La fotografía
presentada, (que con esto de la I.A, ha progresado mucho), tampoco ayudaba al
conocimiento y ambos, sabedores de estos juegos admitidos, decidieron por fin
conocerse, para lo que se citaron en una céntrica cafetería.
El muchacho, a pesar
de ser jueves, obligó a su madre a plancharle el pantalón y la camisa de los
domingos, olvidando que esta, la echaba la bronca cada semana, por no cambiarse
siquiera con las prendas más íntimas.
Cuando al final le
dijo que había quedado con una chica, logró la sonrisa de su madre y su
colaboración más incondicional.
Por su parte, la chica
no gastó mucho tiempo ante el espejo: retocó algunos brillos indeseados, lubrico
las partes más secas de su organismo, se puso el extraño traje de todos los
días y se dirigió, con medida y milimétrica puntualidad, a la cafetería donde
habían quedado.
Un cuarto de hora
después, el muchacho llegó a la cafetería. Nervioso, miró en las mesas y en la
barra, buscando, ansioso, a una chica que portara una flor roja. No la
encontró.
Preguntó a un barman
de la barra, que no supo contestarle. Al oírlo, la persona que estaba a su lado
se dio la vuelta.
De su pecho, empezó a
brillar una rosa roja intermitente y brillante, que terminó por apagarse cuando
ella apretó un pequeño botón de su extraña vestimenta.
Un poco nervioso, el
galán preguntó:
.-¿Eres AlienTa Suspiros?
.-
Sí. La chica que esperas.
.-
Soy Antonio Gómez, contestó el mozo.
Una vez presentados,
se dirigieron a una mesa, esperando la llegada de un camarero.
Nervioso, él preguntó:
.-¿Qué vas a pedir?
.-
Un coctel con bastante alcohol y mucho aceite, hoy estoy fatal de las
articulaciones.
El,
se conformó con una cerveza de grifo.
Durante
la conversación, hubo un momento en que se tocaron las manos y a Antonio le
extraño la frialdad corporal de su pareja.
Además,
le costaba entender el sonido metálico de su voz, cada vez que susurraba una
palabra. Pensó en preguntar, pero su pareja no le dio tiempo.
.-Camarero, por favor, otro coctel como el
anterior.
Después
de dos horas, tras quedar para otro día, se despidieron, cerca de la casa de
ella, con un tímido y frío beso.
El
bueno de Antonio, no volvió.
Ante
la escasa donosura de la nómina de su precario trabajo y el precio del aceite,
no estaba dispuesto a pagar más extraños brebajes, ni a soportar la fría y
mecánica presencia de su extraña cita.
Menudo totum revolutum te has marcado, hasta el precio del aceite está incluido de forma maravillosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que cosa más rara... hoy en día, las bebidas las pagan los dos, incluso si ellas, tienen las tetas duras como el titanio.
ResponderEliminarSeguro que la culpa de la tontera de Antonio, es de su madre, que le tiene consentido.
jajaja, un ejemplo de lo que podría suceder pasado mañana! La película HER o ELLA, es un avance de este caso, un abrazo Juan!
ResponderEliminarHubiera sido preferible comprar una muñeca hinchable: no comen, no beben, no necesitan mantenimiento y, deshinchadas, caben en cualquier rincón.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.
Yo creo que por ahí hay alguna película que trata el tema :-))
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo que tiene ligar por internet, que cuando vas a conocer a la chica te conformas con que sea de carne y hueso.
ResponderEliminarMuy ingenioso relato, Juan.
Un abrazo.
Estos robots cada vez más sofisticados, pero con los problemas de lubricación de siempre, y al precio que está el aceite, ni te cuento. ;))))
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajajajaj, no he parado de reírme con tu relato, empecé con la escena en la que aparece la madre, seguí con la rosa que se encendía y apagaba a las órdenes de un botón y cuando leí el nombres de AlienTa Suspiros y el de Antonio Gómez, me tronchaba. Para colmo el broche final de Antonio de negarse a pagar más cocteles de aceite con el precio que tiene.
ResponderEliminarMuy bueno, Jajajaja
Una cita para repetir poquito. No sé si habrá androides metálicos pronto buscando ligue, pero quién sabe. Un texto jocoso y bien desarrollado. A mí me has hecho sonreir más de una vez. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Juan
Uy,uy,uy esa madre para todo...bueno, de momento no tiene que planchar más camisas ni pantalones😂
ResponderEliminarY el tal Antonio que no parece muy perspicaz, al menos se ha dado cuenta del precio del aceite🤣
Genial el choque de los dos nombres.
Bien tramado y muy gracioso Juan.
Bueno e ingenioso, eres un crack.
ResponderEliminarUn besote.
Un relato ameno e ingenioso. Él desde luego no puede ser más ingenuo y ella un personaje de ciencia ficción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Curioso relato, la chica ( robotica diria yo) acorde con la IA y el aceite que tenia que tomar
ResponderEliminarUn abrazo
Un excelente relato amigo. Curioso y entretenido.
ResponderEliminarY la imagen de ella, acorde.
Me asalta una pregunta, que le daría la vuelta a la cita, si fuese yo el otro...
¿Cabría ir quitándole pieza a pieza metálica cómo se pela una gamba?...
Algo cuitado el bueno de Antonio sí parece. :)))))
Abrazos Juan.