lunes, 15 de septiembre de 2014

CRÓNICA DE UN CORTO VIAJE.- CÁDIZ



Fotos del autor.


... y así naciste, oh Cádiz,
blanca Afrodita en medio de las olas.
Levantadas las nieblas del Océano,
pudiste en sus espejos contemplarte
como las mas hermosa aparecida
entre la mar y el cielo de Occidente.
                                                                              (Alberti)

Así apareciste ante nosotros. Radiante, con una luz que arrancaba pequeñas estrellas a la tersura del agua.

Apareciste con esa sonrisa que se ha hecho eslogan, pero que es la realidad exacta de tu existencia. Te mostraste majestuosa, amplia y acogedora en esa Avenida Ana de Villas, que nos iba llevando, Avenida de Andalucía arriba a la Plaza de la Constitución, para después por un vericueto de calles y plazas con nombres sonoros (Plaza del Mentidero, Plaza de las Viudas, Plaza de las Tortugas, Plaza del Tío de la Tiza, etc.), nos va acercando a ese Cádiz del que dijo Peman, que era “novia del aire”.

Como un estallido de luz, el mar se hizo brisa y habitó entre nosotros. Y todas las gamas de azules de un pintor impresionista, se pusieron de acuerdo para dar la tonalidad debida a ese mar fenicio que nos invita.

La Caleta, pasión y copla, luz y sonido, arena, mar y sal, se nos muestra con toda su antigua pero conservada belleza.

Y cuidando que la gracia se mantenga, un quieto guardián, vela porque cada belleza quede en su sitio, mientras seguro que por lo bajo requiebra los cuerpos morenos que pasan a su lado.

Es Fernando Quiñones, escritor, poeta, flamencólogo, enamorado por siempre de Cádiz y de lo gaditano.

Ese hombre que un buen día, cuando ya sabía que la muerte le pisaba los talones, con la promesa de un regalo, trajo a su mujer a este mismo sitio y mirando al mar y a la ciudad, le dijo: “Te regalo Cádiz”.


Y cuando ya se hace imposible tanta luz, cuando los paisajes y las sensaciones,  van llenando la mochila de los sentimientos y los pies empiezan a quejarse de tanto paso bien dado, es la hora de buscar la sombra, recuperar fuerzas y remansar panoramas.

A escasos metros está el barrio de la Viña, antiguo barrio de pescadores, donde por un vericueto de calles estrechas, la gente trata de vivir, a veces sin conseguirlo, pero siempre acierta a la hora de ser alegre y darse a los demás.

Este barrio de la Viña, donde Paco Alba, el poeta carnavalero, el creador de la modalidad de comparsas, el novio de la Caleta, Paco Alba condensaba el sentir de Cádiz, en coplas llenas de ritmo y picardía.
Ese carnavalero que escribió:


Comprendo que es de maravilla 
tener la jaca engalezá
pero yo tengo una barquilla 
con una gracia en la quilla 
que pa que te vi a contar. 

Por eso Cádiz tiene un sello 
de noble fino y señorial 
y aquí se puso el non plus ultra 
que traducido resulta 
después de Cádiz ni hablar. 


En el frescor callado y silencioso del restaurante El Faro,  en el propio barrio de la Viña, después de unas gambas de la bahía, unas albondiguillas de marisco, unas cañaíllas y un pargo a la roteña sensacional, la sobremesa se hace narración y recuento de las emociones vividas.

Por la tarde, visita a las Murallas.

Las murallas de todos los Cádiz del mundo, que no se derriban con bombas de fanfarrones, se derriban con tirabuzones armoniosos de libertad e ilusiones.

Y mas calles y mas belleza, y ese notar como por la espalda te tocan en el hombro, te vuelves y es un golpe de brisa, que te enseña que el mar lo tienes al lado.

Los gaditanos tienen la gracia de los dioses. Para ellos es posible el milagro diario de andar sobre las aguas.

Unas compras necesarias, (el fresquito marinero cogió desprevenidas a las señoras), unos cuantos salazones que nos haran recordar con agrado esta visita, en las tardes de invierno, y un descanso en la Plaza de la Mina, donde los niños ríen y juegan, mientras las madres avizoran sus carreras, a la sombra de arboles milenarios.

Y a elegir sitio para la merienda cena: “Di que sí”, “Mamajuana”, “Bar Zapata”, “Mesón Cumbres Mayores”, etc.

Un pescaito frito y un poco de embutido y las fuerzas de nuevo prestas.

Pero la tarde  se acaba y los pies se quejan. Al volver a recoger el coche que nos devuelva a la tranquilidad de la Isla, el sol  se despide del mar hasta mañana.

Nosotros volveremos para llenarnos plenamente de ese mar, para gozar de su gracia.


Al despedirme, hasta mañana le doy las gracias a Cádiz, por habernos enseñado por vez primera, que la igualdad no son solo dos líneas paralelas que no llevan a ninguna parte. Es más esa columna que mira al cielo y que está sujeta por los inamovibles cimientos de la libertad.










                                                                      

11 comentarios:

  1. Ante la belleza embarga un profundo silencio de admiración.

    Besos fuertes

    tRamos

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  2. Pues con este pones la guinda al anterior, además que nos convences del todo: la próxima visita a Córdoba, rumbo al sur y a visitar semejante espectáculo de luz.

    Un abrazo

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  3. Querido Juan. ¡Qué lugares tan hermosos !
    Toda mi admiración.
    Un abrazo gigante.

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  4. El símbolo del dólar o dinero ($) viene dado por los españoles. Acuñaban sus monedas con la cinta NON PLUS ULTRA zigzagueando la torre de Hércules.
    ¡Qué bonito/a es España!

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  5. Hace bastantes años que visité Cadiz pero el recuerdo sigue teniendo esa luz que nos traes con tu entrada. ¡Me quedo con muchas ganas de volver!

    Besos

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  6. Eres un gran embajador. Así seguro que aumenta el turismo en Cádiz :-)

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  7. De forma admirable trasmites las vivencias del lugar.

    Un placer leerte. Es casi un viaje...

    besos

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  8. "Y mas calles y mas belleza, y ese notar como por la espalda te tocan en el hombro, te vuelves y es un golpe de brisa, que te enseña que el mar lo tienes al lado."
    He sentido y compartido contigo tu viaje. La luz y el mar del Mediterráneo entran en ti y ya no salen. Lo constato cada día. La alegría de esas gentes hace que todo brille aún más... Preciosa vivencia y sensacionales tus descripciones.

    Un fuerte abrazo :)

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  9. Da gusto leerte y lo bien que enlazas con escritores que conocieron Cádiz. Un placer y también, a la par, no creas, un poquito de envidia por no verme paseando por esas callejuelas.
    Besos y abrazos

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  10. Me has hecho revivir mis viajes a esa zona, de la que nunca me canso.
    Tu broche final merece un OLE y yo te lo doy desde aquí

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  11. Es una alegría compartir tu viaje y tus palabras...

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