Hay otra manera
de jugar, muchachos.
Dejad esas
ridículas armas que no se corresponden con una niñez, limpia y sin odios.
Dejad la guerra
para esos pobres hombres que a falta de otras más altas metas, solo les queda
el poder y un triste espacio en los telediarios.
A ese jugo
macabro, solo juegan los retorcidos, los que no tienen esperanzas y en cambio
vosotros, tenéis por delante un mundo luminoso y nuevo para poder recrearlo,
pero nunca para destruirlo.
Ya sé que lo
vuestro es un juego sin importancia, pero no es bueno acostumbrarse.
Salir de esa
lóbrega habitación, fuera está la vida, fuera está el campo, donde en cada
primavera tiene que seguir brotando una nueva cosecha, que no debe ser
arrasada.
Romped filas,
cogeos del brazo de vuestro enemigo y corred y saltad por los caminos, llenando
de risas francas los campos de batalla.
Juntaros en una
gran manifestación, donde una sola pancarta pida más escuelas y menos
armamentos y donde vuestros gritos de esperanza, lo puedan oír todos aquellos
que solo escuchan sus ansias de poder y sus ególatras sueños.
Aprender a ser
felices, a repartir gozosos mandobles de abrazos, inventar canciones nuevas y
que la palabra justa sea vuestro único argumento, vuestra única arma.
A ver si por lo
menos, el mundo del futuro, el mundo que os espera, el mundo que os amanece con
cada sonrisa, puede ser mejor que el que os hemos dejado.
A ver...
ResponderEliminarUn abrazo.
Pienso igual que tú. Lo que dices es muy cierto y además depende de nosotros su futuro.
ResponderEliminarMe ha encantado tu escrito.
Muchos besos.
Ojala todos los juegos fueran enlazando sonrisas, manos, corazones, compartiendo ilusiones, ternura, ingenuo, que la violencia de ningún tipo es buena, ni siquiera para los juegos.
ResponderEliminarPor un mundo sin violencia.
Por un mundo de amor.
Besos.
Buscando la imagen imaginaba a niños que vivían en algún país en guerra, son niños sirios, niños que no tienen nada, pero nada de nada, juegan a lo que ven, ellos no tienen culpa de nada, son los inocentes de una guerra que va a por ellos. Es la entrada de mi blog ya me manifiesto que "Hay lugares donde no hay fiestas ni regalos".
ResponderEliminarSaludos
Entrada muy acertada...pobres niños. Dicen que los juegos son los aprendizajes de la vida y como muy bien dice Emilio Manuel, juegan a lo que ven. Ojalá conozcamos un mundo sin violencias, (esto es un ferviente deseo, no un convencimiento), desgraciadamente.
ResponderEliminarMe uno en sentimiento a tu escrito.
Un beso.
Habría que empezar por educar a los padres a no comprar juguetes bélicos, aunque pienso que cada vez se compran menos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Hace años se jugaba en la calle, cualquier palo servia de espada, y cualquier hoja servia para jugar a las tiendas, crecimos con arañazos en las rodillas y compartimos bocadillos y hemos salido normales, desde que nos hemos metido a educar con moderneces la gente está mas tonta, jugar con una espada no te hace violento. Un abrazo
ResponderEliminar¡BON DÍA, Juan! ¿Quién no habrá jugado alguna vez a esas cosa de niño, ya sea con pistolitas, espadas-palo o incluso tirachinas? Personalmente creo que el aire libre es muy sano para los críos, jueguen a lo que jueguen siempre que sean juegos. De hecho, existen a día de hoy ciertas directrices o modas en la educación de los chavales, introducidas ya en las aulas de párvulos, que me parecen, esas sí, el germen de la descomposición de una sociedad sana y equilibrada.
ResponderEliminar¡Abrazo de nuestra parte!
Por supuesto que hay otras formas de jugar. Pero... soy un poco del parecer de Ester. No por jugar con espadas improvisadas en los primeros años de la infancia, se transforman los niños en futuros guerreros o asesinos. (me crié en el campo, sin tele y donde los juegos al aire libre eran a diario y los enfrentamientos verdaderos o fingidos eran corrientes. Y no me consta que mis "adversarios" de esta época hayan evolucionado mal. Yo tampoco ;))
ResponderEliminarLo veo como una etapa pasajera y natural (hasta los infantes (e infantes animales también) que todavía no andan tienen este instinto de pelear por el juguete que les quieren quitar los demás).
Malo es si, al pasar los años y disponiendo ya del arma del habla, siguen y se acrecentan estos juegos violentos...
Y peor aún si los "regalos" de los padres los favorecen y si dejan al alcance de sus mentes permeables y todavía no discernientes, por medio de películas o telediarios (sobre todo), la idea de que un arma de verdad sirve para herir de verdad o matar de verdad. Pobres los niños que se crían en un país en guerra...
Los nuestros evolucionaran hacia tus deseos; la gran mayoría. Yo confío en ellos.
Un abrazo, Juan.
Antes los niños se divertían y disfrutaban mucho, pero mucho más que ahora. Y eso que a veces hasta se abrían la cabeza de una pedrada, y a pesar de ello, ni te dolía. Hasta entre los niños había mucho más compañerismo y amistad que ahora. En las actualidad con tanta tecnología y tantas hostias, desde bien pequeños están idiotizados perdidos, y cuando se clavan en catorce o quince años ya muchos acaban cogiendo moscas. A mí me da pena, hasta ver a niños, muy pero muy pequeños, con una maquinita de marcianos en las manos o con el móvil, porque sus papás se lo han comprado, y así se creen que los crían más felices.
ResponderEliminarAbrazo JUAN.
Un placer leerte, como siempre, Juan. Con respecto a los juegos de los niños actuales, yo creo que, cuando sean adultos hablarán de ellos como hablamos nosotros de nuestros juegos infantiles, con nostalgia. "¿Recuerdas aquella "cosa" llamada Playstation?". dirán, etc. Cada generación piensa que se ha divertido más de niño que la siguiente. Habrá que dar tiempo para saber si la influencia de los juegos actuales es perniciosa o no para los que ahora son niños. Abrazote.
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