Amigo del alma, compañero:
Como sé que hasta
donde tú estás no llegan los gritos de las tertulias, ni los ecos de las
soflamas, quiero contarte algo.
Nos dejaste, poco
después de que, tras la victoria de Felipe y ya en una España felizmente
democrática nadie, como pasaba antaño, podía llamarte “rojo”, aunque tu color
fue siempre el de la esperanza y la vida.
Se acabaron los
tiempos de los himnos y las hosannas interesadas.
Recuerdo aquel día de
1982, en que el cava corrió entre abrazos, en un restaurante de la periferia.
No solo corrió el cava, también corrieron las lágrimas de aquellos que tuvieron
que soportar los años de la libertad restringida, de las insensatas iras de
aquellos que poco sabían de ti.
Aquello, felizmente
pasó, pero aun doliéndonos tu ausencia, nos fuimos acostumbrando a vivir, sin olvidar
aquello que de ti aprendimos.
Ese partido socialista
que tu elegiste en tu juventud tempranera, elección que tan cara te costó, supo
gobernar y nos hizo sentir felices con sus logros a aquellos, que como tú,
ansiábamos que la solidaridad, la
igualdad, no solo fueran palabras de un himno, sino la realidad que había que
construir día a día.
Y se cumplieron los
tiempos de los sueños. Y supimos hacer una España nueva y diferente entre
todos, olvidando viejos rencores.
Aprendimos a exigir,
aprendimos a preguntar y negar y a saber, que nadie es ya dueño de nuestro
destino.
Pues bien, ahora que solo
debíamos tener tiempos de primavera, ese PSOE, por el que tu luchaste y
sufriste, se desmorona, como lo hace la arena en la mano de un niño.
Cuando se vive uncido
a la costumbre y se olvida que hay que seguir luchando por la libertad de
todos, los que deberían ser ejemplo y guía, pierden – o ganan- su tiempo en
otras componendas que solo les benefician a ellos. Consejos de Administración,
sillones eternos con sueldos de ensueño, o lo que es lo mismo, mimetizarse con
eso con lo que trataron de luchar.
Y como la vida les
sonríe, los que ahora ocupan los cargos que antes ellos tuvieron, se aferran a
ellos, sin importarles en absoluto los votos que allí les pusieron.
Y otros, tratando por
todos los medios, a apearlos de la bicoca, no sea que se les pase el tiempo y
no lleguen al reparto.
Y mientras, nosotros,
los que venimos del orgullo de nuestra palabra y nuestra idea, vemos como
aquello en lo que siempre creímos, por lo que lloramos y por lo que tu luchaste,
se torna en el hazmerreir de unos y la pena de otros.
Esto te cuento, amigo,
compañero, en este sábado primero de octubre, en el que compruebo que cada hoja
que le quitan a la rosa roja de nuestro puño, es como una punzada en el corazón de los que seguimos
soñando.
Siempre siento tu
ausencia, pero es mejor que ahora no pases por esta vergüenza. Ya te contaré si
el tiempo me deja.
Si este partido
sobrevive y vuelve donde solía, te prometo volver a brindar con cava ante una
estampita de Pablo Iglesias, como aquellas que repartías a tus nietos junto al
aguinaldo.
Del Pablo Iglesias
tuyo. No de esa impostura con mochila de ansias, que dice llamarse socialista.
Pero esa es otra
historia, que ni siquiera merece que tu conozcas.
Las hojas de la rosa ya estaban eliminadas desde que un día Felipe González eliminó la palabra marxista de su ideario, siguieron cayendo cuando la huelga de 1984 donde los sindicatos defendían las pensiones, vino más tarde la ruptura con la UGT, esto me pilló de lleno en el sindicato y en el partido, opte por el sindicato, no olvidemos la última huelga contra Felipe en el año 1994 contra los contratos basura de los que hoy ya sabemos sus consecuencias, ¿donde metemos los Gal de Felipe?, también Zapatero tuvo su parte de culpa en la caída de las hojas rojas del rosal, en el 2010 otra huelga general contra la Reforma Laboral y ajustes sociales y que decir por parte de este socialista la reforma constitucional de 2011 que modificó el artículo 135 de la vigente Constitución en la que se priorizaba el pago de la deuda externa.
ResponderEliminarLa rosa ya venia siendo destrozada desde el principio de la democracia, el puño que la sostenía solo ha hecho una cosa en este fatídico sábado, estrujarla y pisotearla. Si tu amigo levantara la cabeza, volvería a llorar como un niño.
Y como soy demócrata y este socialismo del PSOE me defraudó hace muchos años, también soy optimista y espero que este nuevo partido que ha obtenido muchos votos, uno de ellos el mio, no cometa los errores del partido hermano, aunque he de reconocer que la soberbia de alguno de sus lideres habría que cortársela.
Un abrazo.
Yo estoy con Emilio Manuel:
ResponderEliminarEsto no viene de ahora, se empezó a labrar cuando Felipe comenzó a virar y virar hacia la derecha. Tanto se ha virado, que ahora cuesta diferenciar al PSOE del PP.
Pero lo que está pasando ahora no es lo peor que puede pasar, ahora mismo el PSOE tiene grave riesgo de desaparecer, cosa que no me extrañaría que sucediese con los actuales dirigentes.
Un abrazo.
Mejor que no le cuentes más cosas, sobretodo del compañero Felipe González, si se entera que se está paseando en yate por ahí, es capaza de resucitar y morirse de la impresión.
ResponderEliminarFelipe se ha pasado al PP, o mejor dicho, ahora PSOE es del PP, por lo que su nombre debería ser: PPSOE.
ResponderEliminarUna lástima lo que han hecho con Pedro Sánchez, el único que ha sido honrado y se le han cargado, pero creo que ha salido victorioso, por lo menos para mí. Y espero se vuelva a presentar en las primarias, sino para mí el PSOE habrá muerto con él.
Un beso.
Ojalá que los grandes ideales logren sobrevivir a las mezquindades de los hombres que no han sabido honrar sus convicciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Desilusión, desencanto, tristeza. Rabia también. Y vergüenza ajena.
ResponderEliminarMejor no le cuentes nada a tu amigo, Juan. Se fue feliz.
Mi gran abrazote para ti.
Mientras haya corazones que sueñen, hay esperanza. Él lo sabía.
ResponderEliminarSaludo enorme, Juan.
Al parecer el destino de la política es desilusionar, tarde o temprano el partisano se corrompe. Los humanos somos complicados como para seguir un sistema social predeterminado por la historia. La historia se hace todos los días y así, pero el sistema se reusa a cambiar.
ResponderEliminarEn tu carta se adivina la nostalgia por un tiempo en común con ese amigo que ya no está, lo mismo que aquel tiempo. Buena narrativa.
Saludos Juan.