EL CANDIDATO
El
candidato, se levantó a las 9 de la mañana de ese día que tradicionalmente, se
ha dado en llamar, día de reflexión.
El resto
de la familia aún seguía en la cama, cuando pasó al cuarto de baño, tratando de
no hacer ruido.
El espejo
le devolvió una cara desconocida. No se parecía en nada al personaje que se
multiplicaba en las paredes y vallas de la ciudad. Se le había caído la sonrisa
y las arrugas que el photoshop había hábilmente borrado, aparecían ante él con
toda su real crudeza.
Se lavó
los dientes, menos blancos que los de las fotos, donde los múltiples
cigarrillos ordeñados nerviosamente, habían dejado su rastro de nicotina, con
un brochazo marrón de suciedad.
En la
cocina trató de hacerse un café, pero falló en el intento, porque no supo
encontrar los conos de café de la Nespresso.
Opto por una manzanilla, que fue lo único que encontró en su
búsqueda en los armarios.
Con la
taza humeante en la mano, se salió al jardín y se sentó en un cómodo sillón de
mimbre.
Se fijó en
lo que habían crecido los rosales y en que las ramas de los árboles ya
procuraban una sombra benefactora al lado de la piscina.
A pesar de
que a él siempre le había resultado una verdadera pamema eso de la jornada de
reflexión, la quietud de la mañana, la belleza del entorno y el silencio
reinante le invitaron a reflexionar.
Por su
mente fueron pasando en vertiginosa sucesión, los discursos, los mítines, las
inauguraciones, las promesas, los abrazos, las sonrisas, los besos a bebés
desconocidos,(él, que no había cambiado un pañal en su vida)
Se acordó,
también, de las mentiras, de las falsedades dichas con palabras engoladas, de
lo que prometía a sabiendas de que nunca lo iba a cumplir, de los abrazos a
compañeros y correligionarios, que escondían puñaladas.
Se acordó,
mientras la infusión de manzanilla se enfriaba en la taza, de lo que le había
prometido al costructor amigo (¿) que le había regalado este chalet donde ahora
descansaba.
Fue
consciente también de que si al cerrase las urnas, su nombre no fuese el
primero, había muchas dagas desenvainadas, por aquellos que habían sido
pisoteados en su afán de ser el primero de la lista.
Un pequeño
temblor recorrió su cuerpo, aunque la mañana, era cálida y serena.
Seguramente
temía mas, a los que eran sus compañeros, que a los adversarios, a los que por
cierto, había denigrado e insultado hasta límites que sobrepasaban la
indecencia.
La puerta
de la terraza se abrió, asustándolo. Su hijo de 10 años, llego corriendo hasta él, como una
exhalación de juventud y cariño.
.- Hola,
papi. Que guay, hoy estás aquí. ¿Me ayudarás a hacer los deberes?
El
candidato asintió con la cabeza, mientras lo abrazaba.
.- Hoy tengo
todo el día libre, para mamá y para ti. ¿Qué quieres que te explique?
.- Jo, un
rollo, que no acabo de entender. Pero tú que lo sabes todo, me lo podrás
explicar.
.- Dime,
hijo mío.
.- Papa,
¿Qué es la decencia? Tengo que hacer un trabajo para el lunes, sobre eso.
El
candidato miró al sol que empezaba a reflejarse en las aguas de la piscina.
A partir
de ese momento supo, que la noche antes de los comicios, no iba a poder dormir.
Y que no
había photoshop que valiera para borrar las arrugas de la conciencia.
Más hartazgos en el blog de MAR
Más hartazgos en el blog de MAR
Pues sí... de estos estamos HARTOS.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.
Clarividente relato.
ResponderEliminarComo relato muy bueno Juan. Por lo demás, quiero creer que en todo hay para todos los gustos. ¡muchos saludos!!
ResponderEliminarParece que hayas reflejado en un texto los fondos de armario de quienes manejan este circo a tres pistas llamado "política". Y esa es la razón por la cual no escribo sobre ello, nunca. No porque no no vea, eso es absurdo, es más bien una cuestión de higiene personal, mental, espiritual si quieres. Esos hijosdeputa no me quitarán las ganas de sonreír, ni de vivir. Y menos de amar y encima decirlo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo
COMENTARIO. Si, me parece que esa deducción la podría hacer alguien con cierta conciencia. Conozco a políticos que no la tienen, o está mortalmente deformada. Para muchos de ellos el que no "mama" es imbécil y desgraciadamente lo convierte en una cuestión de ego. Bss.
ResponderEliminarTe he dejado la respuesta a tu comentario en mi blog.
Encargar un trabajo sobre decencia a encantadores hijos de políticos sería un modo de reventar la perversión de la política. Buen relato.
ResponderEliminarPor cierto, me adhiero a tu queja por la limitación del número de palabras a emplear, varias veces he expresado mi protesta.
Un abrazo.
De quienes estamos hartos, también le llega un momento en la vida que tiene que dar cuenta, y la justicia en manos de un hijo, es el castigo que se merecen, más allá del que da la poca conciencia que tienen y la cárcel.
ResponderEliminarBuen relato, ilustrativo, para sentirse que de alguna manera a todos les llega su San Martín.
