He decidido juntar a
estos dos grandes del jazz, primero porque todo el mundo mágico de esa música,
se puede entender en la comunión de la garganta capaz de múltiples sonoridades
de Ella, con la aportación de los arreglos que del jazz hizo para su big band,
el colosal pianista y arreglista Duke.
Y luego una cierta
nostalgia que me atañe. Creo recordar que debían ser por los años 1965 o 66. Sé que era invierno y
recuerdo también que ya tenía apalabrada una entrada con un reventa de
Madrid-entonces las entradas no se compraban por Internet-, para el concierto
que iban a dar en el Monumental Cinema de la calle Atocha de Madrid Duke
Ellington y Ella Fitzgerad. Algo debió de torcerse con mi trabajo hostelero,
pero el caso, es que me quedé sin ver a esta pareja vital para la historia del
jazz.
Duke Ellington, nació dentro de una familia acomodada,
dándose la circunstancia de que sus padres, tocaban el piano.
Fue educado sin los
agobios de otros maestros del jazz, incluso enseñándole a vivir elegantemente y
con refinamiento, por lo que recibió el calificativo de Duke (el duque). (Su
verdadero nombre era Edward Kennedy Ellington.
La importancia de este
genial músico fue, para mí, el que supo acometer bellos arreglos del jazz
tradicional para poderlos tocar con una gran banda de músicos, sin que
perdieran sus primigenias esencias.
Sin El Duque, no
hubiesen sido posibles, las grandes orquestas de Count Basie, Benny Goodman,
Tommy Dorsey, Glenn Miller y un largo etcétera.
Ella Fitzgerald, al
contrario que al Duque, no tuvo tanta suerte con su familia. Su padre abandonó
el hogar familiar cuando ella apenas tenía tres años. Educada por su padrastro
y una madre más dedicada a la droga y al alcohol, al morir esta logra evadirse
de los abusos sexuales del padrastro y vive sola en Nueva York, con todos los
peligros que ello conlleva.
Una anécdota que la
retrata y que muestra de lo que es capaz
la supervivencia, es que con 19 años se presenta a un concurso para bailar en
un teatro del Harlem neoyorquino.
Antes que ella actúa
una pareja que levanta la admiración de toda la sala.
Después lo intenta
ella y recibe la rechifla del público.
Paró la actuación y se
puso a cantar como si la vida le fuera en ello. El público calló, al tiempo que
se estremecía con sus sonidos vocales que, como ella mismo decía, solo
intentaban parecerse al sonido de las trompetas.
Para el que escribe,
junto a Billie Holliday, Sara Vaughan y Etta James, es una de las mejores voces
del Jazz.
Os dejo con este poema
de Miguel D`Ors titulado:
ESCUCHANDO A ELLA FITZGERALD DA EN MEDITAR LOS
MISTERIOS DEL AMOR DE DIOS.
Nosotros pusimos las noches sobresaltadas
--gritos, armas, negreros y cadenas—
en poblados de adobe,
las hediondas semanas en bodegas asfixiadas,
las familias partidas en sangrientos mercados,
las despiadadas plantaciones, los sabuesos,
los tobillos en astillas, los latigazos numerados,
los más de 600.000 cadáveres militares,
las albas pecadoras de Storyville.
Su colaboración fue, según Su costumbre, silencio:
Sus manos transparentes tocaron
con amor misterioso
nuestra obra.
Quién hubiera podido imaginar que esta Belleza
son aquellos cuatro siglos de dolor.
Escuchar
este magistral arreglo de “Duke` s Place”
y averiguar cuando terminan las trompetas y comienza la voz de Ella.
demás de admirar lo que sabes de Jazz y lo que nos estás enseñando, me gusta cuando al hilo de lo que nos estás explicando nos das unas pinceladas con tus vivencias: lo humanizas, que es lo que hace valiosos a las cosas.
ResponderEliminarLe pegas fuerte con tus consejos musicales :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta Ella... gracias por esta entrada. La música es grandiosa
ResponderEliminarY el poema, y todo.
Abrazos