Fotos del autor.
... y así naciste, oh Cádiz,
blanca Afrodita en medio de las olas.
Levantadas las nieblas del Océano,
pudiste en sus espejos contemplarte
como las mas hermosa aparecida
entre la mar y el cielo de Occidente.
(Alberti)
Así apareciste ante nosotros. Radiante, con una luz que
arrancaba pequeñas estrellas a la tersura del agua.
Apareciste con esa sonrisa que se ha hecho eslogan, pero que
es la realidad exacta de tu existencia. Te mostraste majestuosa, amplia y
acogedora en esa Avenida Ana de Villas, que nos iba llevando, Avenida de
Andalucía arriba a la Plaza de la Constitución, para después por un vericueto
de calles y plazas con nombres sonoros (Plaza del Mentidero, Plaza de las
Viudas, Plaza de las Tortugas, Plaza del Tío de la Tiza, etc.), nos va
acercando a ese Cádiz del que dijo Peman, que era “novia del aire”.
Como un estallido de luz, el mar se hizo brisa y habitó
entre nosotros. Y todas las gamas de azules de un pintor impresionista, se
pusieron de acuerdo para dar la tonalidad debida a ese mar fenicio que nos
invita.
La Caleta, pasión y copla, luz y sonido, arena, mar y sal,
se nos muestra con toda su antigua pero conservada belleza.
Y cuidando que la gracia se mantenga, un quieto guardián,
vela porque cada belleza quede en su sitio, mientras seguro que por lo bajo
requiebra los cuerpos morenos que pasan a su lado.
Es Fernando Quiñones, escritor, poeta, flamencólogo,
enamorado por siempre de Cádiz y de lo gaditano.
Ese hombre que un buen día, cuando ya sabía que la muerte le
pisaba los talones, con la promesa de un regalo, trajo a su mujer a este mismo
sitio y mirando al mar y a la ciudad, le dijo: “Te regalo Cádiz”.
Y cuando ya se hace imposible tanta luz, cuando los paisajes
y las sensaciones, van llenando la
mochila de los sentimientos y los pies empiezan a quejarse de tanto paso bien
dado, es la hora de buscar la sombra, recuperar fuerzas y remansar panoramas.
A escasos metros está el barrio de la Viña, antiguo barrio
de pescadores, donde por un vericueto de calles estrechas, la gente trata de
vivir, a veces sin conseguirlo, pero siempre acierta a la hora de ser alegre y
darse a los demás.
Este barrio de la Viña, donde Paco Alba, el poeta
carnavalero, el creador de la modalidad de comparsas, el novio de la Caleta,
Paco Alba condensaba el sentir de Cádiz, en coplas llenas de ritmo y picardía.
Ese carnavalero que escribió:
tener la jaca engalezá
pero yo tengo una barquilla
con una gracia en la quilla
que pa que te vi a contar.
Por eso Cádiz tiene un sello
de noble fino y señorial
y aquí se puso el non plus ultra
que traducido resulta
después de Cádiz ni hablar.
En
el frescor callado y silencioso del restaurante El Faro, en el propio barrio de la Viña, después de unas
gambas de la bahía, unas albondiguillas de marisco, unas cañaíllas y un pargo a
la roteña sensacional, la sobremesa se hace narración y recuento de las
emociones vividas.
Por
la tarde, visita a las Murallas.
Las
murallas de todos los Cádiz del mundo, que no se derriban con bombas de
fanfarrones, se derriban con tirabuzones armoniosos de libertad e ilusiones.
Y
mas calles y mas belleza, y ese notar como por la espalda te tocan en el
hombro, te vuelves y es un golpe de brisa, que te enseña que el mar lo tienes
al lado.
Los
gaditanos tienen la gracia de los dioses. Para ellos es posible el milagro
diario de andar sobre las aguas.
Unas
compras necesarias, (el fresquito marinero cogió desprevenidas a las señoras),
unos cuantos salazones que nos haran recordar con agrado esta visita, en las
tardes de invierno, y un descanso en la Plaza de la Mina, donde los niños ríen
y juegan, mientras las madres avizoran sus carreras, a la sombra de arboles
milenarios.
Y
a elegir sitio para la merienda cena: “Di que sí”, “Mamajuana”, “Bar Zapata”,
“Mesón Cumbres Mayores”, etc.
Un
pescaito frito y un poco de embutido y las fuerzas de nuevo prestas.
Pero
la tarde se acaba y los pies se quejan.
Al volver a recoger el coche que nos devuelva a la tranquilidad de la Isla, el
sol se despide del mar hasta mañana.
Nosotros
volveremos para llenarnos plenamente de ese mar, para gozar de su gracia.
Al
despedirme, hasta mañana le doy las gracias a Cádiz, por habernos enseñado por
vez primera, que la igualdad no son solo dos líneas paralelas que no llevan a
ninguna parte. Es más esa columna que mira al cielo y que está sujeta por los
inamovibles cimientos de la libertad.
Ante la belleza embarga un profundo silencio de admiración.
ResponderEliminarBesos fuertes
tRamos
Pues con este pones la guinda al anterior, además que nos convences del todo: la próxima visita a Córdoba, rumbo al sur y a visitar semejante espectáculo de luz.
ResponderEliminarUn abrazo
Querido Juan. ¡Qué lugares tan hermosos !
ResponderEliminarToda mi admiración.
Un abrazo gigante.
El símbolo del dólar o dinero ($) viene dado por los españoles. Acuñaban sus monedas con la cinta NON PLUS ULTRA zigzagueando la torre de Hércules.
ResponderEliminar¡Qué bonito/a es España!
Hace bastantes años que visité Cadiz pero el recuerdo sigue teniendo esa luz que nos traes con tu entrada. ¡Me quedo con muchas ganas de volver!
ResponderEliminarBesos
Eres un gran embajador. Así seguro que aumenta el turismo en Cádiz :-)
ResponderEliminarDe forma admirable trasmites las vivencias del lugar.
ResponderEliminarUn placer leerte. Es casi un viaje...
besos
"Y mas calles y mas belleza, y ese notar como por la espalda te tocan en el hombro, te vuelves y es un golpe de brisa, que te enseña que el mar lo tienes al lado."
ResponderEliminarHe sentido y compartido contigo tu viaje. La luz y el mar del Mediterráneo entran en ti y ya no salen. Lo constato cada día. La alegría de esas gentes hace que todo brille aún más... Preciosa vivencia y sensacionales tus descripciones.
Un fuerte abrazo :)
Da gusto leerte y lo bien que enlazas con escritores que conocieron Cádiz. Un placer y también, a la par, no creas, un poquito de envidia por no verme paseando por esas callejuelas.
ResponderEliminarBesos y abrazos
Me has hecho revivir mis viajes a esa zona, de la que nunca me canso.
ResponderEliminarTu broche final merece un OLE y yo te lo doy desde aquí
Es una alegría compartir tu viaje y tus palabras...
ResponderEliminar