Aquel viejo maniquí
medio desvalido, con desconchones, brazos desarticulados, sin color en la cara
y con las cuencas de los ojos vacías, ya no da para más. El encargado de la
tienda, ordena que sea retirado y escondido en un rincón del polvoriento
almacén de las cosas inútiles.
No lo cambiará por
otro. En la soledad de su despacho, ha pensado que lo sustituirá por una dependienta, joven y lozana, cuya mirada esté plena de luces y guiños y su
cuerpo joven pueda lucir por tiempo en cualquier escaparate o lugar de la
tienda.
Además, tiene
decidido que dependienta será la elegida.
Lleva mucho tiempo admirándola,
por su juventud, la rotundidad de sus formas y su eterna sonrisa, sin que la joven
haya detectado ese interés, ocupada por su trabajo y conseguir méritos que le
hagan mejorar el precario sueldo por el que fue contratada.
Llamándola a su
despacho, le hace el ofrecimiento que tiene pensado para ella y lo justifica
con brillantes argumentos y un esplendoroso futuro, pleno de luces, desfiles
por multicolores alfombras, playas paradisiacas y demás relumbrones.
La joven
dependienta, anclada a la triste realidad del día a día, le pregunta si este nuevo
trabajo, va a verse correspondido con una subida en su escuálida nómina.
Con argumentos
evasivos, el encargado le sigue ofreciendo utopías, a sabiendas de que los sueldos
no pueden ser tocados, según órdenes de la dirección.
La muchacha que
duda, mientras observa la mirada lasciva de su jefe, responde que lo debe
consultar con su familia.
Lo que no sabe es
que esa mirada rijosa, también esconde un presagio: terminará arrumbada en el almacén
de las cosas inútiles, como el viejo maniquí, al que quieren que sustituya.
Me han contado que la
muchacha de esta historia ya no trabaja en la tienda. El encargado ha
ascendido, ocupando un cargo importante, dentro del Consejo de Administración
de la firma.
Me gastaría mas si te hubieran contado que el encargado yace junto al maniquí desmembrado y la muchacha ha retomado sus estudios para conseguir un trabajo mejor remunerado. Un abrazo
ResponderEliminarReivindicativo homenaje a la mujer trabajadora, en su día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese #Metoo de USA es el pan de cada día de muchísimas mujeres todavía. Y el encargado lascivo será jefe, y tal vez presidente de la empresa. Ella, si se niega, será el último maniquí zombi de un ejército de mujeres que dijeron No.
ResponderEliminarImpactante tu post. Me enanta cómo has hecho tu homenaje a la mujer. Un fuerte abrazo, Juan.
Varias lecturas realizo de este microrrelato, el primero es esconder a alguien o algo que ya tiene sus años (edadismo), despues el sustituirlo por alguien mas joven y barato, luego están los problemas laborales como el que sufren muchas mujeres en su trabajo y por último como son vistos estos acosadores por algunos patronos, incluso desde las administraciones públicas y si no que se lo digan al Consejo Superior de Investigaciones Científicas en donde una camarera de un barco fué despedida por denunciar que el Capitan del barco de investigación que la acosó para que se acostara con él.
ResponderEliminarSaludos
Alegoría del poder: usar, abusar... y tirar.
ResponderEliminarAunque algunos paleo-antropólogos lo duden, todo parece indicar que, desde tiempos inmemoriales, la condición femenina ha sido faltada de todo respeto por parte de los hombres. Y digo "que lo duden" porque hay una corriente de investigación que afirma que siendo verdad, el fenómeno no ha ido a menos, sino a más. Se sospecha que algunos grupos humanos, muy primitivos, eran matriarcados y que con la llegada de las religiones institucionalizadas, la cuestión se agravó.
ResponderEliminarQue esa chica se haya salvado de las garras del sinvergüenza ya es un aliciente! Un abrazoJuan!
ResponderEliminarUn relato que viene a significar hoy todavía la situación de la mujer. No todas, desde luego. Y no siempre!
ResponderEliminarHoy las cosas no están como en 1948, 1973 o 1998... Pero sí es cierto que queda mucho por hacer.
Y más cuando ciertas encuestas de última hora parecen confirmar que, bastantes hombres, bastantes mujeres, y bastantes jóvenes, de ambos sexos, se aferran a que el feminismo "ha ido demasiado lejos".
Nadie puede negar que, en política, religión, preferencias, hobre/mujer, etc., cada quien es libre de expresar las suyas. ¡Y apoyarlas!
No habría más que ver como algunos políticos, y simpatizantes de la misma política, se expresan.
Justo veo en la tv a una persona que en cierta manifestación de hoy en Madrid, y expresando su derecho a criticar al Gobierno, llama al Presidente: ¡garrapata!
Las opiniones de la ciudadanía, en cualquier tema, política, o mujeres/hombres, suele adolecer de las fobias más íntimas de quien así se expresa.
¿Objetividad en el reconocimiento de los logros en casi todas las áreas por parte de este Gobierno? ¡Jamás! Aunque les vaya en ello la precariedad de sus propias pensiones o los servicios sanitarios de su Comunidad.
¡Uy!... Creo que se me ha ido la disertación. :))))))
Abrazos Juan.
Ufffff, Juan...esa historia se ha repetido mil veces en variados trabajos...La mujer debe seguir luchando por su dignidad y sus derechos. La educación es muy importante en los colegios y universidades. Hoy las redes sociales expanden videos y anuncios de toda clase y los jóvenes y menos jóvenes se nutren de ello, sin respeto a la persona, sin ética, ni orden...Aún queda mucho para que el hombre y mujer, en muchos campos, se sientan compañeros de viaje, de aprendizaje y destino.
ResponderEliminarMi abrazo admirado y agradecido por lo bien que nos contaste esta historia, amigo.
Lo primero elogiar la imagen, me ha encantado y por supuesto agradecerte tu relato, en el que por lo menos has dado a la mujer joven, el beneficio de permitírle pensarlo y consultarlo con su familia. Algo , quiero pensar , que se va consiguiendo. Me niego a dar cabida al desaliento, aunque motivos haylos y muchos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Muy buen mensaje que ojala leyeran muchas jovenes que por el afan de subir escalas en su trabajo, van dejando restos de vida en ellos-.Aplausos.
ResponderEliminarmariarosa