Aquel muchacho, no andaba
bien de salud. Seguramente el almacén de piensos de sus padres, no era lo mejor
para sus jóvenes pulmones.
Sus repetidas recaídas le
hacían parecer huraño y retraído, lo que le apartaba de juegos y travesuras con
el resto de niños de su edad.
Tras una de esas recaídas,
durante la cual tuvo que ser ingresado, su madre le regaló una caja de colores.
Aquella multiplicidad de
tonos, aquella mescolanza de sensaciones, aquel arco iris de claridades, fue la
mejor medicina para su precaria salud.
Desde aquel momento, decidió
que quería ser pintor, soportando las iras de su padre que lo quería abogado y
no dejaba de recordarle que aquella era una profesión que le llevaría
directamente a la hambruna.
Tal fue la machaconería de su
padre, que accedió a ingresar en un bufete de abogados, lo cual no le privó de
hacer copias de todo aquello que podía ser mejorado, con los colores de aquella
caja mágica que su madre le había regalado.
La enfermedad desapareció y
la pintura pudo contra todos los inconvenientes.
Dejó el bufete de abogados y
se matriculó en una escuela de Bellas Artes.
Su padre se equivocó. Obtuvo
los máximos galardones de la pintura y vendió cuadros por cantidades que nunca él pudo soñar con su almacén.
Aquel niño que recibió de
regalo una caja de colores de su madre, se llamaba Henry Matisse.
Mi apreciado Juan,
ResponderEliminarUna historia conmovedora, bien pudiera ser tu historia. Has emociado mi alma, el bodegón me gusta mucho porque ahí se ven reflejados los mágicos lapices de colores que le regaló su madre.
Mil abrazos de colores que tengas un día maravilloso.
Desconocía la historia, qué maravilla, gracias Juan por traerla, un abrazo!
ResponderEliminarDichosos esos hijos cuyos padres no quieren imponerles un futuro y valientes aquellos que, no teniendo esa suerte, son capaces de salirse del camino marcado por su progenitor para tomar el propio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro que la pintura ganó un gran pintor y perdió un mal abogado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué importante es la creatividad para el hombre, Juan...La pintura, la literatura, la música y todas las artes curan el cuerpo y el alma, nos hacen mejores, engrandecen el espíritu y nos hacen más humanos y también diría que más divinos, porque nos hacen tocar ese trocito de cielo, que todos ansiamos, porque lo llevamos dentro.
ResponderEliminarMi felicitación por esta hermosa historia de un gran e inolvidable pintor.
Mi abrazo entrañable y feliz fin de semana con los tuyos.
Ya sabes lo que me apasiona el arte que no tiene fronteras, al compartirlo lo engrandece. Aquella caja que escogió su madre, le entregó el don para el cual estaba extraordinariamente dotado, el mundo puede embelesarse con la pintura de Henry Matisse.
ResponderEliminar"Chapó", Juan.
Un abrazo
Qué oportuna, esa caja de colores, que acierto el de su madre.
ResponderEliminarNo conocía la anécdota. Gracias, Juan L.
Un abrazo.
Cuántos Matisse, pintores o no, han llegado a triunfar por oponerse de forma definitiva y rotunda al deseo de sus padres. Y cuántos no llegaron por no tener esa rebeldía.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.
No conocía esa historia y me parece digna de ser conocida porque puede ayudar a los padres que se empecinan en lo que ellos quieren sin tener en cuenta a sus hijos y también puede ayudar a los hijos a desarrollar su verdadera vocación incluso por encima de los padres.
ResponderEliminarLos colores siempre tienen magia en sus tonalidades.
Un abrazo Juan y gracias por contarnos esa historia tan bonita.
No concía ese origen de su amor por la pintura, pero el mundo ganó un enorme pintor, aunque la abogacía perdiera un abogado.
ResponderEliminarMuchas gracias por traernos ese origen. Un fuerte abrazo y feliz domingo, Juan.
Un excelente relato amigo.
ResponderEliminarA muchos de nosotros en este país, y en el día de Reyes, nos regalaban una caja de lápices de colores. Alpino. Y el consabido cervatillo de la portada...
Ya reconozco que colorear pude colorear, pero lo que es pintar, más allá de la consabida casa cuadriculada con tejado y chimenea y el árbol, nada de nada.
Abrazos Juan.
La vida es así de caprichosa. :-))
ResponderEliminarUn abrazo.
Henry Matisse, gran conocedor de los misterios del color. Por eso los colores de sus obras transmiten tanta fuerza y luminosidad.
ResponderEliminarJuan, tú también das vida al color, por eso me gustan tanto las imágenes que compartes.
Un abrazo.
Lo importante es hacer lo que te ilusiona y parece que se niño / hombre lo consiguió. Un abrazo
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