Sentado en la
comodidad envolvente de su sillón, aquel hombre recordaba los inolvidables
momentos, en los que se escapaba, (la mayoría de las veces, solo), a nadar al
cercano mar, en las noches calientes del verano. Se sentía el dueño del mar y
del cielo, en perfecta comunión con la madre Naturaleza, que alumbrada de luna,
a esas horas mostraba sus mejores galas.
Y cuando acababa,
mientras las gotas de su piel aun mantenían un frescor silente de
profundidades, se hacía inmortal, aunque siguiera sin entender, el porqué de
aquel misterio.
Ahora, ni del
tranquilo mar de las tardes agosteñas, le llegan sus llamadas. Ni cogido de la
mano, se atreve a enfrentarse a las pacificas olas, a las que ni siquiera los
niños les guardan respeto.
No obstante y a
pesar de las dificultades, que los años le habían tatuado, siempre que pasea al
lado de ese mar, le da las gracias por todos los momentos felices que le supo
regalar.
Es tan importante guardar aquellos recuerdos que te hicieron feliz...
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo más importante es agradecer los hermosos momentos que el mar le ha dado a aquel hombre. Besos
ResponderEliminarBesos
PD. Mañana iré a Valdepeñas...
El mar la mar tiene la virtud que solo mirarlo ya te lo agradece.
ResponderEliminarUn abrazo.
El paso de los años dejan su huella, la vitalidad ya no es la misma, pero la mente sigue guardando recuerdos inolvidables de aquellas noches en que aquél hombre se sentía feliz sumergido en las cálidas aguas del mar, él era el dueño y señor en el silencio de la noche.
ResponderEliminarCariños.
kasioles
Ha llegado esa edad en la que las fuerzas ya no son las mismas, la prudencia se impone a la temeridad y se aparcan las nuevas vivencias para sacar a relucir los recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un placer nadar a la luz de la luna, el mar parece propio y hasta las olas descansan. Y cuando el cuerpo pesa mas nos queda la orilla. Un abrazo
ResponderEliminarSiempre hay que ser agradecidos y más con el mar. Estoy segura que en esos momentos en los que tu prota se hacía inmortal, le darían ganas a la mar de quedarse con él para siempre y sin embargo lo devolvía a tierra para que siguiera gozando con sus zambullidas o con los recuerdos de ellas. Recordar es volver a pasar por el corazón y el recordar es una manera muy grata de agradecer.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
El cuerpo tal vez ya no se ateva a esa comunión con el mar, pero en el hombre sigue el arrullo de su esencia.
ResponderEliminarUn texto precioso. Un fuerte abrazo, Juan.
Puedo entender, y hasta visulizar, a aquel hombre del ayer, hoy sentado en el sofá del tiempo, meterse en el agua de noche, con luna llena, en aquel Mediterráneo que, tal vez le pase lo que a los inolvidables momentos...
ResponderEliminarRealidad ayer, hoy otra historia.
Por mediterráneo, amigo Juan, me refiero al mío de cuando niño, en aquella Ibiza que fue... ¡Hoy, otra historia!
Entrañables recuerdos los tuyos.
Abrazos Juan.
Revivir esos momentos disfrutando del mar ya le alcanza para sentirse feliz aunque ya las fuerzas no lo acompañen, un abrazo Juan, hermoso relato!
ResponderEliminarDesde chica me atrae la mar, vivimos cuatro años en Málaga, en el Paseo Marítimo, amaneceres y atardeceres para enamorarse de su luz y calma. En tu interior se quedaron buenos recuerdos. Ahora los puedes disfrutar con la mirada y paseos por a orilla, que no es poco.
ResponderEliminarBesos.
Y acaso no es hermoso lo que le has escrito, esa historia, esos recuerdos, ese amor al mar, es tan hermoso como una fotografía o quizás más, no lo dudes.
ResponderEliminarUn abrazo y un beso
El Mar...eterno enamorando a las almas sensibles
ResponderEliminarUn precioso relato que te engancha desde el primer momento, me ha gustado mucho, y te doy
las gracias por compartirlo
Un fuerte abrazo
El mar tiene una magia especial, no lo cambio por nada del mundo. Te atrapa desde el minuto cero.
ResponderEliminarBesos con cariño artista.
A veces con el paso del tiempo se borran vivencias, solo el mar tiene el poder y la gracia de mantenerlos vivos siempre,
ResponderEliminarUn placer, Juan.
Rememorar esos momentos junto al mar le traen al presente esas sensaciones, un abrazo Juan!
ResponderEliminarEn mis tiempos de juventud, disfruté del mar y de la costa. Ahora, por muchas circunstancias que me guardo, me he convertido en un elemento, mas de secano que un cardo borriquero. Pero hay que conformarse y ser agradecido a la vida.
ResponderEliminarTiene los bonitos recuerdos que paso junto al mar y que añora. Preciosa pintura Juan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo de joven me pasé algunos buenos sustos en el mar. A veces el mediterráneo se vuelve loco y te arrastra con su fuerza. Hoy chapoteo en la orilla y, sobre todo, lo observo.
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