Fotografía del autor.
Esta
mañana, el sol – el mejor despertador - ha entrado por mi ventana acariciando
los últimos vestigios de mis sueños, con un
presagio alegre de día luminoso y limpio.
La
ducha y el café, motor de arranque de los días, me han puesto las ilusiones
necesarias, para salir a la mañana en busca de claridades.
Como
un muchacho irremediablemente adepto a la música, he colgado mi MP3 de la oreja
y he llenado mi alegría con música “góspel”. Utilizando a Mahalla Jackson, a
The Golden Gate Cuarter, a Clay Evans, a Kahleen Dyson y otros más, he querido
dar gracias a la naturaleza por un día tan pletórico.
Mi
paciente y bondadoso vecino, el Mediterráneo, ha terminado de poner lo que le
faltaba a la alegría, para que la mañana fuera inolvidable.
El
eterno mar, poseedor de historias y profecías, jugaba a ser cielo, vistiéndose
con la nube blanca de una vela en la línea del horizonte.
Las
ramas de las palmeras jugueteaban con las nubes haciéndoles cosquillas con una
pluma de brisa.
El
soul de The Black and White Gospel Singers, ensaya un abrazo ecuménico en su “Look to God!, mientras yo miro al cielo.
La
espuma se acerca con timidez a las pisadas, llenando las huellas con el hervor
de su gracia.
Cuando
el sol empieza a enseñorearse del horizonte, una furtiva mirada a mi muñeca,
marcan el comienzo del fin de la serenidad y la belleza.
Liz
McComb y Gregg Hunter cantan un “Glory
Glory Allelujah”, que tiene mucho de final de fiesta, de fin de
espectáculo.
Me
vuelvo a casa. Cambio a la radio. A la fea realidad de cada día.
Niños
gaseados y familias enteras tiroteadas, mientras el que ejecuta esta barbarie,
le pone condiciones al resto del mundo.
Ladrones
de uno y otro signo, se cubren las espaldas, mientras el drama de la vida sin
futuro, llena a representación diaria.
La
banca le cuesta a los ciudadanos, además de un rio de millones de euros 57.000
empleos más por la reestructuración.
La
parte verde de nuestro país arde por los cuatro costados y no arde más porque
el mar y los ríos se lo impiden.
Parte
de los niños de aquí mismo, nuestro propio futuro, pasan hambre ante la
cicatería de los que no supieron poner freno a las construcciones, dársenas, aeropuertos,
empresas ocultadoras de robos, marañas de intereses inconfesables, mientras el
fulgor y la charanga ocultaba la realidad de un país plagado de inmoralidades.
Mientras
las propuestas de los estudiantes por la pérdida de sus becas y el aumento de
las tasas, mientras niños de tres o cuatro años tiene que hacerse todos los
días mas de ocho kilómetros andando para asistir a la escuelas, al ministro
competente (¿) esto le parece “una fiesta
de cumpleaños”. Un ministro que
equivocó su carrera al no hacerse payaso, aunque seguro que tampoco triunfaría
por “malaje” y “malafollá”.
Intento
cambiar, pero el ruido de la vida diaria ya no me deja oir la música de antes.
La
playa queda ya lejos. La gente que me cruzo, va deprisa a todas partes. El
panadero me pregunta, como todos los días: ¿Cómo
estamos hoy?.
Pasan
mil frases por mi cerebro, pero
contesto con un escueto, pero inadecuado: ¡Bien!.
Compro
la prensa: Al llegar a mi casa mi mujer me recrimina: “Traes los dedos negros de tinta de los periódicos”.
No
sé si me entiende, pero yo le contesto: “Y
el corazón también”.
Muy bien hilada el discurrir de tu mañana.
ResponderEliminarA veces me pregunto si lograremos sobrevivirnos a nosotros mismos como especie, a nuestra estupidez, digo. Ya sé que es una frase hecha y suena a topicazo, lo cual no quiere decir que sea falsa, claro: las sombras aparecen cuando a la luz se le pone un obstáculo. Por más obstáculos que hayan, sin luz no hay sombras.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Una mañana cotidiana de muchos que caminan hacia el mismo lado. ¡buen relato Juan!
ResponderEliminarY a pesar de los pesares, se puede seguir sonriendo :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Trata de conseguir blanquear ese corazón, que lo negro se quede en los dedos, eso se puede lavar; que no consigan mancharnos hasta tal punto, la vida continua y vendrán tiempos mejores, que nuestro corazón y espíritu no quede manchado por lo anterior.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque "la cosa" no esté para bromas, me gustaría intentar sacarte una sonrisa. Y para ello nada mejor que una cita de Woody Allen:
ResponderEliminar"Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete".
Saludos.
¡Cuánta razón llevas, Juan!... Difícil no dejarse manchar el corazón con la tinta-sangre de los periódicos. Ni el agua del mar consigue lavarnos. Pero mientras no nos manche las manos como a toda esta panda de impresentables, significa que gente buena queda y hay que seguir creyendo en ella. Por los niños precisamente, por su futuro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bravo Juan L., relatas tanta verdad con una narrativa que me ha hecho seguir tu camino desde el despertar esperanzador y animoso a la pura realidad, de ese corazón lleno de tinta.
ResponderEliminarBesos muchos ♥♥♥
Bravo Juan L., relatas tanta verdad con una narrativa que me ha hecho seguir tu camino desde el despertar esperanzador y animoso a la pura realidad, de ese corazón lleno de tinta.
ResponderEliminarBesos muchos ♥♥♥
Lástima que algunos no sientan al levantarse cada mañana esa serie de bellas sensaciones que nos describes.Lástima que no hayan aprendido a amar la vida y que sólo sepan amargar la de los demás.Pero algún día recibirán lo que se merecen...no me cabe ninguna duda.
ResponderEliminarSaludos.
Y hoy martes aparece ésto: "El recorte del gasto en casi 33.000 millones acumulados entre 2014 y 2022 llega por la combinación “respecto de la situación estimada en ausencia de los mismos”". Necesitamos cualquier música para sobrevivir y seguir adelante...
ResponderEliminarmuy bien escrito; es un placer conocer tus gustos musicales.
un abrazo
El día puede aparecer luminoso desde nuestro interior, y ver la mañana radiante, pero en nada nos lo puede oscurecer las noticias de la crisis, de los recortes a nuestros derechos, de las subidas de impuestos etc etc, la situación está muy dificil, y no son buenos tiempos para nadie, por eso también hay que desengancharse de las noticias porque sino el alma se ensucia.
ResponderEliminarUn beso.