CAIMANES
EN LAS ALCANTARILLAS
El
problema comenzó en Nueva York en los años 80.
Con
la loable proliferación de las mascotas y con ese afán de superación
comparativa de la que en muchas ocasiones han hecho gala los norteamericanos,
cuando lo normal era cuidar de un perro, un gato o un canario, hubo quién, por
superara al vecino, metió en su bañera o incluso en el pasillo, pequeños
caimanes para el disfrute de la familia.
Lo
malo fue, que el alevín de alígatórido, por razones propias de la naturaleza, o
por el excesivo mimo de sus cuidadores, creció más de lo esperado, empezó a
dar problemas que terminaron por solucionarse abocando a los futuros caimanes
por el inodoro.
Estos
se acostumbraron a vivir en los más bajos fondos de reptiles, engordando con
todo aquello, que habita en esos fangosos y oscuros mundos.
No
se sabe cómo, al cabo empezaron a dar fé de su existencia miserable,
apareciendo por las alcantarillas cercanas a Wall Street, hermosos y
hambrientos cocodrilos, luciendo la voracidad criminal de los que se habían
sentido abandonados a su suerte.
En
España, siempre tan atrasada, es ahora cuando empiezan a aparecer estos temidos
caimanes, en zonas concretas del Paseo de la Castellana, en los aledaños del
Congreso y por aquellos parajes donde el poder económico y su aliado y
benevolente poder político lucen su esplendor.
Con
el tiempo han cambiado su aspecto exterior, aunque sus fauces y garras, siguen
siendo tan mortíferas y peligrosas como siempre.
De
hecho, es difícil reconocerlos, tal es su mutación.
No
sé si estos animales son reales o pertenecen a esa leyenda urbana, que cada
tiempo se conoce por el boca a boca.
Las que sí son reales, son las ratas que proliferan por las covachas de los
desahucios, por entre las rendijas del paro, por los resquicios del hambre.
Lo que no es una leyenda urbana, es el panorama desolador que nos han dejado aquellos pequeños alevines de caimanes
hoy crecidos, gracias a que, los que debían limpiar los desagües de inmundicias,
decidieron engordar a la bestia.
Mas leyendas urbanas: AQUI
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Una leyenda disfrazada de una realidad pasmosa.
ResponderEliminarCuanto daño está haciendo al mundo la estupidez humana!
Genial!
Que leyenda tan prolifera, evidentemente el boca a boca a recorrido el mundo, no, me acabo de enterar, los que han recorrido el mundo y han dejado una sucursal en cada estado son estos simpáticos caimanes, simpáticos hasta que te encuentran sumamente desprevenido.
ResponderEliminarAquí en Argentina, tenemos de esas especies y otras tantas, que parece no extinguirse jamás.
Un abrazo :)
Hay un cuento infantil simpatiquísimo, de un cocodrilo que se lo lleva Napoleón a París, lo exhibe un tiempo y luego se escapa y vive feliz en las alcantarillas de la ciudad.
ResponderEliminarBesitos :) :)
Leyenda urbana que se menciona en la pelicula Daredevil.
ResponderEliminarComo para ser de mantenimiento urbano...
ResponderEliminary sí, ahora van con gomina y tiran de portátiles, lo cual los hace infinitamente más peligrosos.
Un abrazo
Lamentablemente este relato que nos regalas es la leyenda negra de España. Un país que ha crecido bajo la corruptela, el soborno, cierta depravación de todo lo considerado público, la arrogancia y la soberbia de los que se creían los más poderosos y los mejores... y ahora ellos, los depredadores, nos saquean y destrozan todo lo que hemos ido consiguiendo.
ResponderEliminarun abrazo
Muy original tu relato y además no exento de crítica a nuestea terrible realidad.
ResponderEliminarMuy interesante y divertida también tu historia por su originalidad. Perdóname la franqueza pero si llego a viajar a ese país tendré mucho cuidado al sentarme en algún inhodoro. Respetuosos saludos amigo Juan.
ResponderEliminarPor aqui por Jaén tambien se habla de los lagartos.Un abrazo.
ResponderEliminarUna leyenda muy real que de tan cierta y sanguinaria hace erizar los pelos!
ResponderEliminarUn abrazo
Una leyenda terrorífica que bien podría llevar como subtítulo "Caimanes a la española".
ResponderEliminarUn placer pasar por tu blog.
Es una realidad como una catedral gótica, en este país hay tantos cocodrilos, en las cloacas del estado,que han engordado sin escrúpulos. Y han crecido tanto que nadie es capaz de cazarlos, y pasean sus grasientas barrigotas, por las aceras de las centros de poder.
ResponderEliminarUna metáfora dura, pero cierta.
Te saludo muy cariñosamente.
Ya habia oido hablar de esta historia, pero me ha gustado como lo relatas, además el apunte a los otros caimanes me parece muy acertado y divertido.
ResponderEliminarbesos amigo Juan.
esta noche, sin duda alguna, le voy a rezar al dios de los egipcios representado por un cocodrilo. no recuerdo su nombre. me da lo mismo. pero este dios, sé de cierto, que tiene poder sobre los cocodrilos de la castella y los dle congreso. y ese poder lo ejercerá diciéndoles que se coman a tooos los políticos...
ResponderEliminarcreo que acaba de caer en estos momentos uno¡¡¡
medio beso.
No quisiera pasar cerca de alguna de esas alcantarillas y terminar como el capitán Garfio por curiosa. No dudo, que más de uno, busque primero, el proveerse de alguna "mascotita" diferente por pura excentricidad para, en segunda instancia, desharcerse de ella del modo que sea. Y así van las cosas, así de descolocadas en este pobre planeta. Muy buena la derivación que le has dado al texto inicial.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Me ha encantado el giro que le has dado al relato para poner de manifiesto la situación del país. Muy buena la comparación con la clase política.Enhorabuena!
ResponderEliminarBesos
Esta historia no es que de miedo da MIEDO en mayuscula, Vamos de excentricidad a excentricidad mayor, no se que es peor. Muy bien llevado el tema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente han proliferado los cocodrilos y caimanes en las cloacas del Estado. En una iglesia de Córdoba había un caimán disecado y colgado como exvoto en la pared. Tal vez sea el merecido no resultaría un mal destino para tanto desaprensivo que nos asfixia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Juan, has escrito un buen relato. Has hecho una descripción con perfecta sutileza, lo suficiente, para que nos demos cuenta de los abominables hombres de las cloacas, que pululan por infectos sitios sobre los cuales creemos vivir tranquilamente. Mete miedo, aunque no más que un noticiero, solo que con mayor clase!!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por tu generoso comentario.
Cuando la realidad supera la ficción...
ResponderEliminarSí, llamativos y caros cinturones se hacen con la piel de los cocodrilos.
Siempre un placer leerte.
Un abrazo y una sonrisa.
Espero que no te los encuentres. De verdad hay gente excentrica; pero no hasta el final, porque los demás han de aguantar lo que ellas no han podido. Vergonzoso y calamitoso.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha recordado a la leyenda que nos contaron cuando tuvimos el encuentro en Jaén en la que los caimanes devoraban a la gente que iba a sacar agua a la fuente. Una leyenda universal.
ResponderEliminarY siguen engordando...del dinero que nos roban.
ResponderEliminarMe ha impresionado gratamente tu relato.
Un abrazo.
Lupe
Magnifica vision de lo que deberia ser una leyenda urbana y no un retrato abstracto de la realidad. Puedo verlos, cocodrilos mutantes oliendo a perfume caro para despistar.
ResponderEliminarUn beso