Un abrazo.
Malo es no poder mirar a los ojos de tu hijo cuando le tienes que explicar que es la decencia, peor es si le cuentas una milonga, y cuando crece se da cuenta de que a estado adorando a un ídolo de barro, las arrugas de la conciencia están para hacer temblar el suelo debajo denuestros pies, y recordarnos que por mucho que pensemos emos tapado todo lo malo que decidimos hacer....Un día sin darnos cuenta el espejo nos pide respuestas. Malo si no las tenemos.
ResponderEliminarBuenos días Juan. Ya está colgado tu relato en La Bitácora. No he visto tu e-mail hasta que me has escrito el comentario en la entrada el jueves. Normalmente los jueveros dejan su enlace como comentario en la entrada que recoge la convocatoria o en otra y así se aseguran de que vea su aportación al jueves.
ResponderEliminarEl correo donde me lo has enviado no es el que utilizo para gestionar el blog y llevo un par de días sin abrirlo, pues con el ajetreo de publicar los relatos que me vais mandando, se me había pasado. Te pido disculpas por el lapsus.
Bss.
Candidato: Persona que pretende alguna dignidad, honor o cargo.
ResponderEliminarAsí, mal empezamos...
Fantástico Juan, me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarSería bueno que esos "sincericidios" les llegaran a tiempo...cosa que dudo, basándome en lo que tenemos por aquí. Hay quienes se han creido sobradamente que son esos que se muestran sonriente en los afiches, otros atornillados a sus cargos gubernamentales, terminan por convencerse que son inmortales, indestructibles, incuestionables.
ResponderEliminarMuy interesante el giro con el que desarrollaste el tema juevero de esta semana.
Saludos!
Seguro que más de uno está pensando todo eso en la jornada de reflexión, y deja de ser candidato porque se ha dado cuenta que ha perdido la decencia. Bueno, de ilusión tambien se vive
ResponderEliminarUn abrazo
Muy buen relato! Fue un placer leerte, sobre todo, tratar de meterse en la mente de un candidato que sin dudas se las trae. Dentro suyo todo el meollo. Claro, esta es una probabilidad, quién sabe si a otros algo se le ha arrugado.
ResponderEliminarQué explicación le habrá dado al niño sobre decencia? Me quedé pensando en ello.
Besos!
Gaby*
: )
ResponderEliminarSi somos capaces de meternos en la cabeza de quienes nos humillan y amedrentan, será porque compartimos su calidad de seres humanos. Lo bueno, es que nosotros somos conscientes de que hay mejores valores por lo que transitar...
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Los niños siempre tan oportunos sin proponérselo.
ResponderEliminarUn abrazo
Si logró afectarle el hecho de imaginar que sus actos y palabras no eran dignos y honestos es porque no estaba completamente perdido, hay muchas personas que perdieron ese sentimiento, capaz de comprobar qué están haciendo bien o mal, su conciencia les abandonó a la vuelta de cualquier esquina. Una gran reflexión amigo Juan.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Lo que rescato es que al menos se dio cuenta que no estaba haciendo las cosas bien, otros nunca lo hacen. Me gustó mucho la forma en que relatas la historia.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha encantado el relato, muy bien contado. Muchas veces me he preguntado si los políticos creen realmente lo que dicen (soy bastante ingenua), y quiero pensar que a pesar de todo hay gente honesta que si lo hace aunque cada vez me cuesta más creerlo.Bs
ResponderEliminarPienso que en su balanza, pueden más las ansias de poder, las ambiciones políticas que la honestidad y la decencia, porque si no, sería tan fácil como abandonar la contienda política o mejor aún, estar en ella buscando de verdad el bien general como opción política. Eso le permitiría sin lugar a dudas, explicarle con el ejemplo a su hijo en qué consiste la decencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
La política al servicio del dinero y de la corrupción. ¿Dónde quedaron los políticos con carisma que sepan lo que significa la palabra decencia, nobleza?
ResponderEliminarMuy buena tu reflexión.
Bss.
Y en ese preciso momento sonó el despertador y raudo fue al baño a lavarse la cara para borrar cuanto antes esa pesadilla en la que por un momento habían asomado sus grandes verdades... esas que cuestionaban y ala vez articulaban y sostenían su vacia y rentable vida.
ResponderEliminarAbraozs
Y yo que creo que los políticos no tienen hijos que les hagan estas preguntas, porque de ser así, los discursos serían de otra manera o tal vez no, tal vez dentro de la educación familiar también están este tipo de indecencias polítcas. No sé.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso es un candidato con conciencia. Una "rara avis". Un saludo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato. Yo les enviaría un hijo, aunque fuers prestado por un solo día, a todos los candidatos. Claro, con los deberes que tú propones, la decencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay determinadas actuaciones que me hacen dudar sobre la existencia de la conciencia en todos los seres humanos. Besote
ResponderEliminarMarionetas, solo marionetas, y nosotros seguimos engañados creyendo que ellos respetan la mayoría de nuestra voluntad.
ResponderEliminarUn saludo
Las arrugas de esa conciencia yo diría que no hay quien las planche. El niño muy, pero que muy oportuno.
ResponderEliminarUn placer.
Besos.