de los años han adquirido la facultad de ver y proyectar lo que ves con un arte que no está al alcance de todos. Independientemente del color de tus gafas...
ResponderEliminarPuntos suspensivos: yo los veo como una forma de seguir buscando en el camino y el brocal de los sueños el medio de encontrar agua.
Un gusto muy grande leerte, siempre.
Leo tus versos y me dicen que entre ellos hay cierta nostalgia de lo que fue y que hoy ya no es. Por eso quedan esos vacios y esos silencios, o al menos eso es lo que a mi me parece.
ResponderEliminarBss.
Qué bonito tu escrito, me encantaría saber expresarme como lo haces tú, porque así me siento algunas veces, con esas lágrimas que se resbalan sobre mi almohada llenas de desilusión, de esperanzas rotas que un día, en cambio, fueron ilusiones, y hoy me siento derrotada.
ResponderEliminarUn beso.
Y con cada comapanada que contamos la mochila puede llenarse de nuevo de ilusiones, y aunque su peso ya no nos resulte tan liviano como en la juventud, aun podemos salir a verterlas por el mundo y en los corazones de otros, a través de los versos, por ejemplo.
ResponderEliminarSaludos
Tus palabras, son tan precisas, que me parecen el eco, de alguna noche de insomnio. Tu poética forma de decirlo, se hace poesía y nostalgia en mis oídos. Una sensibilidad exquisita, siempre!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Me han encantado tus letras Juan. Nunca hay que dejar las ilusiones hay que tener la mochila llena de sueños, porque al paso de los años vamos atesorando momentos únicos que hacen quitar el peso de los insomnios si miramos hacia delante quedándonos con todo lo bueno…
ResponderEliminarUn cálido abrazo
El sueño te transporta, pero tu poesía me dice que hay cosas que no se olvidan solo se acostumbran. Y la memoria juega con los silencios.
ResponderEliminarhermosa poesía.
Un abrazo :)
La noche nos trae sensaciones poderosas, como para no dejarnos pegar ojo. Por mucho que tengamos cerca un sugerente brocal, pocas veces de él brotan sueños hermosos.
ResponderEliminarUn abrazo, ¡qué bien lo dices! pura delicadeza, sí.
Preciosa forma de bordar tu poesía, llena de interrogantes, y aceptando el paso del tiempo, el cuerpo es un traje que vamos desgastando con los días ...lo importante es la esencia y esa a ti te sobra.
ResponderEliminarBesos amigo.
¡Escuché campanadas y llegué! Ha sido largo el viaje, pero la buena poesía tiene siempre un sonido a campanas celestial. Aquí estoy para leerte, amigo, qué falta me hacías. Un abrazo 2014 de felicidad.
ResponderEliminarPero el sueño llega y seca la humedad de la almohada con los aires de la esperanza.
ResponderEliminarSí. Esperanza. Esa que nunca debe faltar en el corazón de un poeta.
Mi reconocimiento por tu profundidad y tu buen hacer siempre.
Un abrazo.
Ver pasar los años te da una perspectiva diferente a cuando eres joven y sientes la senectud muy alejada del día a día. Supongo que la añoranza y la tristeza toma posesión en las tierras altas desde donde se contempla toda la extensa biografía que está escrita en nuestra memoria. Enhorabuena por esta capacidad de ver y considerar todo lo que has recorrido.
ResponderEliminarun abrazo