Si vas al diccionario, seguro que no
vas a encontrar la palabra “calimocano”,
no existe. Hay una parecida, (calamocano),
que es seguro la misma, solo que recogida de forma irregular, por alguien que
se encontraba dentro de la definición que justifica a las dos palabras.
En la Mancha, o al menos en Valdepeñas, calimocano se dice de aquél que está
un poco embriagado, azumbrado. No llega a estar como una cuba, pero la “torta”
ya empieza a dorarse en el horno.
Otra acepción familiar de la palabra “calamocano” es la de persona que
chochea, aunque siempre que la he utilizado o la he escuchado ha sido para
señalar a alguien que estaba a unos pasos de la borrachera.
Siempre me gustó esta palabra, por su
sonoridad antigua, como de trabalenguas y ahora que reparo, le encuentro una
cierta concomitancia con la moderna “calimocho”,
aunque esta nueva, bastante mas simple y menos eufónica.
Pero ese calimocano me quedó grabado para siempre, cuando en el año 1.951
durante el bautizo de unas nuevas tinajas en la bodega de Antonio Sánchez Ruiz,
amigo y compañero de la tertulia “El San Borce”, (de la que yo era miembro), el
poeta y maestro Juan Alcaide, bautizó esas tinajas, poniéndole a una de ellas
el nombre de “Calimocana”.
Este es el soneto- crónica de aquel
bautizo, nacido de la pluma de Juan Alcaide:
“Calimocana”, “Naufraga”,
“Sombría”…
Fueron quedando con su nombre impreso.
Más que yeso, fue tacto, boca, ¡beso!
Y el barro se hizo carne que sentía.
Y toda la bodega se movía,
Caliente por la lumbre de aquel yeso.
Sudábale el empotro, fuerte y tieso,
Pues todo el costillaje le crujía.
“San Borce”, con su pluma y con su bota,
Levantaba hacia Dios la pingorota
De su grácil montera de demente.
Y Dios paraba el barco, poco a poco…
Y cada corazón- divino y loco-
Se escuchaba un Jordán bajo su puente.
Ya por mi edad, estoy un poco lejos de
esa primera acepción de la palabra, que los cuerpos ya no están para esos
trotes. De manera que con cierto pesar por mi parte, me quedaré con esa
vergonzante acepción de hombre que chochea, al recordar esta poética “batallita
del abuelo”.
P/D.-
Aunque la fotografía que adorna esta entrada, pertenece a la bodega del Museo
del Vino de Valdepeñas, (sepa el dios Baco, de que habrá
sido de la bodega de mi amigo Antoñito), todas esa bodegas, la mayoría
ya desaparecidas, tenían a la entrada una tinaja pequeña
como la que se ve en la parte derecha de la foto, que se llamaba “la
tinajilla de los turbios”
y eran donde
iban a parar los residuos, los sobrantes de los almuerzos y las primeras tomas
de las tinajas, que todavía no estaban en sazón. De esos vinos “sin derechos”,
eran de donde se sacaban los vinagres.
A
esa tinaja pequeña, el poeta Alcaide la
denominó como “La Otra”, le pregunté el porqué de ese nombre y me contesto, que
como en la copla, “era la que a nada
tiene derecho”.
Que bonita entrada, conocer palabras, su uso y linaje siempre es una buena recompensa para el curioso. Gracias y abrazos
ResponderEliminar"Y toda la bodega se movía" jajaja me ha hecho mucha, eso era del pedo que tenía; y todo el poema en sí es precioso. Pues mucha gracias por este texto y por la información que aportas sobre la "palabreja", porque no la había oído nunca. Ni la que dices que no figura en el diccionario, ni la similar tan poco.
ResponderEliminarFuerte abrazo JUAN.
He disfrutado leyendo esa entrada, me gusta aprender palabras que se usan cada vez menos, ésta desde luego no la conocía pero, he de decirte que al leerla en el título me ha recordado al calimocho, aunque nada tenga que ver una con la otra.
ResponderEliminar¡Qué bonito recuerdo! y además bien documentado. Tampoco sabía lo de la vasija pequeña ni para lo que servía. Has dado toda una lección magistral preciosa y amena.
Con esos recuerdos da gloria cumplir años, que no envejecer.
Un beso enorme, querido Juan.
Tu "palabro" me ha recordado a esa mezcla perversa llamada "calimocho" formada por vino tinto y refresco de cola, un vomitivo digan lo que digan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy interesante! Una cosa nueva que he aprendido.
ResponderEliminarTú no chocheas, para nada.
Muchos besos.