Cualquier día es bueno
para la rehabilitación necesaria de muchos seres desconocidos, que un mal día
desaparecieron tan anónimamente como vivieron,
mártires de la libertad y la fraternidad y víctimas de la ignominia
fratricida, de los que no supieron digerir su amarga victoria sobre la
legalidad democrática vilmente conculcada.
El pasado 15 de
Noviembre, cuando la tarde ya se ensombrecía sobre Valencia, le ordenábamos al
taxista : “ A San Miguel de los Reyes”.
San Miguel de los
Reyes, monasterio primero ( hoy desacralizado), cárcel de presos comunes
reconvertida en prisión política en
tiempo del franquismo y hoy sede de la Biblioteca Valenciana. Que buen final de
libertad pasar de las rejas a los libros. Justicia histórica.
La noche empezaba a
refrescar. Sobre la monumental fachada del antiguo monasterio, un ciclorama
reflejaba con albura de gloria y de paz, los nombres de los que antes solo eran
silencio, soledad y tortura.
A nuestro lado cientos
de móviles, se afanaban por dejar constancia fotográfica del nombre esperado.
Vano intento, había
que esperar de nuevo, por que las lágrimas habían enmohecido las imágenes.
Lágrimas que no se
escondían de los ojos de hijos y hermanos . Nietos que se esforzaban por cuidar
de los temblorosos abuelos, mientras disimulaban sus lágrimas, empujando sillas
de rueda o sirviendo de apoyo y guía.
Políticos, que esta
vez solo hablaron con la voz unánime del recuerdo de estas víctimas que no pretenden
revancha, que solo quieren que sus nombres no se olviden y que lo tristemente
pasado no vuelva a repetirse.
Canciones
republicanas, cantadas dentro de un convento desacralizado, gracias al Coro
Republicano de L` Eliana, (os lo
recomiendo en You Tube, a los que vistáis de rojo, amarillo y morado),
aplaudidas y aclamadas con sonoros ¡Viva la República!.
Las palabras de Joan
Busquets, preso desde 1950 a 1965, venido desde Francia, que helaban el
corazón, narrando los pormenores diarios de hambre, suciedad, torturas y
miedos.
Un monolito, recordará
a los jóvenes estudiantes que utilicen esa biblioteca y a todos los visitante la
existencia de estos hombres tanto y tan doloroso tiempo olvidados.
Y nada mejor para el
recuerdo que la frase primera de ese monolito, tomada de un poema de Miguel
Hernández.
“Tristes armas si no son las palabras”.
Cuando salíamos de San
Miguel de los Reyes, mientras seguían recordándose en la noche los más de 400
nombres, antes olvidados, oí a una señora decir:
“Desde este patio me
vio mi padre por primera vez, siendo un bebe. Me reconoció por un faldón que
llevaba y que había visto bordar a mi madre.”
Nos volvimos a mirar
la lista por última vez, esperamos el nombre deseado y ahora no puedo asegurar
si las lágrimas eran de alegría o de tristeza.
P/D.- Al día
siguiente, creo que en el móvil, pude leer la opinión de un periodista, en la
que argumentaba, (espero que no siguiendo consignas), que la Generalitat
Valenciana se quejaba mucho de su falta de financiación y por el contrario
gastaba 400.000 euros en el Aula de la Memoria Histórica y Democrática de la
Comunidad Valenciana.
Me acordé de
Calatrava, la Ciudad de la Luz, y todos los despilfarros y robos que en esta
comunidad se han cometido.
Para ese plumilla,
seguro que la emoción de la noche del 15 de Noviembre en San Miguel de los
Reyes, era perfectamente eludible. ¡Que pena!
Emocionado recuerdo a tantos hombres y mujeres que en la defensa de libertad y justicia, perdieron -o les quitaron- la vida.
ResponderEliminarMi solidaridad contigo y con ellos.
Un abrazo.
De esos tengo unos cuantos pretéritos de mi sangre. Tiemblo solo de pensar en tanta miseria anti humana en todos los sectores. Seguramente sea persona en exceso exigente llamada a filas de la bandera del olvido. Me gustaría pensar en dar un paso hacia el anonimato absoluto de forma tranquila y pacífica. Esto último ya es una meta per se.
ResponderEliminarRespecto a la comunidad valenciana cuna de mi sangre solo añadir que me inspira mucho dolor, con lo trabajador esforzado y alegre que es su pueblo.
De esos hay tantos que piensan así... (como el plumilla, digo)
ResponderEliminarOjalá que cunda el ejemplo de Valencia y pronto se hagan realidad hechos como este en todas las partes de nuestro país.
Qué emocionante!!!
Estamos muy lejos de la reconciliación.
ResponderEliminarSaludos
Curioso recorrido ha tenido este edificio...
ResponderEliminarLas noches son necesarias, para recordar.
Y los días también, para no olvidar y fijarse en tantos despropósitos. Aquí, allí y en todas partes.
Un abrazote, Juan.
No, no hay que olvidar, y sobre todo hay que recordarles a muchos que gracias a esas personas y a quienes dejaron su espíritu y cobraron traumas imborrables, tienen ellos una vida digna. Y me refiero a la mayoría de los españoles... a los que vienen de otros países y viven de gorra felizmente y pidiendo constantemente lo que aquí no les pertenece, los dejo aparte porque su falta de respeto nos ofende a todos.
ResponderEliminarUn beso, Juan.
De esos hay en todos lados, diciendo las mismas barbaridades, por suerte son muchos mas los que si recuerdan la historia para seguir creciendo y no olvidan para poder contar el legado de lo que se ha pasado y no debería volver a suceder.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo, Juan. Espero que ya no haya que colocar en ningún lugar del mundo más placas conmemorativas de hechos que no tuvieron que producirse. Pero el hombre es tenaz e inhumano, mi deseo es solo eso, un deseo.
ResponderEliminarGrandes palabras de recuerdo, llenas de sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.