Van
ya muchos eneros grabándose en la piel. Quedan lejos las auroras con aleteos de
blancura y hace tiempo que desistí de guardar luciérnagas en cajas de juanolas o de edificar puertas de espuma
por donde entren las sirenas.
Me
voy cansando de cantar al amor o a las rosas mientras compruebo, como
alrededor, una jauría controlada decapita los jazmines y ensucia de odio las
fachadas.
Se
acabaron las metáforas y ya no me quedan ni palabras ni memoria, !!!lo gasté
todo en versos como pancartas y en palabras sanadoras!!!
Compruebo
como el tiempo se acaba y en la soledad oscura de la pena, como un naufrago en
la tarde, me arrimo al socaire de un saxofón de luto, para curarme las heridas,
de esta batalla, ya casi perdida.
Recuerdo
aquello, tantas veces oído de “perro
viejo” y me viene a la memoria el viejo refrán de “el perro viejo, si ladra, da consejo”. No quisiera ser ese, pero
al mirarme al espejo, lo que veo es un delirio, la certeza de un fracaso, la
fría imagen de desoladas cenizas.
Me
vienen al recuerdo palabras de humo, gritos de cólera enterrados en el ficticio
jardín de las buenas costumbres, palabras coléricas que de nada sirvieron.
Porque
ELLOS, en verdad perros viejos, siguen manejando a su antojo la prosa que les
enseñaron, con renglones torcidos, sin que les importe los acentos, con la
gramática parda que mejor les conviene, para así poder moverse entre el puñal y
la sombra.
Son
ELLOS los que pisotean amapolas con italianos zapatos de tafilete.
Los
que han aprendido a mentir ante de aprender a contar vagabundos.
Los
que son campechanos con Dios y despiadados con los que buscan la verdad.
Los
de la corbata a punto y la faltriquera desbocada.
Los
que nunca dudan ni se equivocan.
Dejadme
que, perro apaleado, me lama mis
heridas y trate de buscar, hurgando en la nostalgia, aquella voz del niño que
fui y que no puedo escuchar entre esta triste multitud de arengas y sollozos.
Mientras,
que los PERROS VIEJOS vayan venciendo en cada muerte, en cada fracaso, en cada
espiga tronchada. Y que tras sus pasos lentos y sonoros, vayan dejando el
rastro que los lleve al triste final de
una estatua con el mármol sucio y pedestal carcomido donde, a pesar de todo, habiten las
palomas.
Más temas variopintos en LUGAR DE ENCUENTRO
Siempre se me llena de verdades la cabeza y de nostalgia el corazón, con tus palabras tan poéticas y certeras (algunas debo buscar su significado, lo que no deja de ser un aprendizaje) pero siempre queda en el punto final, un aleteo que me habla de un hombre de es puro sentimiento y poesía y que tiene de los perros la fidelidad y el don de gente (sí, los perros lo tienen) y de viejo, mucha sabiduría. Un abrazo bien grande, Juan.
ResponderEliminarMuy bien expresado. Si bien hay perr@s viejos que ya no soportamos la repetición de tanta memez, de la cual participamos en su día, muy a nuestro pesar en el mejor de los casos. Desafortunadamente el perro viejo solo encuentra más de lo mismo en prácticamente todas partes. El siguiente paso sería perder de forma selectiva ciertos recuerdos. El perro viejo se liberaría de cargas ya innecesarias. Es la historia del desarrollo vital.
ResponderEliminarHola Juan L Trujillo: palabras sabias, certera y tan bien escritas, que remueven cimientos, sacuden almas y nos recuerdan el camino que todos seguimos hacia la decrepitut, hacia el ocaso de la vida.
ResponderEliminarYo de ti no me preocuparia demasiado por estos temas. Desde que te visito, cada dia escribes mojor. Eres mucho mas sabio y estás hecho un poeta como la copa de un pino. Haces metáforas de las metamáforas.... enfin. YO lo que quieria decirte que otra vez hemos coincidido en el título elegido: PERRO VIEJO
Pero ni te pases, releyendo lo tuyo, mejor lo dejas.
UN fuerte abrazo chaval!!!
Es extraño cuando siente que es mayor el tiempo vivido que el que te queda por vivir, y cada vez la distancia es mayor y más desequilibrada, quisiéramos volver atrás en la memoria pero todo lo pasado se difumina y el futuro se intuye con más fuerza y pesar. Difícil, amigo mío.
ResponderEliminarSí, hoy fue complejo el entenderte.
Un abrazo bien grande de los cuatro.
No te pega ese aire nostálgico que tiñe hoy tu entrada, aunque sea para denunciar no estoy aconstumbrada a leerte así y además no quiero acostumbrarme.
ResponderEliminarAun te queda mucho por vivir y por enseñar, mira sin ir más lejos hoy aprendí ese refrán de que "el perro viejo, si ladra, da consejo".
Un fuerte abrazo y no te pongas nostálgico que me lo pegas.
¿¿Buscando la voz del niño que fuiste??... ¡Pero si todo tu texto es puro grito, amigo Juan! :)
ResponderEliminarY si me perdonas el simil... es el ladrido de un perro apaleado pero que se mantiene erguido, a pesar de todo.
Un abrazote grande.
Siempre es un gusto venir a leerte, de cada una de tus palabras, aprendo y disfruto. No me gusta que nadie se considere un "perro viejo" la vida nadie la tiene comprada y los años solamente son un número que se pone sobre un pastel. Lo demás es vida, vida que leo en cada uno de tus textos, a veces poéticos, otras veces duros, pero siempre frontales, honestos, prolijos y coherentes.
ResponderEliminarEn mi mundo también habitan esos seres despreciables, que ni siquiera merecen ser llamados perros, pero trato de esquivarlos siempre que puedo.
