Vuelvo
donde solía.
Vengo
rebozado de arena y de sol. Tengo todavía chiribitas de estrellas en los ojos y
la piel curtida de salitres y besos de espuma.
Vengo
con la tristeza de saber, que mientras yo disfrutaba de esa mediterránea luz
que tanto sabe de vida y sentimientos, fuera nos mordía con saña esa fiera,
puta y compañera, a la que llamamos muerte.
Han
sido malos tiempos, unas tristes vacaciones para la lirica.
Primero
y más importante la muerte de Mª del Carmen Nazer. Esa incomprensible traición
de la naturaleza, todavía no he logrado entenderla.
Ahora,
desde su muerte, hay menos bondad en el mundo, la amistad pierde una defensora,
el jade oscurece su brillante color verde y la poesía que inundaba su corazón y
nos regalaba con latidos de belleza, ha muerto también un poco.
Y
malos tiempos para la lirica flamenca.
Juan
Peña, El Lebrijano, profundo conocedor de todos los cantes más puros y que
quiso mostrar, consiguiéndolo, las raíces árabes del flamenco, se ha ido
también en este fatídico verano.
José
Meneses, otro grande que hizo del flamenco, pureza y compromiso, que supo
llevar con su cante, la palabra de un pueblo sojuzgado hasta los más altos
cenáculos intelectuales y que supo, junto a su letrista y amigo Francisco
Moreno Galván, hacer que los jóvenes supieran de los “palos” del flamenco, al
tiempo que se repartían consignas y verdades.
Juan
Carmona Habichuela, patriarca de una larga familia de guitarristas flamencos.
Flamenco por los cuatro costados, por si le faltaba algo, le dio por nacer en
Granada, en la Cuesta de la Cava, junto al Albaicín.
Ya
os podéis imaginar, de que manera sonaba su guitarra con estos ingredientes.
Pero
la vida sigue, los he vuelto a escuchar a todos los que se fueron y al tiempo
me he encontrado con alguna sorpresa, como la del piano de la joven Ariadna
Castellanos, que no conocía. Os la recomiendo aunque no seáis aficionados al flamenco, seguro que me lo agradeceréis.
Un
poco de “jazz”, esta vez con el saxo de Stan Getz y sobre todo el sonido arrullador
del mar en la noche.
Naturalmente
he leído, entre temblores y pena, el poemario “Gotas de Jade” de Mª Carmen
Nacer.
“Orento”
otro libro de poesía de Jesús Andrés Pico Rebollo, donde recoge parte de su
poesía premiada y editada en su blog. Poesía autentica y que nace de dentro,
sin corsés académicos, que tiene la belleza de aquello que nace del
sentimiento.
Me
he reído (y mucho), con la “guasa” sureña de Eduardo Cruz, (Más claro agua), en
su libro “Felicidades por tanto”, que a pesar de haber nacido en Miranda de
Ebro, y debido a tanta Cruzcampo, va a terminar por confundir Fontibre con
Cazorla.
Después
“Donde los escorpiones”, lo último de Bevilacqua y la sargento Chamorro, que
son mi debilidad.
“El
Reino” de Emmanuel Carreré, un provocador libro sobre el cristianismo, mezcla
de ensayo, novela, libro histórico, que sin embargo se lee con facilidad a
pesar de su 516 páginas.
Llevo
leído una tercera parte de “Manual para mujeres de la limpieza”, de la autora
estadounidense Lucía Berlín. Una colección de relatos vividos que se salen de
lo que uno entiende por relato digamos, “redondo”, pero que termina por que
entendamos lo que solo ella ve y que es el verdadero meollo de su historia.
Tal
parece que escribe a dentelladas, pero es que su vida es un constante zafarse
de esas arteras dentelladas.
También
he leído la insoportable retahíla de los políticos de turno. Pero esa es otra
historia, que desde luego no pasará a los anales de la cordura, ni podrá
encontrase en ninguna antología. ¡Ni en verano nos hemos podido evadir de sus
memeces! ¡Que castigo!
Veréis
que, salvo esto último, no he perdido el tiempo. El invierno se me antoja largo
y hay que hacer acopio de claridades.
Reproduzco aquí la frase que me dejaste en mi entrada "sigue existiendo, porque tú lo imaginas". Se aplica para cada uno de quienes nos han dejado. Un fuerte abrazo y ... bienvenido!
