Fotografía de Pixabay, retocada por el autor.
EMPIEZA
A ANOCHECER.
La
tarde, transida de azules,
le
ofrece el aire a los pájaros,
para
que jueguen al corro con las nubes.
A
la madura sombra del olivo,
mientras
los girasoles
marcan
las horas de los designios,
trago
la salobre saliva de la pena,
tratando
de ordenar
los
restos de todos mis naufragios.
Entre
tanta algarabía alada,
se
confunden las palabras necesarias
que
ordenen el catalogo de ausencias.
Repaso
las auroras que murieron
sin
nada que decir a la esperanza.
La
vieja tristeza del olivo,
hace
que la tarde baje las persianas
y
me quedo a solas con las sombras.
A
solas en la noche,
solo
me queda buscar esa mano tuya
que
me ayuda,
a
pintar con soles la negrura.
Que
me empuja a habitar
en
esa tierra, por ti creada,
donde
antes nunca lloró nadie.
Otoño, 2016
Te veo tristón últimamente.
ResponderEliminarSolos estamos todos de esa soledad inherente al propio ser, pero de la otra soledad, la de andar por casa, tienes a mucha gente que te quiere y te acompaña, tira de ella si la necesitas.
Aquí estamos.
¡Ay, el otoño que no llena melancolía! Esa persiana tiene que dejar entrar la luz, sea más débil o más fuerte, sea invierno o verano.
ResponderEliminarTe envío mi abrazo más gordo de este día, día trágico para los que creemos aún que otro mundo es posible. Y sé que eres uno de ellos. Pues más abrazos, claro que sí!
Si necesitas otra mano para pintar soles...Son ya tantos los anocheceres y tantas las ausencias!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Una mano de pintura de primavera no te vendría mal, creo yo. :-)
ResponderEliminar¿Cuántos soles te hacen falta que te los envío por SEUR?
ResponderEliminarFDO: una insomne dominguera