jueves, 15 de abril de 2021

TATTOO


 

Desde que murió su marido, salía poco de la casa del pueblo.

Con sus recuerdos, alguna visita de las vecinas y las cartas de sus hijos, tenía suficiente.

Fueron muchos los años que se negó a que se ocuparan de ella, a pesar de sus tentadoras proposiciones.

Al final, no tuvo más remedio que acceder y un verano, cuando la pandemia había remitido, viajo con su hija y sus nietos, a conocer el mar.

En la playa, todos esperaban sus palabras, ante tanta belleza desconocida, ante tanto azul y tanta inmensidad.

Fijándose en los cuerpos, casi desnudos que la rodeaban, solo acertó a decir:

.-Dios mío, ¡son todos legionarios!

El yerno, un poco “redicho”, le comentó:

.- Ahora cualquier piel es buena para que los artistas puedan pintar sobre ellas.

La suegra solo dijo:

.-Mi marido, que en paz descanse, no hubiese querido que ningún pintor  usase  la mía para sus obras, ni yo lo hubiese permitido.

Él era un artista pintando mi piel con sus besos. Hacía verdaderas obras de arte.

 


22 comentarios:

  1. Me quedo con esa versión de los tatuajes. Los de ahora me parecen un espanto :-)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Los tatuajes obnubilaron hasta la inmensidad el mar y hasta desataron su lengua (imagino tan pacata por la edad). Mi abuelo no fue legionario pero tenia dos tatuajes en el brazo, personalmente prefiero los colores del mar. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Me ha gustado el relato.Me ha hecho reír por la expresión de la pobre mujer al ver los tatuajes y tierno ese broche final con esos elogios sobre la manera de pintar su piel del marido.
    Un abrazo Juan.

    ResponderEliminar
  4. En mi entorno familiar, salvo yo, están todos tatuados, mi hija pequeña tiene un tatuaje en toda la espalda, reconozco que es bonito el dibujo, pero no me gustan que estén sobre la piel humana.

    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Yo estoy como tu protagonista, no me gustan los grabados en el cuerpo, acá tenemos gente a quien no se les ve su propia piel, seremos de otra época, pero hay cosas sensatas que aceptamos, un abrazo Juan!

    ResponderEliminar
  6. Hola Juan , muy buena tu entrada y más la contestación de la suegra
    al yerno , te diré que antiguamente , los que llevaban tatuajes en la piel , eran delincuentes
    gente de mala fama incluidas las mujeres de la vida , o asesinos , pero claro ahora los tiempos han cambiado.
    te deseo una feliz mañana , besos de flor.

    ResponderEliminar
  7. Lo bueno de los tatuajes de besuqueo es que si te equivocas, los puedes ir cambiando de sitio, borrarlos con la lengua (como hacen los niños) o a base de "frotaciones" mas o menos rítmicas.😋😈
    En cambio los de tinta, es mucho más complicado rectificarlos.

    ResponderEliminar
  8. Moderna la señora, con esos besos, cada día dibujos nuevos ;)

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Me parece perfecta contestación la de la señora. No estoy en contra de los tatuajes que dan un ligero toque en algunos casos hasta bonito, estoy en contra de los disparates que se suelen hacer algunos.
    Un abrazo amigo.

    ResponderEliminar
  10. Todo tiene su momento. Bueno parece que el buen talante resulte un “ momento largo y vital”.

    ResponderEliminar
  11. Muy bueno tu relato, me han encantado las palabras de la suegra, las suscribo de principio a fin: donde se pongan unos besos bien distribuidos por toda la piel, dados por la persona de la que estás enamorada, que se quiten las serigrafías artísticas que hoy día están tan en boga y que no le llegan ni a la suela del zapato al arte que se despliega besando a la persona amada, por Dios....!!! ni comparación!!!
    A pesar de que todos sabéis cómo amo yo el mar, comprendo que a pesar de contemplarlo por primera vez , quedara en segundo plano al compararlo con las filigranas amatorias de su marido en su piel tatuadas a pura pasión.
    Muy bueno tu relato. Buenísimo.
    ¡Qué ganas de mar y de besos!
    ¡Qué asco de perimetración!

    ResponderEliminar
  12. Yo también suscribo las palabras de la suegra. No soy aficionada a los tatuajes, si acaso uno pequeño y bonito. Magnifico relato, Juan.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  13. Juan, creo que tu relato esconde una aguda crítica a las modas actuales, que vuelven locos a los jóvenes con los teatuajes...La suegra elevó su voz defendiendo otras artes humanas y divinas, que honran la piel humana y la acercan al cielo. El amor, arte de todas las artes. Muy bueno y original por el tema y lo bien que lo dijiste.
    Te dejo mi abrazo admirado (y te invito a leer mi último poema, que no has visto, amigo)

    ResponderEliminar
  14. A mí también me gustan más esos tatuajes sin tinta, ni dolor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. tenía razón la señora, los beos son más cálidos y dulces y no lastiman la piel.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  16. Esos son tatus que me gustan, los de besos, los de versos, porque sigo viendo, y reconozco verederas obras de arte en al piel, pero no es le lugar.

    Un abarco

    ResponderEliminar
  17. Boa noite meu querido amigo Juan. Confesso que não sou muito fã de tatuagem. Mais parabéns pelo tema. Bom final de semana.

    ResponderEliminar
  18. Los besos son los mejores tatuajes; pero porque queremos, no porque otros nos lo digan.

    Un beso tatuado.

    ResponderEliminar
  19. Me ha encantado tu história Juan. Me horroriza pensar lo que deben de doler dibujar la piel a pinchazos.A mi que me espanta una lagartija,no quiero ni pensar en sopotar un dragón de tan grande en la espalada, NI el de San Jordi, vamos!!! UN abrazo

    ResponderEliminar
  20. y colorin colorado este cuento se ha terminado

    ResponderEliminar
  21. Amigo Juan, es precioso este relato. Me encanto. Saludos.

    ResponderEliminar
  22. La exclamación de ella, muy natural. Lo que vio, dijo!

    Buen texto Juan. Abrazos.

    ResponderEliminar