ResponderEliminarConviene prepararse bien para abandonar la escena. Falla la filosofía para las despedidas, algo que debería cocerse en el hogar y desde la cuna. Lo triste me parece es que nos roben la vida antes de llegar a la vejez. A partir de ahí cada segundo se transforma en un privilegio.
ResponderEliminarEl mundo gira y ya no somos los mismos..ni están los mismos..nos quedó su estela como refugio de aquellas sensaciones.
ResponderEliminarGracias por tu visita
Un abrazo desde el sur
Amigo te dejo un pequeño homenaje que le hice a nuestra amiga en común en la blogosfera Maria del Carmen Nazer http://enunmundonuevo.blogspot.com.uy/2016/08/a-maria-del-carmen-nazer.html?m=1
ResponderEliminarSaludos desde el sur
Prudencio Hernández Jr.
Una alegría inmensa de tu vuelta, de tenerte más cerca al leerte.
ResponderEliminarSí, el verano ha sido cruel al arrebatarnos a gente que hacía nuestras vidas mejores y más llevaderas, pero nos quedan sus obras para seguir con ellos.
Veo que tu verano ha estado bastante ocupado, dándole comidita al alma para pasar mejor el invierno.
Un beso enorme de bienvenida.
Muy buenas tardes-noches, Juan. Felicitarte por el Haiku (francamente hermoso), y luego confesar que me acabo de quedar de piedra: no sabía que Mª Carmen Nazer nos había dejado, me entero ahora. Vaya tela, vaya tela... recuerdo sus poemas y sus visitas en el blog siempre teñidas de ternura, amor y alegría. Lamento mucho su pérdida.
ResponderEliminarSaludos para vos y familia.
Ya te leo que no has perdido el tiempo este verano, también estoy de acuerdo que, como los animales que hinvernan, los humanos también deberíamos invernar, sobre todo cuando llegamos a determinadas edades.
ResponderEliminarSaludos
nota: he tenido que ver la diferencia entre invernar e hinvernar, el primero personas, el segundo animales. Joder que difícil es el castellano.
Me alegra tu vuelta Juan. Veo que has tenido un buen verano lector.
ResponderEliminarPero siento mucho las perdidas que has sufrido. No conocía a Mª Carmen Nazer y por tus palabras llenas de cariño hacia ella, veo que he perdido la ocasión de tratar con una persona interesante y cariñosa también. "Por sus amigos los conocereis..."
El invierno que generalmente nos recluye en casa, es largo, sí. Pero no hay estación para descubrimientos nutritivos; para mí, todas lo son. ;)
Un gran abrazo y un beso.
Pues no acabo de entender cómo puedes venir rebozado en arena, con lo ocupado que has estado :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, el verano tan dadivoso y cruel, hace un año se llevó a uno bien cercano. Y por la forma tan brutal en que ocurrió, cada verano, trato de tapar ese tremendo hoyo que quedó. La muerte incomprensible sigue siendo.
ResponderEliminarDisfrute leerte nuevamente, Juan.
Saludos.
Me alegra tu regreso, aunque siento mucho la pérdida de Mª Carmen, yo la dediqué una entrada en mi blog.
ResponderEliminarUn beso.
Un montón de lecturas para un verano al que has sacado mucho jugo. Pero también esas pérdidas... que pone una lágrima triste a tus días.
ResponderEliminarTodos sus amigos hemos sentido hondamente la muerte de Mª Carmen. Fueron homenajes y poemas por todas partes, muestras arrolladoras de cariño. Ahora, los tuyos, son de nuevo más y más cariño. Nos dejó un recuerdo inolvidable. Siempre estará en nosotros.
Parecen malos momentos...aunque la verdad los momentos siempre han sido solo eso...para algunos buenos y para otros no..Yo al menos he entrado para decirte que me alegra que hayas regresado de tus vacaciones para continuar leyendo tus hermosas metáforas y he sentido la tristeza de tus palabras, el cariño hacia las personas que han marchado..Pero creo que nosotros los que ya pasamos de la mitad de la vida, estamos cada vez mas conscientes que esa compañera inevitable es lo único seguro que tenemos y que mientras decide llevarnos debemos hacer de cada día el mejor de los días...besosss y bienvenido..
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