miércoles, 30 de noviembre de 2022

AMANECER


 

Sin estar contaminado de noticias y nocturnas verborreas hábilmente cocinadas, cada mañana se vestía de tristeza dispuesto a iniciar su cotidiano viaje que, como siempre, lo llevaba hasta la nada.

Solo el sol podía responder a sus preguntas, pero sus ojos estaban dañados de reflejos y ahíto de oscuridades.

Además este otoño en vez de hojas livianas y doradas, nos trae cada mañana un rimero de hojarasca y desamparos.

 Después de toda una vida desbrozando porqués, ahora al llegar al final, todas las oraciones se mezclan con ceniza y las bellas canciones que hablaban de promesas, se acallan con el fogoso grito de una humanidad encallecida.

Harto de días vacíos de sueños y lleno de soledades, viajaba hasta la segura y acogedora patria del mar, donde comprobar que las gaviotas se miraban en los cristales rotos de la noche, ante la mirada penetrante de un cielo que no sabe de rituales y magnánimo, ofrece su eterno despertar de latidos y de vida.



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