Un abrazo.
Sabio, hacedor de grandes caminos, corazón con múltiples cicatrices, sacudes el alma, Juan
ResponderEliminarUn beso
Unas palabras llenas de verdades y sabiduría. Más de uno tenía que tomar nota y no por más viejo eres más sabio; aunque algunos si son más espabilados y las hacen más gordas.
ResponderEliminarUn gusto leerte.
Un abrazo
Quizá por eso, porque a un perro viejo no se le engaña fácilmente las verdades de su boca siguen siendo gritos ante la realidad que nos atenaza, el mundo está inundado de pulgas y parásitos que dicen ser los que nos gobiernan. Me ha gustado esa mezcla de realidad y metáfora. Un beso
ResponderEliminar¿Por qué será que me he quedado sin saber qué comentar? Hay tanto en tus palabras y está tan magníficamente expresado que me he quedado embelesada. Me vas a permitir que este texto tuyo lo comparta con mis amigos de la tertulia literaria Rayuela.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un texto de cabecera, para que no se nos olviden nunca nuestras arrugas, ni el pan duro, ni las pedradas que hemos ido recogiendo a lo largo de los días...pero también, arroparnos con la caricia de "aquella voz del niño que fui"
ResponderEliminarbesos
Me identifico con ese perro viejo, tan cercano, tan lleno de vivencias compartidas, en un mundo disparatado y cruel, como el que nos están haciendo mal vivir los que lo manejan, amparados en el poder del dinero.
ResponderEliminarTu trabajo, que he conocido gracias a una común amiga, Leonor, excelente escritora y mejor persona, me ha parecido excelente.
Perdona mi intromisión y recibe un afectuoso saludo.
El desgano ante la realidad gastada que aún sigue doliendo es más que comprensible, nadie puede reprocharle a quien manifieste así su desesperanza, pero a la vez, quien tiene al menos buenos recuerdos tiene en su haber una fortuna, un tesoro enorme que nadie podrá arrebatarle aunque a veces la tristeza amenace con ganarle la partida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
MUY BUENOS días ya de junio, Juan. Se le lee cansado y hastiado de la situación social que nos ha tocado vivir (se diría que los principios de siglo traen consigo una especie de tendencia al suicidio colectivo). Pienso que no le falta razón y más si nos fijamos en la coyuntura fraticida que vive nuestro país (reflejo del contexto internacional, sin duda). Los unos con corbatas y faltriqueras sinvergüenzas llenas de lo ajeno, los otros haciendo pasar por nuevos unos proyectos de ingeniería social que han arrasado con las gentes, y muchas veces con la vida, de aquellos países que los pusieron en práctica...aunque como buenos fanáticos son de la opinión de que, si fracasaron sistemáticamente en el pasado, es porque los boicotearon y no porque su proyecto social es, simple y llanamente, profundamente contrario a la libertad y dignidad humana en toda la extensión de la palabra). Comentas los odios en las fachadas, cierto. En algunas todavía se amenaza con "arder como en el 36". Y en algunas leyes de "Memorias históricas selectivas", siempre quedan fuera, por ejemplo, las mujeres, hombres y niños (unas 5000 personas) que fueron asesinadas y lanzadas en zanjas en lugares como, por ejemplo, Paracuellos del Jarama.
ResponderEliminarNo aprendemos, Juan. Y las sociedades que no aprenden están condenadas a repetir los mismos errores del pasado. Y es que, al final, las ovejas terminan por parecerse a los pastores y los pastores a las ovejas.
Pasa un buen verano junto a tu familia y cuídese.
La edad es un estado mental. Mientras vivas y estés en la mescla de la mejor idea, como escribir este reflexivo texto y otros tantos que has escrito, olvida eso del “perro viejo”. Te encuentras en la mejor etapa. =)
ResponderEliminarAbrazo
Supongo que los ajos nos llevan a reflexionar y a llegar a certezas tan duras. Perro viejo, pero con la nobleza pura, con el corazón radiante y con ganas de gritar. Los otros perros de los que hablas no son así, no hay color entre los dos tipos de perros. Besos.
ResponderEliminarEl perro viejo va eligiendo sus batallas o, mejor dicho, sus ladridos, ladridos cargados de dolor. Un saludo. Pablo.
ResponderEliminarYa sabes lo que digo... Siempre, siempre hacia adelante... Los años dan experiencia, sentimientos sabios, sensaciones nuevas...
ResponderEliminarAsí que ni perro apaleado ni perro viejo... perro mimado y siempre.
Un abrazo enorme y un beso.
Me has dejado casi sin palabras, estimado Jl. Emotivo, real, lúcido, fuerte...
ResponderEliminarLos perros viejos de malos instintos espero tengan su merecido; mientras, tú, sigue adelante con tu gran corazón de cachorrillo ilusionado.
Un fortísimo abrazo
Cuando nuestra existencia está más cerca de la estación término que del punto de partida, tendemos a pensar si habrá valido la pena, si el eco de nuestra voz habrá dejado huella en los que nos rodean, si nuestros esfuerzos habrán resultado vanos, si habremos contribuido a un mundo algo más justo, como bien dices, se nos van acabando las metáforas y también las fuerzas para luchar contra los que ensucian las fachadas. Debemos pensar que sí, que fué y sigue siendo fértil, que seguiremos venciendo en cada muerte dejando la huella de un pasito más, el nuestro, en el camino que nos lleva a un mundo sin jaurías.
ResponderEliminarPrendado y prendido entre tus letras, te dejo un fuerte abrazo.
Un amplio repaso por las consideraciones de la vida que es de lo que trata tu relato. Nunca pensé que lo enfocaras tan magistralmente.Gracias por participar. Un beso
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