MI
TÍA JUANA
(microrrelato)
Mi
tía Juana, fue cocinera en el restaurante “OR-KOMPON”.
No
lo busquéis en Madrid, en la c/ Miguel Moya, cerca del Palacio de la Prensa,
porque ya no existe. Desapareció como
todo aquello, que huele a rancio y trasnochado. Desapareció de la misma manera
que lo hizo mi tía Juana, aunque de ella suelo recordar, en su cara de arista y
dolor, el bosquejo de una ligera sonrisa.
Este
era el Restaurante Cueva favorito de las recién iniciada Falange Española.
En
cierto día del mes de Noviembre del año 1.935, José Antonio Primo de Rivera,
citó a los poetas Agustín de Foxá, Rafael Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo,
Jacinto Miquelarena y el músico Juan Tellería, con el propósito de crear un
himno que pudiera identificarlos.
La
convocatoria no dejaba lugar a dudas: “Os
espero mañana. Si falta alguno, mandaré que se le administre ricino”.
Asistieron
todos y ese día, nació el Cara al Sol.
Años
después y cuando mi tía Juana, viuda por la muerte violenta de su marido, por
los “nacionales” y utilizando alguna
amistad adicta al “régimen”, al que
seguro se le habría decolorado la camisa azul, logró entrar como cocinera en
este restaurante, donde los nostálgicos
solían celebrar la fecha de la creación del himno, en el mismo salón-cueva
donde fue creado.
Todos
eufóricos, por los menús de cocina vasca que degustaban, junto con el chacolí
ingerido y el ardor patriótico, de canciones y marchas, no dejaban de festejar
el trabajo de la cocinera.
Seguramente,
esos mismos ardorosos efluvios, fueron los que les hicieron olvidar, la
cantidad de veces que algunos de ellos tuvieron que visitar, con premura, los
aseos.
Como
si desde su tumba, José Antonio hubiese pasado lista y faltase alguno.
Mi
tía Juana, nunca nos habló de cuál fue el motivo de tan extrañas diarreas.
Terrible enigma :-)
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ResponderEliminar(Así queda más claro) Puedo afirmar que "El cara al sol" no lo he cantado nunca al menos que recuerde, ahora bien, "montañas nevadas" esa canción si que la cantado mogollón de veces a la tierna edad de 5 o 6 años, hasta que me sacaron de esa escuela en la que también se saludaba a la bandera,será por esta causa por la que no tengo ningún afecto ni a la bandera ni a cantos de exaltación patriótica; he buscado autor y es esto lo que he encontrado, puede servirte para otra entrada:
ResponderEliminar"La letra de esta canción es quizá la única de firma femenina que aparece en los cancioneros de juventudes, y su aparición se remonta al año 1945. La letra se debe a Pilar García Noreña, y la música a Enrique Franco Manera. Apareció en el "Cancionero falangista" del citado año".
En cuanto a lo de tu tía, está claro que su venganza, aunque leve, le provocaría satisfacción.
Un abrazo.
Una venganza menor pero cocinada a gusto.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha encantado. La venganza en forma de algo en los platos, me ha parecido ingeniosa por parte de tu tía. Los laxantes suaves pueden hacer que una cocinera respire mejor al escuchar un cara al sol.
ResponderEliminarSi no es verdadero el recuerdo, merece serlo. Un abrazo
Un microcuento que ratifica lo que nuestra amiga argentina siempre decía: "Todo lo que damos vuelve..."La cocinera supo cumplir con las leyes del universo...Interesante e histórico, Juan.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo.
La venganza es el desahogo del que no tiene otras armas. Seguramente había oras cocineras en otros restaurantes, eran lugares de reunión. Un abrazo
ResponderEliminarjajaaja pero el sabor de los platos que preparaba sería rico, pese al efecto posterior poco deseado! jeje... ingeniosa forma de vengarse.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
La "Resistencia" no se da solo en el campo de batalla.
ResponderEliminarFuerte abrazo Juan.
El motivo, es fácil de adivinar. Debió de ser Juana muy buena persona, pues podía haberse vengado muy bien y sólo se quedó en "suministrar" comidas indigestas.
ResponderEliminarBss.
Hola Juan, interesante relato nos dejas, la cocinera sabia muy bien lo que hacia y sin que nadie sospechara de ella:), algunas batallas también se ganan en las cocinas.
ResponderEliminarBesos.
Y dicen las crónicas de la época que Agustín de Foxá fue el único de los reunidos capaz de aguantar aquel ricinazo de la tía Juana, "impasible el ademán", pero no me lo creo del todo :)
ResponderEliminarEsto me ha recordado a un episodio del libro "Criadas y Señoras" je je je.
ResponderEliminarAbrazos, juan
Y seguro que nadie dudó de lo buena cocinera que era tu tía Juan.
ResponderEliminarCon tu permiso he incorporado tu haiku a la foto de la ardilla . Gracias por dejármela.
JajajajaLas Es bien notorio las maravillas que pueden hacer las expertas manos de una cocinera.
ResponderEliminarEs que la venganza se sirve en plato frio, o caliente....Es buenisimo. Besos.
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