El niño que una vez fui,
vagabundea por mis adentros,
a veces sembrando estrellas,
apaciguando espumas,
o tratando de encontrar el ritmo
que marcan los sentimientos.
Hay veces que se esconde,
cuando escribo despacio y con miedo,
o juega con las metáforas
como si fueran canicas de colores.
En otras ocasiones,
asustado de dolor y cicatrices,
de pinchazos y suspiros,
de aquello que él nunca supo,
se esconde en el rincón de la memoria,
a la espera de nuevas alegrías.
El niño que una vez fui,
navega en mi barco
de grumete,
vigía de nuevas claridades.
Su trabajo es avisarme
cuando el viento arremolinado de ruidos,
acalla la música de los violines
y hace cambiar la ruta de las aves.
Me avisará, con alegría
al divisar cualquier Atlántida,
alguna tierra prometida,
o con tristeza irremediable,
cuando mi barco pierda la deriva.
Ese niño que habita en cada uno es el vigía, lo dices bien. La luz en las noches de nieblas. No hay mejor mirada, ni más sabia que la del niño. Ni corazón más sincero y más entrenado para los afectos que le de los niños
ResponderEliminarPrecioso poema. Un abarzo y feliz lunes
Mi niño no se atreve echarse a la mar, tiene miedo a perderse, hay que aprovechar el tiempo y no perderlo buscando el camino de regreso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Certero poema Juan... De aquel niño con el que algunas veces jugué antaño!
ResponderEliminarAbrazos.
Hermoso, Juan. Auténtica y sentidamente hermoso. Brotado de un corazón que sigue luchando - afortunadamente- por sentirse puro. Me encantó!
ResponderEliminarUn abrazo...y un beso para ese niño interior
Ese niño que todos llevamos dentro y que a veces se convierte en nuestro guía, en nuestro apoyo.
ResponderEliminarBuen poema . Un abrazo.
Hola Juan, qué gusto volver y encontrar que todo sigue tan bello como siempre, como este poema donde el niño que has sido sigue allí, mirando el mundo a través de tus ojos de adulto.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
ResponderEliminarTengo que decirte que dentro de mí queda algo de la niña que fuí y que en la Noche de Reyes toma más fuerza y me vienen los recuerdos queridos y vividos intensamente de aquellos añosE.
Es todo un regalo tu bello y profundo poema y además das en plena diana, certero.
A mí, con frecuencia, la niña que habita en mis adentros es mi mejor aliada para interpretar mis nietos.
Mil gracias y besos.
No dejes de navegar como el niño que fuiste.
ResponderEliminarSaludos.
Buenas noches Juan: SEguramente al divisar cualquier Atlántida, de las muchas que hay en lejanos océanos, quédate tranquilo, porque tu nunca vas a dejar tu barco a la deriva. ESe niño que fuista y que llevas tan aferrado a ti, se lo impedirá.
ResponderEliminarSaludos amigables.
Ese niño interior nos llama a todos, nos hace señales de vida y despierta la magia y la esperanza que todos llevamos dentro Juan...No perdamos nunca de vista al niño curioso, espontáneo y creativo que nos da vida.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo.
Me siento feliz de haber conocido a ese niño enriquecido con la savia que dan los años.
ResponderEliminarUn abrazo.
El que fuiste y... el que sigues siendo :-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta. El tiempo pasa pero el poso queda vivo y dentro permanecen quienes fuimos, podemos sentir, pnesar como aquellos otros que fuimos al cabo de nuestra vida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Qué bello poema, me gusta mucho. Este es de antología.
ResponderEliminarGracias, Juan.
Abrazossssss
Ese niño que siempre perdura y que da chispa a la vida. Muy bello amigo. Abrazos.
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