Recuerdo
de niño,
cuando
vivir y soñar,
era
la única asignatura
y
sonreír la mueca que siempre redimía.
Cuando
corríamos contra el viento
para
ahondar en sus secretos
y
robarle sus historias.
Cuando
éramos
como inquietas lagartijas al sol,
inseguras,
paro siempre en movimiento.
Cuando
los dioses nos eran desconocidos,
pero
velaban por nosotros,
sin
necesidad de oraciones y largas letanías.
Cuando
nos obligaban a memorizar vidas ajenas,
mientras
balbuceábamos el lenguaje
que habitaba en los adentros.
Cuando
cada palabra nueva
podía seducirnos
con
la promesa de futuras utopías.
Ahora
que soy hombre
con
la fecha de caducidad más próxima,
me
acecha un sopor de tristeza,
cada
vez que abro los armarios.
No
encuentro las raídas alpargatas de esparto,
el
pantalón remendado,
herencia en vida de mi padre,
la
camisa de todos los veranos.
Y
sobre todo,
añoro,
algo que tiene mucho de metáfora:
mi
inseparable tirachinas de gomas,
con el que nunca maté ningún pájaro.
Aunque un puntito de tristeza que bonitos recuerdos, es lo que nos queda. Yo también tuve un tirachinas, ni idea donde se encuentra, lo mismo que los tebeos de Roberto Alcazar y Pedrín.
ResponderEliminarUn abrazo
¡vaya...vaya...! Con que el amigo del tirachinas que no habías matado un pájaro eres tú. Entonces también eres tú el que tiene esa puntería que hace Diana hasta durmiendo, pues alégrate que lo de la fecha de caducidad no tiene que ver con la fecha de fabricación en lo que a seres vivos se refiere y lo de la puntería veo que la sigues teniendo hasta en la poesía
ResponderEliminarMe has matado con lo del tirachinas, siempre pensando que eras un hombre de bien y de chico fuiste como todos. ;)))
ResponderEliminarUn abrazo.
Eras una especie de precursor de Félix Rodríguez de la Fuente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como para nombrar si tuve o no un tirachinas en aquel tiempo, :)))))) Al que todo dios se apunta... Hasta la pacífica Tracy.
ResponderEliminarCon lo que me quedo de tus palabras, amigo Juan, tu poema, es con la profundidad con la que te expresas.
No es sólo el repaso que haces de cualquiera de nosotros, de cuando niños, que también es un placer que lo traigas al presente, es sobre todo la huella del ayer que vuelve a imprimirse hoy en mí. Gracias.
Fuerte abrazo.
El ser humano se caracteriza por entristecerse cuando mira los pilares que sostienen su actual edificio. Pero yo sé bien, que suele ser solo una tristeza expresiva y a la vez creativa. Y que en el fondo de esa consciencia, hay una cierta sensación de paz. La que se goza después de la labor bien hecha.
ResponderEliminarRecuerdos, tirachinas, nostalgias... Inevitables cuando hay más pasado que futuro. Y, como dice noxeus, sensación de paz más que de tristeza).
ResponderEliminarNuestros nietos también recordarán con nostalgia sus ipads, bits, pantallitas...
Hay recuerdos que esponjan el alma. Entrañables éstos de tu infancia.
ResponderEliminarCuando se ha vivido así, los recuerdos son como una brisa que acaricia.
Y no sé de dónde le sacas estos colores a la vida, pero me encantan.
Un abrazo Juan.
Un tierno poema pleno de nostalgia Juan! Un abrazo!
ResponderEliminarJuan, ese "niño eterno" que te habita se ha enredado en tus letras, ha conseguido hacer malabares y dejarnos a todos absortos en su juego literario. Muy bueno, por la entrega, la fuerza expresiva y la belleza que le has puesto, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y admirado. Feliz domingo.
¡Que recuerdos más bonitos! Hasta yo he tirado con los tirachinas de mis hermanos.
ResponderEliminarAbrazos.
Por algo dicen que la infancia es nuestra patria, el lugar donde cobijarse y donde a veces como por casualidad aparece un tirachinas...besos.
ResponderEliminartus fotos estan por todos lados viejo degenarado
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