jueves, 12 de abril de 2018

ODA A LOS ROBOTS





Se acabará el trabajo
 ya no serán respetadas
ni las arrugas con color de tierra,
ni los callos con calor de injusticia.
Nos espera un tiempo de baratas horas extras
y de sangrantes minutos al sol.

Pero ellos, los que nos sustituyan,
nunca sabrán de la hermosura del aire
que baila entre los pinos.
Ni de la espuma del mar
que llegando hasta la orilla,
 hace cosquillas entre los dedos.
O de los fragmentos de vida
que cruzan por las ventanillas
de un tren en la noche.

Nos ganaran todas las partidas
pero no sabrán siquiera, de qué forma se inicia
la emoción de una sonrisa,
el temblor de un beso,
o el incendio de los ojos del amor compartido.

Ellos que nunca se equivocan,
acertarán siempre los horóscopos,
pero se perderán los arcos iris
y el ruido de los bares
y una noche de luna llena en Granada,
ni tampoco entenderán
el alegre desvarío de dos enamorados
que pisan charcos en la lluvia.

Serán insensibles a Mozart,
y al vals de las lagartijas en las tapias.
Y seguro que no guardan una flor amarilla
en la primera arrugada carta de su amada.
No podrán saber cómo tiemblan los pulsos
cuando el amor se acerca
 (que todavía no se ha inventado un chip
que iguale lo que dice una mirada apasionada).

Me quiero quedar con esta vida
que no se quiere sentir cuadriculada,
que aquí en este mar donde yo habito,
el aire se renueva cada día
y no están programadas las historias.





15 comentarios:

  1. Es una loa a la humanidad y la imposibilidad de que la robótica sustituya al ser humano. "Serán insensibles a Mozart, y al vals de las lagartijas en las tapias". Los robots nos ganarán, como dices, pero no convencerán, como dijo Unamuno, en otro aspecto muy diferente.

    Soberbio poema. Sin resquicios, redondo y humano. Besos

    ResponderEliminar
  2. Se peederá la sensibilidad, y las miradas perderán su aroma...
    Feliz tarde Juan.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. En una sociedad idílica, no tengo problemas a que los robots hicieran todo el trabajo mientras yo y el resto de los mortales nos tocamos los "cataplines"; en la sociedad real, la que nos ha tocado vivir, esos robot quitarán el trabajo a esos mortales y conseguirán que se paguen salarios de miseria y que el ser humano sea innecesario.

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Esas miradas no podrán ser sustituidas por robots, ni los besos, ni las caricias, jamás podrán respirar como los humanos, ni sentir como nosotros, ni percibir las cosas desde el calor y la sensibilidad.

    Un placer leerte, amigo Juan.

    Besos enormes y feliz tarde.

    ResponderEliminar
  5. Ningún robot sustituirá los sentimientos, la Naturaleza y belleza...no estoy en contra del progreso, en modo alguno, pero sí en los disparates y desmanes. A ver si me explico: Un cuchillo puede servir para salvarte te vida, para ayudarte en tareas, pero también para matarte, ahí lo dejo...

    Una gozada leerte, agradecida, Maestro.

    Un abrazón.

    ResponderEliminar
  6. Algunos ya están aquí y si que nos han quitado trabajo, el de lavar la ropa en el río, el de acarrear barras de hielo, el de arar con un burro, caminar por los caminos y tantos robots que tenemos que nos ayudan, pero el tema de sensaciones y sentimientos es cosa humana. Y dichas estas tonterías alabar los versos que has escrito que son estupendos. Abrazos

    ResponderEliminar
  7. Qué bonito lo has dicho hijo, pareciera que no hubiera llevado sufrimiento esa vida antes de su llegada.
    Un besazo

    ResponderEliminar
  8. Creo que cada vez se van a parecer más a nosotros, y quizás, hasta nos dominen... y si desarrollan sensibilidad y voluntad propia, seguro aspirarán a sentir como lo hacemos nosotros, porque estarán hechos a nuestra imagen y semejanza... de lo que estoy segura es que nunca nos verán como dioses
    =)
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. Qué verdades más grandes cuentas en tu precioso poema... El mundo que creó Assimov se está haciendo realidad...
    Feliz fin de semana.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Buenas tardes, Juan: no sé yo si estas máquinas, sin corazon, sin alma, sin tacto y sin pensamiento alguno, se merecen este poema delicioso que les has dedicado- Mi madre diría: "no está hecha la miel para la boca del asno"
    Saludos, y un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  11. No hay que culpar a los robots de ser insensibles, se trata de herramientas, útiles para hacer trabajos peligrosos. Y esa frialdad no es exclusiva de los robots, hay humanos que son como tus versos describen a esas máquinas. Capaces de tomar la decisión de despedir a otros humanos, aunque no haya robots para remplazarlos. A esos humanos sí se los puede culpar.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  12. Hechos por el hombre para su propio beneficio, perfectos para lo que se pensaron pero sin corazón. Espero que al final no de la vuelta la rueda y sean ellos los que nos dominen. No puedo menos que sentir escalofrios leyendo tu poema. Besos.

    ResponderEliminar
  13. Lo lamentable sería que esos robots acabasen contaminándonos su insensibilidad. Aunque ya hay muchos hombres de carne y hueso que no aprecian ni les emociona el aire entre los pinos, la espuma del mar, el temblor de un beso, los colores del arco iris, la música de Mozart o el correr de una lagartija por una roca de la montaña. Un abrazo no robótico, Juan.

    ResponderEliminar
  14. Bellísimo y cierto. Yo también me quedo con esta vida...

    Un beso muy grande, Juan.

    Preciosos tus versos.

    ResponderEliminar
  15. Me hiciste recordar, Juan, un documental que vi donde una máquina era capaz de "leer" el cerebro y saber cuando está trabajando demás para entrar al quite y como lee lo que quieres hacer, lo hace por ti, si mal no recuerdo, esto era para los pilotos, pero va todo tan acelerado.
    La imagen que pusiste la tengo perdida en la memoria pero algo me evoca la niñez, quizás una serie o película, no recuerdo, lo que sí que, los tiempos cambian a pasos acelerados.

    Me encanta como sientes, mi beso, Juan

    ResponderEliminar