Aunque ya han pasado
más de 40 años, veo que nuestra democracia no está todavía hecha para resistir las
irresponsables embestidas de aquellos que están el deber de cuidar porque su
vida sea fructífera y libre de sobresaltos.
Temo que la anterior
alegre creencia, de que nuestra libertad estaba a salvo y que nada nos podría
acercar siquiera, a los pasados y oscuros tiempos de oprobio y mordaza, se va
convirtiendo en temerosa tristeza, ante los acontecimientos que día a día se
vienen sucediendo.
Se empieza a notar en
el ambiente, como un resurgir de antiguas situaciones, palabras tristemente
recordadas, símbolos arramblados en el desván de lo inservible, que vuelven a
desempolvarse, consignas cargadas de explosivos que creíamos felizmente
desactivados.
Y sobre todo patéticos
personajes, faltos de la más elemental consistencia intelectual y moral, que
han irrumpido en la cosa pública, como si de un reality-show se tratara.
Lo que me preocupa es
que, el ruido que son capaces de hacer con su soez y barriobajero vocabulario,
amplificado por los mamporreros de las palabras, sean capaces de convencer a la
gente que solo entiende y atiende a los que más gritan, sin pararse a leer la
letra pequeña.
A estas alturas del
siglo XXI, hay quien nos pide que desempolvemos el escudo, el casco, la alabarda
y si algún adelantado la tiene, también la espingarda, que se nos invoca de
nuevo a luchar por una España donde nunca se ponga el sol.
Les pongamos el
candado de castidad a nuestras mujeres, (esos seres inferiores que pretenden
salir de donde deben), y nos vayamos a Asturias a comenzar la reconquista de
esta España, que no merece agua en las
acequias, ni sol entre los arrayanes, ni Granada.
A la que le sobra la Giralda, Córdoba,
Valencia y todo aquello despreciable que nos trajeron esos “desarrapados” del
otro lado del estrecho.
Recrear esa España de
Don Pelayo, recia, seca y polvorienta, llena de plazas de toros, cortijos de
unos pocos y fincas de caza, y donde el verdadero currículo consista en haber
matado al menos dos novillos, 100 perdices, algún caballo reventado y un venado
de al menos 8 puntas, que naturalmente luzca disecado en los salones y los
galgos que ya no sirvan para la caza.
Una España de zurrón y
escopeta, de alpargata, de bota de vino peleón para bastantes y catavinos de
fino con la bandera tallada, para unos pocos.
Una España de
cristianos viejos añorantes de la Inquisición, de misa diaria, plena de
hermanos mayores y nazarenos, de bulas y misiones, de golpes de pecho, para
comprobar que sigue engrosando la billetera.
Los que hemos vivido
el anochecer del miedo y la tristeza de la mordaza, vemos con horror que la
democracia y la libertad, que tanto nos costó, nos pueda ser arrebatada por la
irresponsabilidad de unos pocos iluminados y quien los jalea, que solo saben
quererse a ellos mismos y que suelen tener la mentira como segura compañera.
Está en nuestra mano.
!!! No volvamos a las andadas!!!
Muy buen texto al que me uno pues no me gusta nada lo que estoy viendo/ oyendo últimamente . Un abrazo.
ResponderEliminarFantástico como siempre, Juan, la España profunda está a la vuelta de la esquina, abramos los ojos y agudicemos los oídos, pongamos conciencia en el tacto, respiremos profundamente y, sobre todo, abramos el corazón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Plenamente de acuerdo.
ResponderEliminar¡Gracias!
Un abrazo.
¡Qué mieditis!
ResponderEliminarApoyo de principio a fin todo lo que dices, nadie lo hubiera dicho con más elegancia que tú.
Está en nuestras manos, yendo a votar.
Esperemos que lo que sea sea bueno para España que dificil lo tenemos. Un abrazo
ResponderEliminarInteresante texto. Espero que todo valla bien con el paso de los días......saludos amigo.
ResponderEliminarSi no fueran tan peligrosos, darían risa, lo malo es que se creen lo que dicen y qué peligro eso de no tener políticos de talla. Se echan de menos hasta los Fraga y Pujoles
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día. Con libros de ayer, si es posible :-)
Son las consecuencias de lo que algunos hemos mantenido, "que todo estaba atado y bien atado como dijo aquel", nos han hecho creer que vivíamos en una verdadera democracia.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ufff!!! La cosa está complicada, pero el domingo podremos elegir lo menos malo...
ResponderEliminarAbrazossss
Te digo lo mismo que a Ester: Ojalá los nuevos gobernantes sepan conservar la unidad de España, la amamos con todas sus autonomías y diferencias. Ojalá sepan impulsar la economía y los jóvenes no se vayan fuera(como mis hijos)Ojalá los nuevos gobernantes tengan claridad de mente y generosidad.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, Juan.
Estoy contigo, Juan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Magnífico texto de un caballero hecho y derecho como tú. Mejor quemar para siempre los útiles de guerra, que por lo visto habian muchos que las tenian guardadas a buén recaudo para la ocasión. Un abrazo
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