RELEYENDO VIEJOS PAPELES
“Siempre he querido cantarte, pero ni encontré las palabras, ni supe
templar mi lira.
Quise hacerte un ramo de versos, ponerlos en tu regazo y que
así se remansaran y tuvieran sentido, calentado con los latidos de tu joven corazón,
pero poco a poco se fueron marchitando como las flores de otoño que bordean los
caminos.
Nunca fui invitado a la fiesta de tus besos y solo de miradas
requisadas, pude irme adentrando en la negra y caliente profundidad de tus
ojos.
Apenas supe del aroma de tu cuerpo, al serme negada toda proximidad,
alguna presencia, estando siempre bordeando el abismo de ese precipicio al que
se asomaban mis deseos.
Hoy, cuando la lluvia enloda los caminos, los árboles señalan con su
muñones a esas nubes que ensucian la deseada claridad del día, hoy me llego de
nuevo hacia ti, con mis manos ansiosas de caricias y un triste rosario de
lágrimas para rezarte de nuevo esa canción que sólo necesita la música de tu
risa.
Si quisieras escucharme, es seguro que un río de estrellas anegará los
caminos del cielo y una primavera de flores silvestres le pondrá tibieza a este
frío de ausencias y al final un revoloteo de pájaros cantores empezará a
enseñarme a conocer la felicidad.”
* * *
Cuando los inviernos se hacen dueños de los calendarios y se hacen más
oscuros los silencios, he releído aquellas palabras juveniles preñadas de
ansiedades.
Escuchaste al final mi canción transida de deseos y urgencias y un
prodigio de felicidad cinceló nuestras vidas siendo dos pétalos abiertos al
aire de los deseos y la dicha.
Dos historias que confluyen en un recital de amaneceres, en feraz tierra
sembrada con ubérrimas cosechas de caricias.
Ahora que ya han menguado las ansias, el sosiego toma el
relevo a los deseos y las prisas, déjame que vuelva a la ternura de
ese soñado beso elemental y primigenio.
Ahora que los hijos ya se han ido y se ensanchan los relojes, mientras
escucho nuestra canción de siempre, déjame mirarte, déjame navegar por el
remanso de tu cuerpo, acariciar las arrugas de tus sueños y ser de nuevo aquel
muchacho que soñaba con tenerte, aprendiendo a escribir torcido los renglones
derechos que el corazón mandaba.
Ahora, al releer de nuevo aquellas deseos, recuerdo y hago mías las
bellas palabras de Tagore: “Mi alma nace a la orilla de tus ojos de
luto. En tus ojos de luto comienza el país del sueño”.
Más romances en NEOGEMINIS
BRAVO, BRAVO, BRAVO!!!!
ResponderEliminarY lo siguiente: me descubro ante vos, maese Juan. Porque descubre tu prosa la poesía de la existencia: el amor. Y es eterno. BRAVO!!!!!
Un fuerte abrazo para los dos. SÍ SEÑOR.
Palabras engarzadas de forma encantadora.
ResponderEliminarUn abrazo
Sentimiento y sensibilidad con todo aquello que nos rodea.
ResponderEliminarUn abrazo.
ahhhhhhhhh...primorosa evocación y sentido texto que se convierte en una sincera re declaración de amor compartido!...bellísimo y muy bien ambientado!
ResponderEliminarMuchas gracias por sumarte, juan!
Leo y releo. Vos lográs que fluya la Ternura.
ResponderEliminarSaludos, mi admirado Juan.
Juan... es una preciosidad... de forma y de fondo.
ResponderEliminarMe has emocionado.
Un gran abrazo.
Felicitaciones es un texto hermoso!!!
ResponderEliminarQue agregar, cuando se lee y se siente el amor que fluye de cada palabra.
Un abrazo:)
Un precioso, dulce, tierno y sensible manifiesto de amor.
ResponderEliminarEs una delicia recalar en tu casa siempre.
Feliz noche.
Besos.
Yo uno mis bravos a los de Sir Valaf.
ResponderEliminar¡¡Qué bellas palabras!! tanto las rescatadas del fondo de ese cajón donde palpitan los anhelos juveniles al amor firme, sereno y pleno de hoy.
Besos
Me encanta el relato que nos compartes, lo he disfrutado plenamente. Leer después del pasar de los años los recuerdos de nuestra juventud en romance debe ser algo admirable, fascinante, mágico.
ResponderEliminarAbrazos
Ha sido un gusto leer tu apasionado escrito tan bien elaborado.... ¡eres bueno Juan!
ResponderEliminarUna preciosidad tu texto, una historia que está llena de amor en cada uno de sus estados más puros y ciertos.
ResponderEliminarUn romance que fue más allá de los tiempos.
Hermoso Juan, un gusto leerte.
Abrazo enorme.
Ayer te comenté,un encendida glosa sobre tu maravillosa entrada, pero las ondas blogueras estaban colapsadas. Hoy un poco mas fria, sigo leyendo un texto que me ha encantado. Es soberbio. Cierras çon Tagore que es el mejor final posible. Saludos!!!
ResponderEliminarSiempre he pensado que cuando mengua la pasión, queda el amor y esa es la verdadera sensación de querer, de dar, no de entregarse sino de sentirse entregado. Hay personas con mucha suerte. Yo soy afortunada, amigo mío. Qué bonito texto...
ResponderEliminarUn abrazo de ocho brazos.
Me ha gustado mucho y esa expresión de "se ensanchas los relojes", como se nota que sabes lo que dices.
ResponderEliminarUn abrazo.
Te ha quedado precioso el relato. El amor tranquilo y sosegado de la madurez.
ResponderEliminarUn abrazo
Una preciosísima prosa poética para resaltar y ensalzar un amor de toda una vida. Me ha gustado mucho tu aportación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Tremenda inspiración, se ve que tu musa está cerca y te llena de recursos.
ResponderEliminarUn abrazo tierno tierno.
La vida va cambiando lo que era el impetuoso deseo por la calma de saberse amado y saber que uno da todo de sí mismo.
ResponderEliminarBesos
disfrutar de ese ambiente amoroso, es un privilegio que no debemos desperdiciar y sí valorar cada día.
ResponderEliminarlo has expresado con ese plus poético que caracteriza tus letras
un abrazo
Hermosa prosa Juan! muy sentido!
ResponderEliminarAbrazo