Rebuscando papeles, me he encontrado con esta vieja
fotografía de mi buen amigo MERINO, con el que durante mucho tiempo, colaboré en la portada del Lanza dominical, periódico diario de la provincia de Ciudad
Real.
He removido mis papeles y he dado con el escrito con
el que acompañe esta vieja fotografía.
Se publicó en el diario del que os he hablado el día
18 de mayo de 1.975.
Para no asustarme, no cuento los años pasados. Pero
sirva como homenaje al buen amigo Merino.
En
el rincón más fresco de la bodega, después de la última “cinta” de vino ha sido
el ritual, lento y acompasado, de liar el cigarro.
La
petaca repleta sacada de entre la faja, el papel de fumar Indio Rosa, el
chisque de pedernal y mecha y la conversación entrecortada, azoriniana casi.
El
humo juega a figuras caprichosas, entre el sol que se cuela por cualquier
rendija y los dedos del hombre del cigarro se parece más a los sarmientos,
tintados por el marrón de la nicotina.
Las
pipadas largas y profundas, de las que llegan hasta los talones, como un
Humphrey Bogart de boina y pana.
Y
fuera, la gente corre y enciende pitillos con raras boquillas, que se consumen
al momento y el humo no tiene ilusión de arabesco, porque es otro de los muchos
humos que llenan la calle.
Yo
sé que en el mundo de hoy, es necesario llevar los cigarrillos hechos, encender
con un encendedor que no falle y morderle a la boquilla para que se desahogue
la rabia.
Pero
de vez en cuando, nos sería muy necesario liar pausadamente un cigarro de
picadura en el lugar más tranquilo de la bodega, mientras entre “cinta” y “cinta” se paran los relojes y dentro puede
sentirse esa rara sensación de estar de acuerdo contigo mismo y dispuesto a
estarlo con los demás.
Interesante semblanza has hecho de la vida a tenor de ese fumador empedernido, que se traga la vida en cada chupada que le da a su tabaco liado. Abogas por la serenidad de un cigarro de picadura fumado con su tempo, un ritual que ayudaba a encontrarte contigo mismo, como si fuera una práctica de meditación, pero los tiempos han cambiado, amigo Juan, y lo que en 1975 era toda una filosofía de vida, esa forma pausada de saborear el tabaco, eso también está CASI prohibido HOY.
ResponderEliminarYo que he sido fumadora empedernida como Merino, hoy por primera vez desde que lo dejé hace una porrá de años, me han dado ganas de fumarme un pitillo. Y quizás lo haga después de comer.
Un rescate precioso por todo cuanto en él está dicho, homenaje lleno de sentimiento, Juan. Te felicito por estas palabras que ya tienen su impronta en los albores del tiempo.
ResponderEliminarMil besitos y muy feliz día.
Era un tiempo, y un ritual. Me has hecho recordar ese oficio que hoy veo en gente joven pero que no me recuerda a mis imágenes pasadas.
ResponderEliminarUn abrazo
Es curioso, una escena que he vivido en las tascas y bares castellanos, era muy joven y lo recuerdo perfectamente. Después, de instrumentista en cirugía torácica ví el resultado, pulmones negros como el betún salpicados por el efecto del tabaco, cuando son de color rosa chicle. No he fumado en la vida.
ResponderEliminarEsas reliquias está bien guardarlas.
Un abrazo.
Boa tarde Juan. Matéria diferente. Mais confesso que tenho alergia a cigarros.
ResponderEliminarPues lo justo acabarían de inventar la fotografía :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Que caro pagamos algunos, esa estúpida costumbre. Ahora, caminando por la vida con solo un pulmón. Una extracción y un post operatorio que no fue nada agradable.
ResponderEliminarMi madre liaba maravillosamente los cigarros, a pesar de no ser fumadora. Aprendió para hacérselos a su padre, enfermo. Yo también fui fumador empedernido, de tres paquetes diarios, aunque tampoco aprendí nunca a liarlos. Recuerdo esos yeseros o chisqueros que nombras. Llegué a utilizarlos. Eras muy buenos para cuando soplaba el cierzo, porque en vez de apagarlos los avivaba.
ResponderEliminarBonito recuerdo a tu amigo Merino.
Un abrazo.
Puedo recordar algunos tios maternos liando con parsimonia sus cigarrillos y disfrutarlos lentamente...Era todo un arte, sin duda. Es bueno recordar esas costumbres, que endulzaban la vida por momentos. Hoy ya forman parte de otros tiempos, que tú has traído al presente y te lo agradecemos, Juan.Entrañable la imagen de tu amigo.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo esperanzador para este año.
Tiempos en que las cosas se hacían con pausa, saboreando el momento, con caladas profundas.
ResponderEliminarNi sé cuanto llevo sin fumar, fue algunas años más tarde que ese 75, por aquel entonces lo único que tomaba con calma era una buena pipa al final del día.
Ahora la gente jóven a vuelto a liar cigarrillos.
Un abrazo Juan L.
Me traes a mi infancia, los recuerdos de mi padre sacar de su petaca de piel, poner un poco de tabaco en la palma de la mano y sacar un papelito para liar el cigarrillo...no le gustaba los "hechos" y tenía un chisquero que no se acababa nunca...reflejas pertfectamente una etapa no tan lejana de costumbres, después de las comidas, era su punto final...casi nadie se tomaba muy en serio lo que decían los médicos del tabaco...
ResponderEliminarBuena entrada Juan.
Besos.
Yo también he fumado como un carretero, desde los celtas pasando por los bisonte y hasta en pipa he llegado a fumar, quitarme del vicio no me resultó difícil, el tabaco nunca me llegó a gustar y hace muchos, pero muchos años que dejé de fumar y estoy la mar de bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buen rescate y buen recuerdo amigo. Me transportas a la infancia en la que fumar era todo un arte. Desde liar el cigarrillo entablando conversación hasta llegar a encenderlo y disfrutar con cada calada. Era otra forma de fumar casi un ritual podríamos decir.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana.
Qué bueno!!!
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Un beso.
Qué tiempos aquellos. Y ya no vuelven. Se quedan en la memoria.
ResponderEliminarMe alegro que ya esté s publicando de nuevo.
Besos.
Muy buen texto. El fumador tiene en sus manos no solo el cigarro, tiene su vida que se acorta con cada pitillo.
ResponderEliminarUn abrazo
Bellos tiempos aquellos, gracias por compartir tus recuerdos. Saludos amigo Juan.
ResponderEliminarDesde hace un par de años me lío los cigarrillos. No todos, sino algunos en la noche. Encuentro placer también en prepararlo.
ResponderEliminarEs un hermoso texto, Juan, y me gusta la fotografía de ese Humphrey Bogart de boina y pana. Me pasé un buen ratito observando cómo el humo transforma su rostro.
Besos
Buen homenaje el que le haces/hiciste a tu amigo.
ResponderEliminarMi marido era fumador y hubo un época en la que, para fumar menos, liaba los cigarros.
Un abrazo.
Acá tenemos un tango:"Fumar es un placer, genial, sensual..." Ahora ya no se lo escucha, pero hubo épocas en donde no se sabía lo malo que era y todo el mundo fumaba, así que entiendo que le hagas tu homenaje al gran amigo en su genial disfrute, un abrazo Juan!
ResponderEliminarHola estimado amigo. Afortunadamente dejé de fumar a los 20 años y aunque no fumo si quisiera tener (y conservar) la calma de caminar por las calles sin la prisa del reloj o de liar un buen cigarro. Como siempre, aprecio y disfruto leer tus textos. H.
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