Tu
voz,
incrustada
en mi memoria,
con
el sonido limpio de la infancia,
siempre
termina por dar sentido
a
la basta tosquedad de mis poemas.
Rehenes
de tus latidos,
mis
versos se afanan
por
rimar con la alegría,
mientras
el mundo, alrededor,
se
ahoga en soledades.
No
soy nada sin tu voz,
necesito
el venero de tu risa,
esa
claridad definitiva
que
incendia de claveles las auroras.
!!
No quiero que mis versos,
que
comparten almohada con tus besos,
terminen
por enredarse
en
los triste pasos del silencio!!
Una preciosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermosísimo poema Juan
ResponderEliminarUn abrazo
¡A LOS MUY BUENOS días, Juan! Y no puedo sino suscribir a los anteriores comentaristas y encima quitarme el sombrero: ¡Bellísimos versos a su amada esposa! ¡Sí señor, CHAPEAU!
ResponderEliminarAbrazote bien grande de nuestra parte!!!
Esa voz tan necesitada, la que abraza y da calor, la voz del alma, la voz cálida, la que arrulla los corazones, la que llora en la soledad, y grita de alegría.
ResponderEliminarBellísimos tus versos, amigo Juan L.
Un placer leerte.
Besos enormes y feliz tarde.
Un bellísimo poema y la estrofa final REDONDA.
ResponderEliminarUn abrazo, POETA
Una preciosidad JUAN, vaya poema más bonito.
ResponderEliminarAbrazos.
Magníficos versos, preciosos ya te lo han dicho, no seriamos los mismos sin ese sonido de una risa amada. Abrazos
ResponderEliminarEs divina, bellísima!! Toca el alma.
ResponderEliminarUn beso grande.
Una voz única, inconfundible que resuena en la memoria. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarUn beso
¡Qué envidia me das, Juan! Un abrazo.
ResponderEliminarSolo hay una palabra para definir o adjetivar tu poema: Precioso!!! Gracias por compartirlo.
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